En paralelo a la Ley Bases, la política empieza a mostrar señales de reordenamiento interno y se abren fisuras hacia adelante
Anoche, mientras se sucedían los oradores y aún se negociaban a contrarreloj algunos artículos clave de la ley bases y el paquete fiscal como la delegación de facultades, las privatizaciones y Ganancias, en el Parlamento empezaba a vislumbrarse un reordenamiento del sistema político bajo una única premisa: la calidad y el nivel de la vinculación, y cercanía, con el gobierno de Javier Milei.
Elisa Carrió, que suele adelantarse a los procesos políticos –”Estoy preparada para una nueva alianza”, aventuró en el reportaje que le dio a este medio hace diez días-, anticipó el domingo un capítulo, no el más complejo pero no por eso menos significativo, de la reconfiguración de los bloques aliados en el Congreso, encaminados a un proceso de discusión interna en paralelo al debate por la ley bases. “Mañana nos vamos del bloque”, avisó la fundadora de la Coalición Cívica en LN+, molesta con Miguel Ángel Pichetto, el jefe de la bancada de Hacemos Coalición Federal -hasta anoche la CC todavía integraba formalmente ese interbloque junto a ex macristas, socialistas y peronistas de los llamados “moderados”-, por las negociaciones en torno a la renovada reforma laboral, su vínculo oscilante con el gobierno y los aceitados nexos del ex senador con la CGT.
En pleno verano, cuando desde algunos sectores se especulaba con la suerte del gobierno, una comitiva de “los gordos” de la central sindical visitó al ex compañero de fórmula de Mauricio Macri para preguntarle qué rol estaba dispuesto a tomar si el proyecto de Milei entrada en un callejón sin salida. El diputado respondió que era muy prematuro para plantear ese tipo de debates.
Profesional de la política, conocedor, como pocos, de cómo funciona el sistema, en especial por abajo de la superficie, a Pichetto no le tiembla el pulso por atender en todos los mostradores. Con el peronismo, el PRO, el oficialismo o la CGT. Desde la reforma laboral, por la que presionó junto al sindicalismo hasta esquilmarla al mínimo y torcerle el brazo al gobierno, el pliego de los candidatos a la Corte Suprema o los nominados por la Cámara baja para la Auditoría General de la Nación (AGN), una disputa a saldar una vez que pase por Diputados la ley bases y el paquete fiscal. De ese tema habló específicamente hace algunas semanas, a solas, el ex senador con Santiago Caputo, el asesor estrella de la Casa Rosada.
“Que (Pichetto) se haya puesto en vocero de la CGT aceleró un proceso que, tarde o temprano, iba a ocurrir. Ese bloque fue solo para el inicio de esta etapa, de coordinación por la ley bases o el reparto de comisiones”, aseguró ayer un referente de la Coalición Cívica. Y agregó, en línea con su jefa: “Creo que él aún no sabe bien cuán cerca o lejos estar del oficialismo”. Anoche, Juan Manuel López, el jefe de bloque de la CC en la Cámara baja, ensayó un discurso con pasajes durísimos contra el oficialismo.
La fuga del interbloque HCF, un aliado clave para la Casa Rosada, anticipó en las últimas horas un mecanismo de reorganización en el sistema político que tendrá, al menos en los hechos, un efecto rebote en el resto de los bloques una vez que el debate por la ley bases se haya agotado en el Congreso, más allá del resultado final, con un camino ciertamente allanado en Diputados y con un enorme interrogante por su futuro en el Senado.
Ayer, mientras Guillermo Francos y Karina Milei supervisaban las negociaciones en Diputados, en el Senado se palpaba un clima incierto por la redacción final de la eventual media sanción del proyecto que esperaban desde la Cámara baja. Victoria Villarruel conoce de cerca la derrota: la sufrió con el revés al DNU 70 ideado por Federico Sturzenegger de hace más de un mes.
La vicepresidenta espera en silencio. Sabe que no abundan los votos, más bien todo lo contrario. Y que hay un buen número de gobernadores del peronismo, y de partidos provinciales, que no controlan a los senadores, y legisladores de distritos que pertenecieron al PJ y que ahora no tienen conducción. Es el caso, por ejemplo, de Carlos “Camau” Espínola y Edgardo Kueider, o de Lucila Crexell. Los tres votaron en contra del DNU 70.
“Está difícil, acá no la vemos”, aseguraron ayer por la tarde desde un despacho importante del Senado. En usinas del kirchnerismo trasciende, por caso, que existe una moción de un grupo de senadores, azuzados por los gobernadores, para coparticipar el impuesto al cheque que recaudó, entre enero y marzo, $1.634.953 millones, con una variación interanual del 235%. Necesitan, para eso, dos tercios de los votos.
En el Senado, los tiempos apremian. Además, Villarruel tiene agendado viajar al encuentro de la Unión Parlamentaria entre el 12 y el 17 de mayo a raíz de una iniciativa promovida por la senadora Crexell. Es decir que dentro de dos semanas no estará en Buenos Aires para presidir el Senado. De tener en estas horas la media sanción en Diputados, el proyecto debería girar y discutirse con su presencia la semana próxima, antes de volar al exterior. Es un calendario demasiado ajustado de cara al Pacto del 25 de Mayo que el gobierno, en teoría, pretende celebrar en Córdoba.
“Vamos a esperar a ver qué sale de Diputados”, resaltaron este lunes cerca del senador Martín Lousteau, el presidente del comité de la UCR que ya dio sobradas muestras de su posicionamiento público y privado en torno al gobierno y que está inmerso en una disputa interna en otro de los espacios que, en la práctica, ya empezó los trámites para reordenarse de cara al futuro.
Lousteau lidera, desde el Senado, una de las tres facciones que pujan puertas adentro en Diputados y que tienen, como cabeza de las otras facciones, a Rodrigo de Loredo, el jefe del bloque, aliado de los gobernadores Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés, y a Facundo Manes, cada vez más cercano a Lousteau.
El senador está públicamente enfrentado al gobierno. Exhibió su posición cuando rechazó unilateralmente el decreto 70. Confronta su postura con la de De Loredo, que es su antítesis: tiene cada vez más coincidencias con la Casa Rosada. La disputa quebró, en los hechos, el bloque en la Cámara baja. “La ruptura hoy es de hecho, hay que ver solo como se materializa”, explicó un dirigente que trabaja con Lousteau, que el año próximo debe renovar su banca. “¿Querrá Martín avanzar con nosotros en una alianza para el 2025?”, se preguntaba semanas atrás un dirigente muy encumbrado del peronismo porteño. Es muy pronto. Lo cierto es que, por ejemplo, en el edificio de la calle Cerrito en el que vive Manes se vieron en los últimos meses más visitas que lo habitual.
La revuelta interna en la UCR tiene su propio capítulo no solo en la votación por la Ley Bases y el paquete fiscal o en la nominación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte, si no también en la pelea por los tres lugares que le corresponden a los diputados en la AGN, el órgano de control del Ejecutivo que asiste al Congreso.
Mario Negri, en acuerdo con Lousteau, ya hizo todas las tratativas que tenía a su alcance para asegurarse la postulación por parte del radicalismo, pero la pelea partidaria le agrega un plus de zozobra que se suma a la dispersión parlamentaria y al demorado tratamiento de las leyes enviadas por la Casa Rosada. El tema debía estar resuelto hace un mes, pero se postergó, al menos, hasta mediados de mayo.
De Loredo no está seguro. El tema, por caso, escaló hasta algunas versiones que indicaban que podía ser el detonante del futuro del diputado al frente del bloque en la Cámara baja. De Loredo tiene que oficializar la nominación en alianza con Pichetto y con la Coalición Cívica: “Vamos a apoyar al candidato del radicalismo, que es Negri, el que más votos tiene”, subrayaron en estas horas desde la CC.
De las negociaciones se desprendía en estos días que el otro postulado sería para el peronismo, y el tercero para el PRO. Fue un tema de conversación que sobrevoló la sobremesa de una comida que se extendió hasta tarde, al comienzo del pasado fin de semana, en Gualeguaychú, Entre Ríos, con referentes locales y con Pichetto como invitado especial.
El PJ también arrastra su propias rencillas internas. Anoche, de hecho, se mencionaban a un grupo de diputados que podían acompañar en particular algunos capítulos de la ley bases o el paquete fiscal, como el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), seguido muy de cerca por algunos gobernadores y empresarios. Hay jefes provinciales, legisladores, dirigentes e intendentes que ya dieron sobradas muestras de oficialismo ad hoc durante el gobierno de Macri, y que no están dispuestos a ser conducidos otra vez por el liderazgo de Cristina Kirchner. Mucho menos por La Cámpora.
