Las naciones del mundo y sus estereotipos, vistos por Japón en este alucinante mapa de 1932
A mediados de 1932 el mundo vivía tiempos convulsos. Estados Unidos digería las pesadas consecuencias de la gran recesión; España lidiaba con las contradicciones internas de la Segunda República; Alemania abría las puertas a Adolf Hitler tras sus (pen)últimas elecciones libres; y Japón expandía sus posesiones continentales estableciendo el Manchukuo. El planeta, sin saberlo, se dirigía al desastre.
Entre tanto, los cartógrafos japoneses tenían tiempo para esterotipar al resto del mundo. Japón se encontraba en la cima del reinado de Hirohito, consumada la transformación económica implementada por el emperador Meiji más de medio siglo atrás y proyectado su poder imperial hacia diversos rincones del extremo asiático. Podía mirar al mundo desde una posición de teórica superioridad.
Y lo hacía en un mapa, publicado por la revista Hi no De, explorable en su totalidad aquí, que recorría las cuatro esquinas del mundo desplegando toda suerte de clichés racistas, descripciones ofensivas y una extraña precisión para capturar el tono político de su tiempo. La cartografía es un "Buscando a Wally" de los años treinta. Todos los actores que determinarían el negro porvenir de la humanidad en los años siguientes estaban allí.
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Por ejemplo, en Europa Hitler se peleaba con uñas y dientes con Hindenburg. La República de Weimar caminaba hacia su acto final, y lo hacía en unas elecciones (dos, en realidad: unas en julio, otras en noviembre) en las que Hindenburg, jefe de Estado electo, terminaría claudicando ante la presión de Hitler, nombrado canciller pocos meses después. Sería el principio del fin.
Entre tanto Albert Lebrun, presidente de Francia, vivía ajeno a cualquier acontecimiento continental replegado en sus propios problemas (a saber, según los dibujantes, la vendimia de uva); y Ramsey MacDonald, primer ministro británico, se debatía entre las dos almas de la extraña coalición electoral que sostenía a su gobierno (el laborismo obrerista vs. la aristocracia conservadora).
España es un cúmulo de esterotipos andantes presididos por un preciso Niceto Alcalá-Zamora, jefe de Estado durante la mayor parte del periodo republicano. Para todo lo demás, Japón interpretaba en España corridas de todos, Semana Santa, folclóricos andaluces esquivamente ubicados en la cornisa cantábrica y mujeres con peineta asomada a los balcones.
¿Italia? Mussolini comiendo pasta. ¿La Unión Soviética? Un Stalin todopoderoso y aupado sobre las fábricas surgidas de los planes quinquenales y la colectivización. ¿Los países nórdicos? Alegres muchachos y muchacas haciendo deporte al tiempo que lidiando con renos y osos y construyendo saunas (excepto Dinamarca, demasiado inane, al parecer, como para que los dibujantes japoneses le caracterizaran de algún modo).
El resto del planeta no se queda atrás. México y Centroamérica están dominados por un sinfín de montañas, aves exóticas y una figura que evoca a Emiliano Zapata. Sudamérica es un sinfín de animales extraños, plantas tropicales, naturaleza salvaje y algún que otro ocasional ser humano repartido por el continente (especial mención merece la comunidad de migrantes japoneses en Sao Paulo, retratada con cariño).
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¿África? Tres cuartas partes de lo mismo, solo que añadiendo groseras descripciones racistas de las tribus aún por civilizar y un corazón continental plagado de elefantes, gorilas y jirafas (y algún que otro colonizador británico rodando un documental). En Oriente Medio se esboza la figura de Ataturk y de los clanes saudíes que unificarían la península. También alfombras persas y mezquitas.
Asia tampoco se queda atrás: hay un maligno conspirador surcoreano, celoso de la proyección imperial japonesa; una China fragmentada en un conflicto civil interno que derrocaría para siempre no sólo a la figura imperial, sino también a las aspiraciones republicanas aún representadas al sur; y un Ghandi reinante sobre la India al que las autoridades británicas tratan de acotar (sin éxito aparente).
El mapa funciona incluso como lectura geopolítica: es el conflicto creciente entre Estados Unidos y Japón la narrativa que domina la situación en el Océano Pacífico, repleto de fortalezas inexpugnables (Filipinas o Hawaii, americana; Singapur y Hong Kong; británicas) que el dibujante japonés interpretan como obstáculos en el espacio natural de Japón.
Los barcos militares, los cañones y los aviones de guerra se reparten por doquier. El mapa y lo firmó un artista de Hi no De llamado Sagyo Shishido. Resulta fascinante porque ilustra a la perfección la visión sobre el mundo que tenía Japón en la cúspide de sus ambiciones imperiales, y el rol reservado para el resto de naciones del mundo.
Dada la cercanía de la Segunda Guerra Mundial, tuvo una gran intuición sobre los acontecimientos que muy poco después cambiarían la faz de la Tierra para siempre.
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en febrero de 2019
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La noticia Las naciones del mundo y sus estereotipos, vistos por Japón en este alucinante mapa de 1932 fue publicada originalmente en Xataka por Andrés P. Mohorte .