Gustavo Cerati y la historia de “Lago en el cielo”, la última canción que cantó en su vida
“Bueno, ahí va un regalo… No mío, de la naturaleza o de lo que sea, para todos. Un ‘lago en el cielo’, acá, que estamos bien alto. ¡Gracias, Caracas!”. Después de presentar uno por uno a los integrantes de su banda -Richard Coleman, Anita Álvarez de Toledo, Leandro Fresco, Fernando Samalea, Fernando Nalé y Gonzalo Córdoba-, Gustavo Cerati encaró el cierre de su último show y avisó cuál iba a ser la última canción. Fue el 15 de mayo de 2010 sobre el escenario del estadio Simón Bolívar de Caracas, Venezuela. Era el cierre de la gira de presentación de Fuerza Natural, el álbum con el que había retomado su recorrido solista en septiembre de 2009 después de la exitosa vuelta con Soda Stereo.
“Lago en el cielo” es el track número 7 de Ahí vamos, su cuarto álbum, lanzado en abril de 2006. El compositor, cantante y guitarrista venía de una tortuosa separación de Deborah de Corral y al poco tiempo volvió a apostar por el amor con Sofía Medrano, una vestuarista que lo había flechado en una producción fotográfica para la Fundación Huésped. A la vez, ya estaban en marcha las negociaciones para la vuelta del trío que completaban Zeta Bosio y Charly Alberti. De todos estos sentimientos revueltos está hecho el disco en cuestión, en el que Cerati tuvo ganas de la tracción a sangre con la guitarra al frente y escribir canciones sencillas pero sentidas, en oposición de la aventura heterogénea, híbrida y sampleadélica que había sido Siempre es Hoy (2002).
El single adelanto había sido la balada “Crimen”, que llevaba el tag “Robbie Williams” como título tentativo en la cocina del álbum, por su motivo de piano similar al de “Angels”, hit del cantante británico-. Y rápidamente tocó los corazones del gran público más allá del ghetto rockero convirtiéndose en el primer gran clásico de Cerati: al día de hoy es su canción más escuchada en Spotify. Luego, los sucesivos cortes de alta rotación que fueron “La excepción” y “Adiós” engrosaron la racha positiva del trabajo.
En junio de 2007 se oficializó la gira Me verás volver con la que Soda Stereo volvería al ruedo en veintidós shows pautados entre octubre y diciembre de ese año. Un mes más tarde, con la Sodamanía copando de nuevo todo el continente, “Lago en el cielo” llegaría a las radios como el cuarto single de Ahí vamos pero no con la misma intensidad que los temas del histórico grupo.
Pese a que su pasta de hit se vio disminuida por la coyuntura y que en los shows de presentación del álbum -una serie de 76 fechas entre América y Europa a lo largo de doce meses- no ocupaba un lugar de importancia en las listas de temas, era la canción favorita de Cerati.
“Para mí es la perla del disco. Lamentablemente tomo partido por ese tema, que es una canción que salió de una. Es la canción de amor del disco aunque tiene algo muy potente sonoramente. Y es esa cosa que a veces uno siente que ante una relación uno le pone mucho gas, la empuja mucho, quiere que sea determinada la manera. Y la canción me sirvió para reforzar algunas ideas de decir: ‘Bueno, vamos despacio. Yo sé que todo esto está bien increíble, que vamos para el mismo imaginario, que vamos para el mismo lugar. Pero vamos despacio’. O sea: ‘Ahí vamos’ en este caso, pero despacio, sin apresurarnos, sin crearnos falsas expectativas”, explicó el propio Cerati acerca de cómo el tema espejaba parte de su estado amoroso en el momento en el que la escribió.
Mientras Gustavo se encargó de la letra y de la música, en los créditos de la grabación de “Lago en el cielo” figuran Fernando Nalé en bajo, Pedro Moscuzza en batería, Leandro Fresco en sintetizadores y percusión, Tweety González en órgano y Fernando Samalea en percusión.
“Cuando nos pasó el demo, a mí me resultaba un tema algo atípico. Lo escuchamos todos en el estudio, que era lo que solía hacer Gustavo: nos mostraba los demos y empezábamos a trabajar sobre eso. La primera vez que lo escuchamos fue antes de que escribiera la letra, solo la música. Y la parte de la canción, donde él después puso la voz, me sonaba bastante atípica. La intro, el leit motiv, sí me pareció re Cerati. Pero todo lo que pasa después me sorprendió mucho y para bien”, recuerda Nalé en diálogo con Teleshow sobre la cocina del tema.
“Cuando el tema estuvo terminado, después de que grabara las voces, me acuerdo de que lo estábamos escuchando previo a ser mezclado, y en la ‘parte C’, cuando él canta ‘Sos el paisaje más soñado…’, se ponía re contento y decía: ‘¡Soda Stereo!’ (risas). A él le remitía bastante a Soda y sí, esa parte tiene el espíritu épico de su grupo. Después también tiene una coda que es épica. Creo que es un tema súper rico, que tiene de todo. Dentro de su estilo, es de los temas que más se salen de la norma. Es muy sentido, con una estructura muy épica. Y al darse esas dos cosas, la canción terminó teniendo el peso que tiene”, agrega Nalé, integrante de las bandas solistas de Cerati desde Bocanada (1999) hasta el último show.
