Las 4 mujeres que brillan con luz propia en la serie de Coppola: amores reales, romances ficticios y la tele como escenario de la vida
Pasan los días desde su estreno y la serie sobre la vida de Guillermo Coppola sigue captando la atención del público. Por un lado, la calidad del producto que se emite por Star+, con la notable caracterización de Juan Minujín, el elenco que sostiene los relatos y la recreación de época, con esa seducción sin freno que ofrece lo retro. Pero más allá de cualquier análisis y giro de la ficción, no hay que olvidar que parte de hechos reales. Y con personajes tan fuertes del deporte, la política y el espectáculo, las repercusiones estaban garantizadas de antemano.
Alrededor de Coppola, el representante orbitan personajes, lugares y momentos ligados a los últimos 40 años de la Argentina. Y el universo femenino tiene un sitio primordial, con personajes fuertes que ponen a prueba al protagonista. Algunas de ellas, brillan con luz propia. Y en esta nota, repasamos cuánto hay de cierto y cuánto no en los cuatro personajes femeninos que más llamaron la atención.
Amalia Yuyito González
La de Amalia Yuyito González y Guillermo Coppola fue una de las parejas más explosivas de la farándula de los ‘80. Se conocieron en 1983, cuando él era un empleado de banco con una presencia cada vez más fuerte en el mercado del fútbol y ella era una de las vedettes del momento. Estuvieron juntos cinco años y fruto de la relación nació Bárbara, que hoy es arquitecta y eligió un bajo perfil alejado de la exposición. Sin embargo, en el inicio de la biopic se hace una alusión a ella, generando la primera gran polémica de la serie.
“Te soy sincera, lloré por eso, al ver esas imágenes porque a mí me dolió. Me dolió que trascienda algo que no es así y que toca mi corazón, toca a mi hija, a lo que ella conoce de sus padres. De verdad, nunca no quisimos tener hijos, al contrario de hecho yo recuerdo que justamente no quedaba embarazada y en ese momento había ido a mi doctora y me había dado no sé qué hormona porque con Guillermo queríamos”, enfatizó la actriz en Socios del espectáculo.
“Yo no sabía que iba a salir esa escena”, se excusó Coppola en diálogo con LAM. A mí no me molestó porque yo sabía que no era así. Yo tengo una hija hermosa y no tengo que rendir examen con ninguna hija porque tengo una relación estupenda con todas”, agregó. Y sumó la palabra de Bárbara para dar vuelta definitivamente la página: “Ahí los estoy escuchando con mamá. Yo te amo con todo mi corazón, vos me hacés llorar. Gracias por existir y sé cómo sos, ni más ni menos. Yo no tengo nada que reprocharte”.
Bárbara es famosa desde que nació y quizás por eso haya elegido un estilo de vida radicalmente opuesto. De hecho, la serie también recrea su presentación en sociedad en Hola Susana, que por entonces se emitía por ATC. Allí Guillermo hace gala de su humor “no lo encontramos al padre” y Amalia da cuenta de un parecido que no requiere ADN: “Tenés que mirarle la pera y te das cuenta que es de él.
Sophie (o Monique)
El romance de Coppola con una misteriosa modelo alemana fue una grata sorpresa para los que siguieron la serie. A diferencia de las otras historias de amor que refleja, esta no permaneció en el imaginario mediático del gran público, que lo consumió como una novedad. Con algunas licencias propias del guion, para justificar aquello que el parecido con la realidad es pura coincidencia, Coppola cuenta esta historia para demostrar lo que era capaz de hacer para seducir a esa mujer. También para introducir al célebre jarrón, que terminaría llevándolo a la cárcel.
Interpretada por la chilena Mayte Rodríguez, Sophie en realidad se llama Monique, es alemana de nacimiento y no chilena con raíces germanas como cuenta la serie y flechó al representante en un desfile que transcurre en Mar del Plata y no en Punta del Este. Pero esto no es lo más importante, sino ver cómo Guillote era capaz de contratar una grúa para subirle flores al balcón de su departamento o mover sus influencias en la política y la farándula, como para que Karina Rabolini le haga de celestina o el hijo del presidente arroje pétalos de rosas desde un helicóptero.
