Marcha universitaria: tratativas tardías y una luz de alerta para Milei en semanas claves para el humor social
Santiago Caputo, el estratega principal de la Casa Rosada que suele sobrevolar todos los rubros si es que no se mete a fondo en cada uno de ellos, intentó moderar el reclamo. Se lo hizo saber a Emiliano Yacobitti, el vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, uno de los promotores de la marcha de este martes, que le contestó lo que, a todas luces, el asesor presidencial ya conocía de antemano: que era demasiado tarde para apaciguar los ánimos de cara a una movilización que, en los papeles, se prevé multitudinaria.
Como Javier Milei, que anoche celebró el superávit fiscal del primer trimestre del año -lo presentó como un “milagro”-, Caputo es un talibán de lo que el presidente definió por cadena nacional como “el programa de estabilización de shock más ambicioso de nuestra historia”, y el cerebro de la estrategia comunicacional del gobierno con la que el jefe de Estado se valió hasta ahora para legitimar, con la aprobación de buena parte de la sociedad, la ejecución de su plan, a través de la inoculación de un concepto, “la casta”, que utilizó para confrontar, con éxito, con el sistema político tradicional.
En los últimos días, sin embargo, en el tablero de la gestión comunicacional de Milei y su entorno se prendió una luz de alerta: la marcha convocada para hoy por estudiantes, rectores y profesores de las universidades de gestión estatal por el ajuste en los salarios y en los gastos de funcionamiento, a la que adhirieron sorpresivamente desde el sector privado, le presenta al gobierno su primer desafío público de magnitud, una movilización incómoda para el relato libertario, en momentos de extrema sensibilidad en el humor social.
“Hasta acá el gobierno, cada vez que puso en agenda una tensión, ponía con claridad enfrente a actores privilegiados, ‘la casta’, y eso le daba total comodidad porque la media del país pedía fricción con ellos. Si hoy son estudiantes, familias y trabajadores, el gobierno tendrá enfrente, por primera vez, a los ‘no privilegiados’”, aseguró a Infobae Pablo Knopoff, analista político y director de la consultora Isonomía.
Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, se refiere al concepto del “taxi de confianza”. “La UBA y el resto de las universidades públicas pueden ser el taxi al que todos aquellos que tienen desconfianza de la CGT, de los movimientos sociales, de los partidos políticos, se pueden subir para exteriorizar que se encuentran del otro lado de esta nueva grita”, escribió el consultor en sus redes. “La marcha de hoy puede ser el primer mojón”, agregó en diálogo con este medio.
Anoche, autoridades policiales arriesgaban una convocatoria en torno a la Plaza de Mayo no menor a los 50 mil asistentes. Desde la organización aventuraban una cifra muy superior.
Para el gobierno, se trata de un momento bisagra en su hoja de ruta: atraviesa las semanas más duras, que implican, para los sectores medios, una ola de aumentos en las tarifas de los servicios públicos y el transporte, y arrastran una retracción del consumo y una caída de la actividad económica, una licuación de los salarios y las jubilaciones que obligaron al Ejecutivo a ir incluso en contra de su promoción irrestricta del libre mercado, e intervenir en los desproporcionados incrementos de la medicina prepaga. “En estos tres meses se define el partido”, exageró el fin de semana un empresario que escuchó con entusiasmo el discurso presidencial del pasado viernes desde uno de los salones del exclusivo Hotel Llao Llao, en Bariloche.
Es la pregunta que recorre a todo el círculo rojo: el nivel de resiliencia que está dispuesto a tolerar la sociedad, y la sostenibilidad de este programa de ajuste fiscal, ”a los hachazos”, según economistas ortodoxos que comulgaron con LLA. “Estamos cruzando el desierto para llegar a la tierra prometida”, dijo ayer el presidente. Inquieta cada vez más cuán lejos está ese destino.
“Entiendo que la situación que estamos viviendo es dura, pero también que ya hemos recorrido más de la mitad del camino. Es el último esfuerzo heroico que los argentinos estamos haciendo, y por primera vez en mucho tiempo, esta vez el esfuerzo va a valer la pena”, resaltó Milei anoche en el prime time televisivo, en un discurso de menos de veinte minutos que tituló “El camino a la prosperidad”, y que intentó poner de relieve para recuperar otra vez la agenda pública después de semanas sin contenido oficial pro-positivo.
