En Alemania el cannabis mueve un mercado negro millonario. Ahora el país ha decidido legalizar su consumo
Si se cumplen los planes del ministro alemán de Sanidad, Karl Lauterbach, en poco más de un mes sus conciudadanos podrán portar 25 gramos de cannabis seco en espacios públicos y tener hasta tres plantas y una reserva de 50 g en casa. Todo esto, claro está, de forma totalmente legal y sin arriesgarse a acabar en alguna comisaría o con una multa. Alemania acaba de legalizar el consumo de cannabis. Con sonora polémica, furibundas críticas y una profunda división de opiniones, cierto, pero su Parlamento ha dado un paso histórico que está a punto de dotar al país de una de las legislaciones sobre marihuana más permisivas de toda la UE.
En el proceso ha suscitado un interesante debate en el que se han deslizado —y siguen deslizándose— tanto pros como contras.
Con 407 votos a favor. Esos son los apoyos que ha recibido la propuesta del ministro de Sanidad alemán, el socialdemócrata Karl Lauterbach, suficientes para sacar adelante con 226 votos en contra el proyecto de ley con el que quiere legalizar el consumo de cannabis. La votación se celebró hace unos días en el Bundestag y, si bien a la iniciativa aún le queda cierto recorrido administrativo, supone un paso crucial. El 22 de marzo pasará por el Bundesrat, la cámara de representantes de los estados federales, donde podría convocarse un comité que retrase su entrada en vigor. Con todo, Lauterbach es optimista.
Si nada se tuerce la medida empezará a aplicarse ya el 1 de abril.
Hasta 25 gramos. La nueva norma supone un cambio radical en el enfoque social con el que se aborda el cannabis en Alemania. De prohibir cualquier tipo de posesión, el país pasará a adoptar una de las legislaciones más permisivas de la UE en la materia. Incluso afectaría a los antecedentes penales.
El cambio permitirá el cultivo doméstico con hasta tres plantas por domicilio y la acumulación de un máximo de 50 gramos. En lugares públicos autoriza la posesión de hasta 25 gramos. La medida va incluso más allá y contempla que los clubs de cannabis —con un carácter no comercial y compuestos por un máximo de 500 integrantes— puedan cultivar y distribuir o proporcionar semillas y esquejes.
Límites claros. El número de plantas por hogar o cuántos gramos se pueden tener en casa o en la calle no son las únicas limitaciones recogidas en la norma. La ley establece restricciones claras, tanto para los consumidores —deberán pasar de los 18 años— como para los clubs. Se les permite distribuir cannabis, cierto, pero estarán abiertos solo a adultos, no podrán publicitarse y deberán respetar unos topes de distribución: sus miembros no podrán recibir más de 25 gramos de marihuana al día y 50 al mes.
En el caso de los usuarios más jóvenes, de entre 18 y 21 años, este último se reduce a 30 g. El contenido de THC (Tetrahidrocannabinol) no podrá exceder además el 10%. La cantidad de semillas y esquejes facilitados por las asociaciones para el cultivo doméstico también está regulada, con un tope mensual.
Dónde sí, dónde no. La propuesta de Lauterbach supone un cambio radical en Alemania, pero eso no significa que cualquiera pueda fumar marihuana donde quiera. Habrá límites también. Igual que los hay en España para el tabaco. No se podrá consumir cannabis en colegios, ni en instalaciones pensadas para jóvenes o áreas deportivas con acceso público. Quien esté cerca de un centro educativo y quiera dar unas caladas deberá alejarse, respetando un radio de 100 m. El País precisaque en las zonas peatonales el consumo estará prohibido durante casi todo el día y las horas de más tránsito, entre las siete de la mañana y ocho de la tarde.
