Andalucía quiere construir una tubería de 30 km para verter 80.000 millones de litros de aguas tóxicas. Es tan problemático como parece
El 25 de abril de 1998, la presa minera de Aznalcóllar reventó liberando más de cinco millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y casi dos de aguas ácidas a las puertas de Doñana. Han pasado casi 20 años, pero el fantasma del que fue uno de los mayores desastres de Europa, sigue tan vivo como el primer día.
Porque, según cuenta la prensa andaluza, la Junta de Andalucía quiere aprobar el vertido de 80.000 millones de litros de aguas tóxicas procedentes de la misma mina de forma escalonada durante los próximos 18 años.
¿Qué quieren hacer? Para ello, se pretende terminar una tubería de 30 kilómetros que saldría del reciento minero de Aznalcóllar; atravesaría los municipios de Sanlúcar La Mayor, Valencina, Olivares y Salteras; y llegar al río Guadalquivir a la altura del Estadio Olímpico de la Cartuja. Muy cerca de una zona de espacial conservación del estuario del río.
Es una parte esencial del proyecto de reapertura de la mina que negocia la Junta con dos grupos mineros y que, según explicó el consejero de Política Industrial y Energía, avanza "en la dirección que pensamos idónea".
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¿Por qué es esencial? Porque no se trata solo de construir un sistema de evacuación de las aguas que genere la mina (unos 2.600 millones de litros anuales, según la mina; 4.000 millones, según la Junta), sino que hay que hacer un vertido inicial con los 17.520 millones de litros que ahora mismo hay acumulados aguas arriba (y que, en muchos casos, llevan ahí desde 1998).
Esto último, según los planes de la mina, se haría en 18 meses.
Pero ¿agua sin depurar? No, claro. Según el proyecto se iniciarán toda una batería de proceso de depuración. Sin embargo, los ecologistas no tienen claro que los altísimos niveles de metales pesados (Arsénico, Cadmio, Cobre, Cromo, Mercurio, Níquel, Plomo, Selenio o Zinc) que llevan acumulados allí casi 20 años vayan a conseguir neutralizarse fácilmente.
Y las consecuencias de la contaminación del estuario del Guadalquivir puede ser terrible: no solo pondría en riesgo la biodiversidad de la zona (algo ya de por sí muy problemático), sino que se pondría en aprietos la seguridad alimentaria de los arrozales y comprometería la pesca en todo el golfo de Cádiz.
La casilla de salida. Una y otra vez, Andalucía vuelve a la casilla de salida. Al menos: en lo que se refiere a sus espacios naturales. Si durante los últimos años, la gran polémica han sido los regadíos en Doñana, ahora parece que le toca el turno a Aznalcóllar. Y eso que hablamos de una de las regiones más amenazadas del país.
Todo parece indicar que el proyecto se aprobará. Con medias extra y mucha polémica, pero se aprobará porque la intención de la Junta es hacerlo. Y eso solo significa que, más pronto que tarde, volveremos otra vez a la verdadera casilla de salida: tener que decidir cómo queremos gestionar el país y tener que aumir que esa decisión tiene consecuencias.
Imagen | Kallerna
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