De Diputados al Senado: el Gobierno comparte su primer éxito legislativo con “la” política y debe seguir negociando
En menos de una semana, las tratativas por la Ley Bases -con el inseparable complemento del paquete fiscal- pasaron del menosprecio al punto del elogio en la “narrativa” del Gobierno. El miércoles pasado, Javier Milei había dicho que podían “tirar” a cualquier lado su principal proyecto legislativo porque igual, “a pesar de la política”, avanzaría con su plan. Y apenas sancionado el acuerdo en Diputados, le dedicó un reconocimiento medido en redes sociales, además de un comunicado oficial. Una vuelta discursiva frente a la realidad que expresa el complejo mapa político dibujado por las urnas, con demanda ineludible de negociación. Es el ejercicio que impone desde ahora el Senado, donde los números asoman para el oficialismo más ajustados que en la Cámara baja.
Todas las aprobaciones que se sucedieron en la mega sesión de Diputados marcaron una mayoría a favor de los dos proyectos, en general y punto por punto, que osciló alrededor de los 140 votos. Subió un par de escalones en algún caso y bajo algunos más en otros. Sin embargo, el análisis posterior estuvo marcado por la cautela en el ámbito del Congreso y también en el Gobierno, que prefirió una celebración acotada. Se trata, por ahora, de un cuadro provisorio, no de un mecanismo sólido. La votación por el artículo del tabaco lo ilustró por si hacía falta.
Precisamente, esa pintura de fragmentación política y minoría oficialista -mayor aún en el Senado- es la que demandará mucha muñeca para asegurar la sanción definitiva. Las cuentas son complicadas para el oficialismo, pero también, como se verá, generan incertidumbre en el peronismo/kirchnerismo. Un eje central de las tratativas pasará otra vez por los gobernadores. Y los elementos para sumar adhesiones deberían ser buscados por los negociadores del Gobierno fuera de los textos de las leyes, porque cualquier modificación provocaría la vuelta a Diputados.
Guillermo Francos mantiene los caminos más transitados con los jefes provinciales, de manera pública y privada. En algunos tramos, hizo el recorrido con Nicolás Posse y con funcionarios de Economía. Hubo reuniones regionales -Norte Grande y Centro, por ejemplo-, encuentros con conjuntos más o menos armados como bloques -lo que era JxC, en primer lugar- y conversaciones con gobernadores de fuerzas provinciales. No faltaron, no faltan, los puentes con representantes del espacio PJ.
Existen algunos elementos que surgieron en casi todas esas conversaciones. Reclamos de atención a necesidades puntuales de fondos y pedidos concretos de revisión de recortes, como en el plano educativo y previsional, según cada distrito. Más general resultaron las demandas sobre obras públicas virtualmente paralizadas, algunas de ellas con compromiso de financiamiento externo. Son caminos que ahora podrían ser explorados.
Los gobernadores tienen tradicionalmente más peso en el Senado que en la Cámara de Diputados. No es mecánico, pero resulta un elemento gravitante en un contexto doblemente complejo y hasta un punto, lábil: el archipiélago de bloques y las fisuras en el interior de algunas bancadas. El oficialismo nacional tiene un problema de arranque, que es su escaso peso numérico: 7 bancas. A eso le agrega incertidumbre por la falta de correspondencia respecto de las votaciones en la otra ala del Congreso. Su aliado, el PRO, cuenta 6. Y entre los que acompañaron el acuerdo legislativo, la UCR suma 13. Los bloques no garantizan unidad interna y, por lo demás, el panorama habla de la necesidad de enhebrar acuerdos con espacios pequeños -entre uno y tres integrantes- que responden en general a fuerzas provinciales, sin alineamiento nacional.
Si se miran los espacios como si se tratara de números estáticos, el conjunto peronista/kirchnerista llega a 33 senadores, sólo cuatro por debajo del quórum propio, con sus dos bancadas. Debería conquistar poco para frenar la Ley Bases y el paquete fiscal. Ocurre que tampoco para la oposición dura las cuentas estarían aseguradas.
La expectativa, en sentido contrario, está puesta en posibles fisuras peronistas. Y eso, remite a lo ocurrido en Diputados: UxP registró media docena de legisladores, básicamente de Catamarca y San Juan, que hicieron su propio juego y apoyaron aspectos de los dos proyectos. Ya había sufrido la ruptura de diputados tucumanos. Y es un interrogante qué harían los representantes de Santiago del Estero, si la pelea viene muy ajustada, a diferencia de los márgenes algo más cómodos en la otra Cámara.
Eso refuerza el foco sobre las negociaciones con gobernadores. Y también expone la inconveniencia de arriesgar la suerte de los proyectos si no está cerrado el acuerdo previo. Es un principio elemental, que legisladores con kilometraje político y dispuestos al acuerdo le señalaban al oficialismo, cuando se encaminaba a la derrota de la Ley Bases original, en febrero.
Esa es quizá la mayor diferencia entre aquella experiencia dura para el oficialismo y el trámite que ahora desembocó en la aprobación de Diputados. Dicho de otra forma: de aquel desmanejo a este camino de entendimiento previo y más sólido. Es algo que quedó reflejado no sólo en las largas e intensas negociaciones sobre los alcances de la Ley Bases y del paquete fiscal, sino además en el modo de encarar el debate en el recinto. Tres puntos hicieron a esa mecánica ajustada: el tratamiento conjunto de los dos proyectos, la votación por capítulos -sin entrar en cada punto y hasta en incisos- y la decisión de evitar largos cuartos intermedios.
Ese proceso previo comenzó, de hecho, después del discurso de Milei ante la Asamblea Legislativa, en el inicio de marzo. Fue un mensaje cargado de cuestionamientos y descalificaciones a “la” política, pero que concluyó con la convocatoria a un acuerdo político, acompañado por un proyecto de “alivio” -ese fue el término- para las provincias. Sería un paso previo al Pacto de Mayo que, desde el enunciado, repite el imaginario fundacional de la gestión. Eso último, nada nuevo en la política local.
El tono alimentó la demanda de equilibrio discursivo desde lo sectores que juegan como virtuales aliados -el PRO, en primera línea- o los que negociaron y en algunos casos forzaron cambios en los textos de los proyectos, como HCF, la UCR e Innovación Federal. Quedaron atrás andanadas que incluyeron insultos a los legisladores –”Nido de ratas”, el más recordado- y otras descalificaciones.
De todos modos, Milei cada tanto dejó alguna carga. Son escaladas que trascienden lo que podría entenderse como un juego elemental de dureza para negociar. El último ejemplo, a mediados de la semana pasada, lo expuso en el encuentro de la Fundación Libertad. A esa altura, estaba bastante avanzado el acuerdo. Podría quedar como una anécdota, pero depende de la partida que viene en el nuevo tablero. El Senado demanda más muñeca política que discurso.