El ingreso del PRO al Gobierno: las charlas de Macri en Cumelén y el formato de una nueva alianza con Milei
Mauricio Macri está hiperactivo. Después que decidió recuperar la formalidad de la presidencia del PRO, las reuniones en Cumelén, frente a un idílico paisaje multicolor patagónico, se suceden con dirigentes de todo el país que peregrinan a Villa La Angostura. Primero fue de a uno, después de a pocos y los últimos fines de semana, de a bastante más. Líderes partidarios de rango diverso van allí a compartir análisis, pedir apoyos para internas de pago chico y conocer in voce novedades políticas. Si liderar es explicar y convencer, el ex mandatario está enfocado en eso. Y comparte definiciones que pueden ser decisivas para los próximos días. ¿Habrá un acuerdo con Javier Milei? ¿En qué términos?
El ex presidente ya avisó que está dispuesto a volver a ocupar la conducción partidaria. Cree que el PRO extravió su singularidad política e ideológica. E interpreta que el actual presidente libertario ocupó el vacío que dejó su partido producto de la desorientación tras la derrota del 2019, y la competencia salvaje y destructiva por el liderazgo y la sucesión que terminó, en 2023, con Juntos por el Cambio mirando de afuera la segunda vuelta.
Para entender el presente hay que observar la escena desde lo macro y las fuerzas en disputa. Y también hacer zoom y sumergirse en el micromundo del macrismo atávico, fundacional. Están, por un lado, Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich y una interna que se acerca a un inevitable final. Y del otro lado está Milei, que en un momento de urgencias políticas por el traspié de su “Ley Ómnibus” percibe que puede tomar del PRO todo aquello que vaya a necesitar.
En este marco aparecen algunas definiciones que son clave, frente a este festival de versiones en las que abundan los intereses cruzados: en las conversaciones con Macri toma fuerza el rechazo a la fusión del PRO y La Libertad Avanza; el aval a algún tipo de integración parlamentaria; rechazo a un co-gobierno pero promover la incorporación de cuadros técnicos al Ejecutivo, no dirigentes políticos de alto perfil; y la posibilidad de empezar a discutir un acuerdo electoral con vistas al 2025 y más allá. Son, apenas, cuatro puntos que enfrían la pretensión unificadora de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Quienes van a ver a Macri interpretan que hay una demanda del electorado propio y de la dirigencia para que lidere la nueva etapa. Él no se resiste a un operativo clamor en el que pueden advertirse rastros inconfundibles de autogestión. Tampoco hay otro referente con una representación simbólica suficiente para evitar, incluso, el peligro de desaparición del movimiento político fundado en 2001 por el entonces presidente de Boca Juniors, con retazos del PJ y la UCR porteñas, líderes independientes y jóvenes recién salidos de la Facultad.
Testigo de todo ese recorrido -que mutó de partido vecinal a gobernar Nación, provincia y ciudad de Buenos Aires en simultáneo- la ex ministra de Educación Soledad Acuña estuvo el sábado en ese exclusivo country del sur argentino. Trascendió que también fueron días atrás Guillermo Dietrich, Eugenio Burzaco y Joaquín de la Torre, tres líderes que suenan para desempeñar algún rol de importancia en el tiempo político que viene. Son algunos de los que se conocen, pero seguro habrá más. Hasta Rodríguez Larreta podría, dicen los que conocen esas rutinas reservadas. Antes o después del 19 de febrero, presumible fecha de regreso. Sobra tiempo.
En las charlas patagónicas, Macri transmite a sus interlocutores que la prioridad es definir la identidad del PRO, definir los bordes, los límites, aquello que lo define. Además, dicen que para el ex presidente el partido debe recuperar una conducción única, que evite los desvíos que lo desperfilaron en términos de ideas, programas y valores. “Qué somos y qué no somos”, resumen en diálogo con Infobae. Desde allí, cree el ex presidente, se puede plantear una negociación con Javier Milei, que tendrá una lógica ajena a un criterio transaccional.
Entre las primeras definiciones, el rechazo a una fusión del PRO y La Libertad Avanza es planteado de manera enfática por el ex presidente. Piensa en un formato similar a Juntos por el Cambio, pero sin la conducción del comité nacional de la Unión Cívica Radical, donde Martín Lousteau, tiene un rol central; ni la Coalición Cívica de Elisa Carrió, ni el peronismo alineado a los gobernadores. En Cumelén se escucharon críticas a la actuación del cordobés Martín Llaryora.