En 2021 Malta fue pionera al legalizar el cultivo y consumo personal, autorizando la posesión de un máximo de 7 g y cuatro plantas por hogar. Luxemburgo es otro de los países de la UE que se han lanzado a regular su consumo en los últimos tiempos: en 2023 sacó adelante un proyecto de ley que legaliza el cultivo y la posesión de cannabis en casa para uso personal, con hasta cuatro plantas. Aunque con diferencias entre ambos países, la situación es distinta en las zonas públicas.
Millones de consumidores. Karl Lauterbach y el resto de políticos alemanes que han promovido el cambio normativa tienen la vista puesta en los alrededor de siete millones de convecinos que —según las estimaciones recogidas por The Guardian— consumen cannabis de forma habitual. Otros rebajan la cifra a 4,5 millones. En cualquier caso no es un dato menor en un país de 83,2 millones de habitantes. En 2017 ya se había despenalizado en Alemania el uso de cannabis medicinal, aunque su consumo debía estar justificado y avalado por un especialista. El objetivo de la normativa, defiende Lauterbach, es atajar el mercado negro ofreciendo a los alemanes una opción legal.
"La situación en la que nos encontramos ahora no es de ninguna manera aceptable", razonó el ministro de Sanidad. En su argumentario se incluyen varias ideas: el aumento del número de consumidores, los peligros del mercado negro y también que al recurrir al tráfico ilegal los consumidores se exponen a "concentraciones tóxicas" de cannabis. La medida irá acompañada de una campaña de educación dirigida a los jóvenes y prevé que se valore el impacto de la legalización a corto y medio plazo.
El debate, servido. La propuesta de Lauterbach ha generado críticas. Dentro de la coalición de gobierno liderada por el canciller Olaf Scholz, en el ruedo político, entre los expertos y en la propia sociedad germana, que según los estudios divulgados por la agencia DPA ha encarado dividida la legalización. Una encuesta de YouGov publicada hace solo unos días muestra que el 47% está a favor, frente a un 42% que se pronuncia en contra.
Entre ellos figura Tino Sorge, político democristiano, que en pleno debate sobre la medida cargaba con dureza contra la medida impulsada por Lauterbach: "Usted afirma con total seriedad que legalizando más drogas contendremos su consumo entre los jóvenes… Es la cosa más estúpida que he oído jamás". Alexander Dobrindt, vicepresidente del grupo parlamentario CDU/CSU ha tachado directamente la ley de "irresponsable", y advierte a través de las redes sociales: "Cuando llegue el momento, la anularemos".
Sanidad, educación… y economía. Queda otra faceta clave de la legalización: la económica. Además de social, sanitario, educativo y político, el de la legalización del cannabis es un claro debate de orden económico y fiscal. Así lo mostró hace no mucho un informe elaborado por un equipo de investigadores de Düsseldorf en el que, grosso modo, concluían que la legalización no sentaría nada mal a las arcas públicas alemanas, sobre todo si se despeja su comercialización.
Para ser más precisos, los investigadores señalaban que un consumo de 400 toneladas de cannabis anual aportaría a los presupuestos del país 4.700 millones de euros entre ingresos y ahorros. En su cálculo tuvieron en cuenta los impuestos e incluso el efecto de la medida en la policía y el sistema judicial.
Un negocio millonario. "Solo un impuesto sobre el cannabis aportaría a las autoridades fiscales 1.800 millones de euros al año. Además, se obtienen ingresos adicionales por impuestos sobre sociedades, comercio y ventas por un total de alrededor de 735 millones de euros, así como mayores ingresos por cotizaciones sociales", recoge el estudio, que vaticina además la creación de cerca de 27.000 empleos legales. Los datos de Statista muestran que en 2020 las ventas de cannabis por canales ilícitos ascendieron a 13.100 millones de dólares. Y las previsiones eran de crecimiento: para 2025 se esperaban 16.600 millones.
Imagen | Retinafunk (Flickr) 1 y 2
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La noticia En Alemania el cannabis mueve un mercado negro millonario. Ahora el país ha decidido legalizar su consumo fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .