David Lebón, íntimo: los nervios antes de cada show, la vuelta al estudio con Charly García y su conexión con el amor
David Lebón está nervioso. En realidad, no lo demuestra. Porque en esta conversación que mantuvo con Teleshow está como siempre se lo suele ver en público: gracioso, chispeante, cercano, con la sensibilidad a flor de piel. Pero la procesión va por dentro, esta vez, y lo inquieta el hecho de estar por tocar por primera vez en el Movistar Arena, algo que hará el próximo sábado 4 de mayo.
Pappo’s Blues, Color Humano, Pescado Rabioso, Serú Girán, Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, Seleste, Espíritu, Polifemo, una frondosa trayectoria solista iniciada por aquel icónico álbum homónimo de 1973… Un tipo que no necesita ningún tipo de presentación, pero que, sin embargo, siente la tensión del compromiso. “Me pongo insoportable, me pongo insoportable… Hace un mes que estoy nervioso. Me inquieta la responsabilidad de que salga bien. Cuando sale bien, vos no sabés cómo me voy a mi casa, como si estuviera una de esas alfombras voladoras y me voy así. Y recuerdo la cara de este, la cara de aquel, del nenito de 11 años que le caía una lágrima porque me quería… El otro día me pasó eso: bajé del escenario y lo agarré y le di un beso porque era un amor, un pibe divino. ‘Yo soy tu fan, te quiero’. Esas cosas me matan. Y es lo que más agradezco. Porque eso también me lleva a ser… ¿Cómo lo podría decir? Porque si digo ‘buena persona’ suena medio egocéntrico. Un ser humano, un ser humano que está conectado con lo que pasa”, dice.
—¿Y alguna vez salió tan mal la cosa como para ahora ponerte así de nervioso?
—Mil veces.
—¿Por qué? ¿Qué fue lo que salió tan mal?
—Y… El trago. El traguito es el peor de todos. Te hablo de la época de Serú. El trago es algo que cayó ahí entre nosotros y no parábamos. Entonces llegábamos con un pedo infernal a los shows. Y nada… Yo tiraba la guitarra, Charly (García) empezó a tirar los teclados. Le regalábamos guitarras a la gente. Un montón de cosas que al otro día te levantabas y decías: “¿Y dónde está mi guitarra?”. “No, se la regalaste a un pibe, ayer, anoche en el recital”. Ese fue un momento general en el mundo, cuando cayó la merca, apareció para que puedas seguir tomando vino, alcohol, lo que sea. Y ahí se armó un cóctel que mamma mía, ¿viste? Tremendo. Pero gracias a Dios yo ya hace prácticamente de 20 a 15 años que no lo hago más. No me acuerdo si son 15 o 20 que estoy buscando la merca y no encuentro dónde la dejé (risas).
En los últimos meses, David se encuentra presentando los distintos episodios de Herencia Lebón, un proyecto audiovisual que se vincula a su laureado Lebon & Co -Gardel de Oro en 2020- porque vuelve a revisitar parte de su propia historia pero ahora también versiona a alguno de sus ídolos. A fines del año pasado lanzó las primeras dos partes, con canciones que dan cuenta de su recorrido pero también de sus influencias: “Noche de perros”, “Sin vos voy a estallar”, “Despiértate nena”, “Desarma y sangra”, “Mundo agradable” y “Blackbird” (The Beatles). Este jueves adelantó la tercera parte con “No seas dura” como primer single y, poco antes del show, lo completará con temas de Charly y Eric Clapton.
“Lo de Herencia… fue una idea de Patricia Oviedo, mi compañera, mi amiga fiel, como dice Toy Story. Y me encantó, me pareció lindo como suena. Tiene fuerza, tiene poder. Y demuestra de alguna manera todo lo que hice y, si Dios quiere, todo lo que voy a seguir haciendo”, resume. Sobre la elección del repertorio, dice: “Son temas que a la gente les gusta. ‘Noches de perros’, por ejemplo, está bueno porque tiene lo necesario: letra, canción, estribillo, un buen solo de viola. No lo digo porque lo hago yo, pero está bueno porque es largo, tiene onda. Siempre digo: yo hago canciones para hacer solos de guitarra, no se crean que soy un gran compositor. Lo hago para eso y me salen bien, sin querer. Voy a tratar de hacer canciones más lindas”.