El “No” a la fusión del PRO y LLA es una resistencia que apunta a frenar los impulsos de Milei por tomar lo que considera que está vacante. Macri sabe, de todos modos, que su partido y sus votantes está, masivamente, apoyando al presidente. “Mauricio está de acuerdo en esta etapa encarar esta discusión dentro del PRO y después armar las alianzas que haya que armar hacia fuera”, explicaron dirigentes que hablaron con Macri.
El consenso que crece a partir de las reuniones en Cumelén y entre los principales dirigentes partidarios que están trabajando en la renovación de autoridades del partido es que el PRO debe volver a ser gravitante en la política y evitar la sumisión a la figura del líder libertario. “Nos fuimos diluyendo y así como se fueron diluyendo las ideas, se fueron diluyendo los liderazgos”.
La experiencia de Larreta suele evocarse en las conversaciones en Villa La Angostura como prácticas que fueron nocivas para la integridad del PRO y al mismo tiempo inútiles para conseguir resultados. “Las alianzas no pueden ser alianzas transaccionales. No es plantear que estás con nosotros porque te doy este cargo. Nos pasó antes a nosotros y no puede volver a pasar, más estando en una posición que no somos oposición, pero tampoco somos gobierno”, explicaron fuentes partidarias.
Con este escenario, dirigentes que tuvieron en los últimos días trato con él revelaron que Macri expresó de manera enfática que no está de acuerdo con una fusión de partidos y que la idea es fortalecer y darle consistencia al PRO después de la dispersión y el magro resultado obtenido en las últimas elecciones presidenciales, que pasó de sentirse inevitablemente gobierno -sobre todo después del fracaso de la última experiencia peronista- a quedar relegado al tercer puesto.
“Lo que se viene es definir cuáles son las nuevas alianzas que hay que hacer. Estos acuerdos suponen, desde la cuestión legislativa, las futuras listas para las elecciones intermedias y el acompañamiento al gobierno de Milei, que no puede ser un co-gobierno. Ese acompañamiento tiene que estar en función de aportar equipos y cuadros técnicos, más que dirigentes políticos”, revelaron dirigentes que hablaron con el ex presidente.
Macri admite que el presidente carece de un funcionariado y de cuadros intermedios calificados para afrontar un momento tan desafiante como el presente. Entiende que le falta cantidad pero también calidad. Por eso niega a quienes le preguntan que haya impulsado a María Eugenia Vidal para dirigir la ANSES. Primero porque fue gobernadora bonaerense y tiene una dimensión política inocultable. Y después, porque un cargo como ese, del que depende una política tan central de un gobierno como la previsional, él cree que debería ir alguien con experiencia.
“A un lugar así, como la ANSES, no puede ir un político, porque es dar un mensaje dirigido sólo a la política. Hay que aportar cuadros técnicos que hagan que las cosas pasen. Hay muchas ideas con las que el PRO está 100% de acuerdo, pero que a la hora de ser implementadas, fallan”, dicen que planteó Macri en una de sus charlas.
Y sobre la cuestión parlamentaria, las ideas que vuelven es que, de mínima, Milei acepte integrar las bancadas de LLA y el PRO en un interbloque, y de máxima, que habilite una negociación con los sectores dialoguistas para definir la posibilidad de elegir una nueva presidencia de la Cámara baja. Macri la única sugerencia que le había transmitido era que fuera Cristian Ritondo, pero el líder libertario prefirió designar a un dirigente con inconfundible pertenencia de LLA, como el riojano Martín Menem.
Ley ómnibus, poder y ausencia
Cuando fracasó el debate de La Ley Ómnibus, esa recomendación planteada antes de la asunción adquirió una nueva significación. Sobre todo porque Macri viene planteando que hay reformas de fondo que sólo puede hacer Milei porque no tiene obligaciones, compromisos ni dependencias con una parte del sistema político. “Es una oportunidad. Sólo Milei puede hacer algunos cambios, hay cosas que la política no se lo bancaría a nadie y lo hace ahora porque Milei no tiene nada para perder”, consideraron en el macrismo.
Que la “Ley Ómnibus” haya sucumbido del modo en que lo hizo encendió una luz amarilla para el ex presidente. “Esto tiene que salir bien”, le dijo a uno de sus contertulios días atrás. También compartió la bronca con Larreta, por haber festejado un fracaso que lo puso en la misma vereda que Cristina Kirchner, Sergio Massa, la CGT y La Cámpora. Celebró el rechazo pese a que el PRO, de manera unánime, votó el rechazo. “Eso no se hace”, se le escuchó decir después del desenlace.