Según pudo reconstruir este medio, el gobierno trató tardíamente de reencauzar el diálogo con los rectores de las universidades públicas para desactivar, en vano, la convocatoria de este martes. Ayer, horas antes de la cadena nacional, el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, anunció “el depósito del 100% de los gastos de funcionamiento de las universidades nacionales, con un aumento del 70%”, es decir, un incremento total acumulado del 140% en concepto de actualización. Insuficiente para los organizadores de la marcha de hoy que, sin embargo, están dispuestos a sentarse una vez que pase el reclamo. Argumentan que existe un prejuicio ideológico además del presupuestario.
Durante todo el fin de semana, el propio Milei y cuentas en redes sociales vinculadas a La Libertad Avanza habían machacado con la instalación de un relato destinado a desacreditar la convocatoria de hoy, y remarcar en las adhesiones de la central obrera o de dirigentes destacados del kirchnerismo, para tratar de deslegitimarla. Orientados, por caso, en la eventual negativa de las autoridades universitarias en la auditoría de los fondos que reciben las casas de estudios y que, según la normativa actual, corre solo por cuenta de la AGN.
En ese sentido, los organizadores terminaban de ultimar este lunes los detalles de la puesta en escena para tratar de apuntalar la autenticidad del reclamo. “La única consigna es en defensa de la universidad pública argentina, ese va a ser el logo del escenario, y no va a haber arriba nadie que no sea representante universitario”, explicó un rector del Gran Buenos Aires.
Para el gobierno, la situación es por demás incómoda. No solo por la autenticidad del reclamo, transversal a todos los estratos socioeconómicos, y que aglutina a buena parte de la oposición, sino porque desde la propia administración libertaria admiten la incapacidad para identificar a un oponente al que puedan sacarle provecho para la construcción del relato oficial. Más bien, lo contrario. En un sector de la sociedad que, es cierto, carece de liderazgos, de planes y de ideas. Del otro lado, Milei acapara la centralidad absoluta del proyecto en cuestión.
Cerca del presidente reconocen, sin embargo, las diferencias entre Pettovello y Alejandro Álvarez, el subsecretario de Políticas Universitarias, al que, con elegancia, le adjudican “errores de cálculo”. Persisten, en ese plano, inconsistencias en la gestión de los conflictos. Provocador, imitador del estilo presidencial, una impronta no compartida por el secretario de Educación, Carlos Torrendell, Álvarez se dedicó a fogonear el conflicto y hasta “vendió” puertas adentro que lograría dividir a los rectores, para tratar de desactivar los reclamos. No lo logró. Antes del fin de semana, fatigó teléfonos de algunos de ellos, sin éxito.
El problema, admitieron asesores presidenciales, consistió además en juntar el reclamo salarial, que es histórico a pesar de la ferocidad del ajuste actual, con los gastos de funcionamiento de las universidades, que terminó por aunar a todos los sectores. El fin de semana, el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, advirtió que la casa de estudios podía cerrar este año: “Si no hay dinero, no nos va a quedar otra”, deslizó.
En ese contexto, Milei se enfrenta a su primer gran test en términos de opinión pública, en un rubro que lo interpela de manera directa porque afecta a los intereses de una de las bases de su sustento electoral -los jóvenes-, en momentos en que, según los especialistas, la conversación en redes empezó a mostrar una marcada desaceleración de los aspectos positivos de la gestión.
“Son los jóvenes, es su base electoral, no se está peleando contra la casta, y es un problemón además el protocolo anti-piquetes porque no podes actuar contra los pibes”, remarcó ayer un analista.
Este lunes, autoridades de la Ciudad y del ministerio que conduce Patricia Bullrich todavía intercambiaban mensajes para coordinar el operativo entre la Plaza Houssay, el Congreso y la Plaza de Mayo.
Anoche, el presidente buscó volver sobre la agenda que mejor le sienta: la eliminación del déficit y el sendero de inflación a la baja que lo desvela y al que le dedica la mayor parte de su tiempo. “La era del Estado presente terminó”, advirtió ayer el mandatario.
La marcha de hoy coincide además con el inicio formal del debate parlamentario en torno a la ley de bases, cuyo tratamiento en comisiones en Diputados está previsto para este miércoles. Su futuro en la Cámara baja, pero en particular en el Senado, es todavía una incógnita cuya resolución nadie se anima a arriesgar con certeza en el seno del gobierno.
Fue uno de los temas que se comentó en el festejo de cumpleaños del ministro Guillermo Francos, en su casa de la zona norte del conurbano, el sábado por la noche. Sobresalieron algunos funcionarios del gabinete. Desconfiados, no se permitió el uso de celulares. No vaya a ser que a algún invitado indiscreto se le ocurriera publicitar la celebración. No es el momento.