Según el relato de Coppola en la serie, sostenido por declaraciones al periodista Guillermo Poggi, la historia transcurre a comienzos de los ‘90 y sucedió de manera bastante fiel a lo que ocurre en la trama, incluida la secuencia de sexo fallido en una noche de Punta del Este que parecía soñada. “Se jugaba el currículum, la hombría… Pum, pum, pum. Tres segundos de partido y se terminó”, contó Guillote con su estilo característico.
El romance despertó más curiosidad por lo desconocido que por su rebote en busca de aclarar u oscurecer el pasado. En la vida real, el representante y la modelo continuaron con su relación, viajaron por el mundo, salieron de shopping y el amor se terminó cuando ella lo descubrió piropeando a una periodista de la televisión italiana. Antes, para uno de sus cumpleaños le regaló un jarrón. Sí, el jarrón que pasó a la historia grande de los casos policiales en Argentina.
Alejandra Pradón
El romance de Guillote y la Pradón no solo es una conexión inmediata a dos personajes icónicos de la farándula de los ‘90. También es una muestra de las artimañas del representante para tramar, y eventualmente desmontar o desmentir, una operación de prensa. Y además, un ejercicio de los más atrapantes que tienen este tipo de biopics: trazar paralelos entre la ficción y lo que ocurrió realmente.
Con una notable Adabel Guerrero en el rol de Alejandra, el parecido físico más logrado de esta lista, la subtrama se inicia cuando Diego Maradona fue a ver a la vedette al teatro. Pradón era una de las más importantes de la época y los rumores no tardaron en aparecer. Coppola intenta desarticularlos los corrillos aduciendo que en verdad es él quien mantiene el vínculo con Pradón. Para ello, organiza una salida a un restaurante de moda y elige una mesa bien pegada al ventanal, ante la nada casual de periodistas y reporteros gráficos. Para rematar la faena, en el programa de Susana Giménez rematan la faena, con una trama supuestamente guionada que Alejandra se animó a desafiar.
A Guille se le escapó un dato nada menor: él también estaba casado. Y luego de la entrevista televisiva, su esposa le pidió el divorcio porque no le había gustado cómo se había gestado todo. “Lo hice por Diego”, intentó explicarle el representante a su amada dejando entrever que esa farsa era para que los medios no alimentaran las versiones de romance entre la artista y El Diez. Sin embargo, no fue el único lugar en el que tuvo que dar explicaciones.
Luego de ver aquella escena, Alejandra Pradón expresó su enojo al notar que allí quedó señalada como la amante de Diego Maradona y que su relación con Guillermo Coppola fue solo una pantalla. La exvedette sostuvo ella sí estuvo en pareja con el representante, que fue invitada al living de Susana Giménez a hablar de su verdadero amor, que no fue orquestado, así como tampoco mantuvo un amorío con el exfutbolista fallecido en 2020.
“No me gustó nada lo que vi. Llamé a Claudia Villafañe porque para mí es la que importa en mi vida y en lo personal es ella. Es una ridiculez lo que se cuenta en la serie”, aseguró Pradón en Intrusos. “A Claudia le dije que estaba muy enojada. Pasa que yo la adoro, la respeto muchísimo. Hemos compartido muchas cosas con Guille, las nenas. Éramos familia”, aseguró.
Susana Giménez
Si bien está a salvo del historial amoroso del protagonista, al menos en lo que se eligió contar, la diva de los teléfonos tiene un papel destacado en la serie. El living de su programa es el estrado que elige Guillermo para librar algunas de sus batallas. Allí anuncia que espera un hijo con Yuyito y lleva a cabo la etapa final del operativo blanqueo de su romance con Alejandra Pradón, relatados en esta misma nota.
Susana es interpretada por María Campos, una actriz con un fuerte potencial musical, y fue elegida a través de un riguroso casting para hacer a Susana. Según relató Guillermo, la diva lo llamó para felicitarlo por la factura de la serie y dio el visto bueno sobre su caracterización, que al final tiene otra participación, pero ya lejos de su inolvidable big show televisivo y del otro lado de la línea telefónica.
En el último capítulo, la escena transcurre en el dormitorio de su mansión en Barrio Parque. Con su emblemático perro Jazmín sobre la falda, Susana llama a Coppola para avisarle que en la casa de su vecino ilustre Diego Maradona las cosas se están yendo de control. Se escuchan gritos, música a decibeles por encima de lo permitido y lenguas de fuego saliendo por las ventanas. Pero esa es otra historia.