Hace largas semanas, Pichetto se había reunido hace largas semanas con Caputo, el estratega comunicacional y político de la Casa Rosada que abarca todos los temas, incluida la Justicia, para hablar de ese rubro, cuando se especulaba con la posibilidad de que La Libertad Avanza avanzara con un candidato propio y se mencionaba al abogado Santiago Viola, de buena relación no solo con Caputo si no también con la hermana del presidente.
Karina Milei está a cargo del armado nacional de LLA: quiere tener la personería legal en cinco distritos para avanzar con el partido a nivel nacional, según lo requerido por la Justicia electoral. Sin ninguna experiencia política previa más que la campaña electoral, la secretaria General trabaja en ese rubro, y supervisa a la dirigencia libertaria: eyecta del proyecto oficial a aquellos a los que considera desleales o que tienen la osadía de trabajar por cuenta propia. Lo sufrieron en carne propia Ramiro Marra, Carlos Kikuchi, Oscar Zago y Marcela Pagano, entre otros.
En el caso del PRO, el ex ministro Jorge Triaca, con múltiples relaciones en todo el sistema, tiene el aval de Macri y el consenso partidario para ser postulado por ese partido para ocupar el tercer sillón de la AGN. Dicen que el ex presidente pujó activamente por ese lugar.
De viaje por Europa -prevé volver al país el próximo 6 de mayo-, la figura de Macri abre un escenario inquietante para el futuro del PRO y el nivel de relación con el gobierno con vistas a una posible fusión electoral en el 2025.
El ex presidente tiene dudas. Está incómodo. Lo demostró el miércoles pasado, en la cena de la fundación Libertad, cuando presenció como toda la atención estaba concentrada en la figura de Milei en un ámbito en el hasta el año pasado había sido, todos los años, el personaje central.
Macri quiere reanimar el partido, si es que todavía está tiempo frente al avance de La Libertad Avanza en el espectro de la centroderecha. Bullrich no está dispuesta a ceder. Al menos, no tan rápido. Para eso presentó batalla en al conformación de las listas que ungieron al ex mandatario como presidente del PRO, a la espera de que María Romilda Servini formalice el acto eleccionario.
Cuando eso ocurra, en las próximas semanas, Macri tendrá su primera reaparición pública con un discurso de corte netamente político, en un acto previsto, según lo pautado, para mediados de este mes, en un lugar a determinar en la Ciudad o tal vez en Vicente López. Habrá que esperar para conocer el éxito, o no, definitivo en torno a la ley bases y el paquete fiscal -Macri trabajó subterráneamente con sus legisladores para colaborar en ambas iniciativas-, pero en el bullrichismo tienen información de que el ex jefe de Estado podría tener palabras algo más audaces en relación al rumbo de la gestión que, en términos del programa macroeconómico y los resultados alcanzados, apoya casi sin matices.
Macri sí tiene reparos por la gestión diaria, y la integración de los equipos, un tema que sobrevoló la conversación que tuvo semanas atrás en su casa con Caputo, el estratega, una charla que finalizó cuando Waldo Wolff, el ministro de Seguridad porteño, llegó a Acassuso para reunirse con el ex mandatario.
El ex presidente desconfía además de la posible fusión electoral de cara al 2025. Quiere, en ese sentido, revitalizar el partido y promocionar cuadros propios para que el PRO no se transforme en un apéndice de LLA, o no solo en eso. Es, por el contrario, el objetivo de Bullrich: avanzar en una alianza electoral en un solo frente común que tenga predominio del oficialismo. Para eso se aseguró, cuando se realice el recambio en la estructura partidaria, liderar la asamblea del PRO. Para tratar de tener injerencia en las decisiones internas.
Es que la ministra de Seguridad realizó ese movimiento y no pegó el portazo en el PRO porque tampoco quería propiciar una ruptura partidaria que tenga un correlato directo principalmente en los bloques del Congreso, en medio de la discusión por la ley bases. Hubiera sido un tiro en el pie para el Ejecutivo.
El sistema político cree que Milei podría tener en estas semanas su primera ley del congreso y que, después de eso, no solo ya no podrá enrostrarle al Parlamento su falta de colaboración por no contar con ninguna herramienta legislativa, sino que procuraría avanzar en un proceso de depuración que decante en nuevas articulaciones entre diversos espacios.
El presidente enfrenta los meses más críticos de su administración. Momentos decisivos de cara al futuro no solo para su futuro, si no para el resto del sistema.