En plan de mirar hacia el interior y el origen, David ya tiene entre manos un proyecto en donde cantará, en inglés, las canciones que lo alimentaron en su infancia. “Cuando vine de Estados Unidos, donde viví hasta mis 16 años, acá todos cantaban en inglés, copiaban lo de afuera, muy influidos por Los Beatles. Y después de tantos años, dije: ‘¿Por qué no canto en inglés yo, que vine de allá, me crie con eso y con todo lo que aprendí?’. La batería, el bajo, la guitarra… Hasta inclusive bailar aprendí. Por eso hice ‘Blackbird’ y ahora voy a sacar un disco en inglés con todo lo que escuchaba cuando era joven. Desde lo primero hasta lo último, que fue Jimi Hendrix en el año 69, cuando falleció. Ahí me vine para acá y empecé a cantar en castellano”, cuenta.
—Con tu recorrido, ¿es posible seguir aprendiendo?
—Sí. La vez pasada vi a Paul (McCartney) contando cómo se inspiró para hacer “Blackbird”, de algo que sacó de una canción medio lírica. Y la tocó un poquito y empezó a mostrar cómo. Gracias a que hizo eso, yo pude ver un acorde que no había visto antes y lo mejoré (se ríe). Yo no escucho mucha música en casa porque tiendo a copiar. No es que copie a todos, pero cuando me gusta mucho una canción, me tira para ese lado y empiezo a hacer acordes y cosas muy similares a esa canción. No vas a escuchar nunca una canción que se parezca a otra, pero a mi me da la impresión de que si escucho mucho, me inspiro demasiado.
—¿Alguna vez diste clases?
—Nooo… Una sola vez. A uno que no está más (se ríe). Un chico al que le costaba mucho y yo me daba cuenta de que no iba. Y ahí me di cuenta de que decirle a un tipo que no va a funcionar, es horrible, es horrible. Es peor que un médico decirle a una persona que se va a ir. Igual, no quiero tocar ese tema, porque la mano de irse es muy sutil. Yo, por ejemplo, no tengo ningún problema en irme cuando me tenga que ir. Es parte de esto. Yo vine, estoy y me voy. Comprendido. Mientras no sea una cosa horrible, como un tiroteo, o algo que estés aplastado por una roca como diez días, todo bien.
—En el primer episodio de Herencia Lebón está “Despiértate nena”, un tema de Pescado Rabioso que en su grabación original cantaste vos. ¿Cómo fue eso, te lo propuso Spinetta?
—Se lo pedí yo. “¿La puedo cantar yo?”, le dije cuando la estábamos haciendo.
—Ah, un atrevido.
—¡Atrevido vos! (risas). Luis era un tipo totalmente… No amoroso, sino brindado totalmente, de corazón a corazón. Si él te quería, te regalaba todo: la ropa, la guitarra… Era un tipo con mucho amor, en una época donde la palabra “amor” era de pareja nada más. Pero uno puede tener amor sin tener nada. Solo se puede tener amor mientras estés vivo. Podés amar a los pajaritos, tu casa, tu guitarra… O a vos mismo. En realidad, yo me siento mi mejor amigo, me entiendo perfectamente. Yo creo en algo y voy a morir creyendo en lo que yo creo. Y aparte está funcionando increíblemente. Pero volviendo a Spinetta, éramos hermanos. Vivíamos juntos en mi casa, también con mi hermana. No hacíamos fiestas, pero venían amigos como Pappo, Edelmiro (Molinari)… Un montón de gente que tenía que ver con la música. Hablábamos del mundo, de cómo cambiarlo, cómo podíamos hacer que la cosa estuviera mejor, que estemos más felices. Era la época hippie, pero nosotros nos bañábamos acá en Argentina, esa era la gran diferencia. Y más o menos nos vestíamos bien. Pero la idea era buena, porque encima ya estábamos tocando el primer peldaño al cachetazo porque tenías un aro. Ya estábamos muy cerca de ahí.
—De hecho, a vos te secuestraron (ocurrió en 1976 y en manos de la Triple A).
—Yo estuve chupado dos veces, sí, sí. Suena rara la palabra “chupado”, pero bueno… Fui invitado a un lugar donde la gimnasia era que te caguen a trompadas y te picaneen… ¡Por nada! Porque jamás tuve un arma. Sí, tuve un rifle de aire comprimido cuando era más joven. Pero odio la violencia, la odio a la violencia. Porque la violencia es el infierno. Y la bondad es cielo, para mí.
—¿Los perdonaste?
—Yo empecé a entender de que estas personas no entendían lo que estaban haciendo. Ni los que están ahora no están entendiendo lo que están haciendo. Ni la guerra que está sucediendo afuera no entiende lo que está haciendo. Porque no tienen amor, porque están en otra… No sé donde están, no sé qué pasó. Yo me levanto a la mañana y veo que sigo respirando. Y digo: “¿Quién me respiró mientras estaba durmiendo?”. Y yo creo mucho en mi creador. Y me levanto y agradezco todos los días estar vivo. Y digo: “Qué bueno, ¿a ver que podemos hacer hoy? ¡Nada!” (risas). Yo he amado perros que me han mordido. He amado con toda mi alma a perros que me han mordido.
—Antes hablabas de que te da nervios que las cosas salgan mal en un show. ¿La pasaste mal en los River de Serú, en 1992?
—No, yo la pasé bien. Tuvimos discusiones antes y después. Pero yo la pasé bien. Estaba la gente ahí y había que hacerlo. Igual, tenía un poco cerrada la garganta. No podía cuando tenía que… (canta un fragmento de “Cosmigonón”). La tenía acá, la papa que está acá (se agarra a la altura de la nuez). No podía empezar a cantar. Estaba por llorar o por arrancar a cantar.
—En donde sí se dijo que la pasaste mal fue en la última reunión de Serú Girán, en el Cosquín Rock 2013, durante un show de Charly…
—Una cosa es ser humilde y otra cosa es ser humillado. Yo había terminado mi show a las cinco y media de la tarde y ya estaba listo para volver a Buenos Aires. Vino José Palazzo (productor del festival) y me convenció de que nos íbamos a juntar con Pedro (Aznar, quien también tocó en ese CR) y Charly. Después, entré al camarín de Charly, que era una van, una camioneta, pero era un boliche. No sabés lo que era adentro, era impresionante: había luces, música, todo. Y él me dice: “Dale, dale, hagámoslo”. Y tocamos con el batero chileno que tenía Charly (Toño Silva), que no te digo que toca igual a (Oscar) Moro, ni en pedo, pero sí tenía un golpe parecido, pesado. Pero tuve que esperar hasta las 12 y media, 1 de la mañana y todos me hablaban, me hablaban. Y yo necesito silencio, también. Ya hay una edad en la que uno ya es un abuelo. Yo soy abuelo, tengo nueve nietos. A ellos sí los quiero escuchar, o de última contarle historias mías. Pero después, la mano de los “sabios”, en donde todos quieren ser el último en decir la mejor palabra, la que mejor suena, no me va.
—Grabaste en La Lógica del Escorpión, el esperado disco de Charly, ¿Cómo fue ese reencuentro en el estudio?
—Sí, sí, dos temas grabé. Él es un personaje increíble, yo lo amo tanto al quía. Porque es muy inteligente. Primero, para hacer letras. Las letras que hace son increíbles, muy buenas. Si encontrás el camino, ¿no? Si lo escuchás como un tema, qué sé yo… Él me dijo que sí iba a grabar conmigo para mi disco Lebón & Co. Pero que a él le gustaría si yo podía grabar, a cambio, un tema con él. ¡Y me hizo grabar dos temas! (risas). Estuve como 18 horas en el estudio, más o menos, grabando… Lo amo, lo amo, lo amo…
—¿En qué se diferencian ustedes dos?
—En el último de Serú, el de la mano (Serú 92), hay un tema que dice: “Cada vez que trates de matar, quizás estés matando a alguien que te trata bien” (”Transformación”). Esa noche, cuando lo escribió, se había peleado con uno de los compañeros de la banda, y estaba triste, muy triste. Muy pocas veces se lo ve triste a Charly. Es muy fuerte, es un tipo fuerte. Pero por dentro es un ángel. Es un tipo que simplemente tiene un escudo así, lo tiene acá (levanta un escudo imaginario a la altura del pecho) y la espada, porque ya sabe cómo es todo esto. Ya sabe cómo caminan y todo.
—¿Y vos?
—Yo lo tomé todo mucho… No sé. Me gustó mucho el destino que me está tocando, todavía. Que es el mismo desde que nací. Cuando yo vine acá a este planeta, llegué y tomé mi primer respiro, ahí empezó la vida de David. De Oscar en realidad. Y me gusta. Hasta acá, me gusta. Yo no hice nada, yo no fui a que me picaneen. Yo no dije: “Chicos, vengan, picaneenme, porque los odio”. Yo no hice eso, yo no hice nada malo. Siempre soñé con un mundo agradable. Y sigo soñando con un mundo agradable. Y también sé que el tiempo es veloz. Para hacerte a vos, que seas único, y nadie más que vos, nunca antes, nunca después, solamente ahora, se tarda 500 billones de años para que se forme todo esto que está al lado mío, preguntándome cosas. Y viviendo acá, es re corta la vida comparado a eso. ¡Es re cortita! ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a vivir bien o vas a vivir como el culo? Es una decisión tuya. Aunque te empujen, aunque te peguen, aunque te hagan lo que te hagan. Yo me quedo ahí, respirando, tranquilo y agradeciendo de que estoy acá, con el hecho de poder tocar y hacer música.