“El riff famoso de esa canción, el arpegio característico, era solo un pedazo, unos pocos compases de una larga jam que él había tenido con su banda: Nalé, Pedro Moscuzza y Leandro Fresco. Él la rescató y, a partir de ahí, fue el disparador para comenzar a escribir la progresión de acordes y luego la letra y la melodía”, aporta Fernando Samalea al recordar con Teleshow la grabación de “Lago en el cielo”, a la que le aportó “unas chapas, unos sonidos experimentales y algunas percusiones”.
Ambos se reencontraron en la noche porteña luego de que Samalea volviera de estar cinco años trabajando en Europa y Cerati lo invitó a ser parte del proyecto que traía entre manos. “Me invitó a grabar en lo que después resultó ser ‘Otra piel’ y también participé en algunas más, pero el proceso del álbum ya estaba bastante avanzado. Era evidente que ‘Lago en el cielo’ era de las más emotivas, se notaba desde el vamos que tenía el componente mágico que seguro iba a tocar el inconsciente popular, desde que la escribió hasta que la desarrolló en el estudio. Tiene toda esa cosa tan épica y emocionante que nos gustaba a todos. Cuando la tocábamos en vivo, siempre me gustaba imaginar esa especie de lago en la inmensidad del cielo, como plantea la letra. Y resultó ser de las más importantes en los shows; de hecho en la gira era siempre un cierre o casi un cierre”, agrega.
“Lago en el cielo” fue creciendo en la consideración de Cerati al punto en que a fines de enero de 2008, tras poner en pausa su vida de rockstar tras la agitada gira de Soda Stereo y antes de reconfigurarse como solista, decidió darle un cierre al proyecto Ahí vamos con el videoclip del tema. A partir de una convocatoria a sus fans, recibió cientos de clips caseros inspirados en los versos y eligió algunas tomas junto al cineasta Andy Fogwill. En el corte final, que se inicia con el propio Gustavo abriendo una computadora portátil, se suceden barquitos de papel volando cual pajaritos, una especie de flor de loto abriéndose sobre un lago, la fuerza natural de las olas del mar rompiendo contra la arena, dibujos fluorescentes, la inmensidad de un monte nevado. Desde fondo de las imágenes surge su rostro, cantando la canción y mirando a cámara, mientras aparece y se desvanece.
Cuando a partir de noviembre de 2009 inició el periplo por América para presentar las novedades de Fuerza Natural, Cerati ubicó a “Lago en el cielo” como canción final de la lista de temas de varios de los shows, alternando con “Jugo de luna” y “#”.
“Un lago en el cielo es mi regalo / Para olvidar lo que hiciste / Y sentir algo que nunca sentiste / Y hacerte sentir algo que nunca sentiste”, fueron, entonces, los últimos versos que entonó Cerati en aquella noche en Venezuela. Muñido de su guitarra dio unos pasos al frente, se despegó de la banda y comenzó a tocar un largo solo que nunca antes había hecho. Mientras los músicos lo seguían y le daban dos vueltas más al tema, se caminó todo el frente del escenario y prendía fuego las cuerdas.
“Lo disfruté mucho, porque fue un gran final, con todo. Era el final del tramo de la gira y un poco por eso fue así. Tenía que ver con cómo se sentía él esa noche, que estaba exultante. Estábamos todos muy contentos, había como un espíritu muy arriba. Se dejó llevar por esa energía tan linda que había. Por eso el solo fue más largo. Me acuerdo que me sorprendió que durara tanto, pero a la vez que me iba sorprendiendo, me gustaba. No llegás a pensar nada en ese momento. Lo seguimos a él, que estaba iluminado. Y lo seguimos hasta que decidió terminar el tema”, recuerda Nalé sobre el final del final.
“Siempre se habló de eso, pero en cada ocasión que él lo tocaba, ese momento culmine era su lugar guitarrístico y se dejaba llevar como un niño. Se estiraba un poquito más o un poquito menos, de acuerdo a las noches… Quizás pudo haber sido más largo, pero me parece que es más un mito que otra cosa. En todos los conciertos era un momento muy de banda, de sentir que estamos todos ahí en ese trance hipnótico de la música”, opone Samalea. “Una de las cosas que más me quedan es saber que todas esas giras y todos esos conciertos tuvieron una intensidad hermosa. Lamentablemente, el destino tenía esa jugada”, dice.
Cerati siguió tocando al tiempo en que daba unas vueltas sobre su propio eje y movía la cabeza de abajo hacia arriba, de manera frenética, hasta el último aliento. Era el cierre del último concierto de la gira, lo estaba dando todo. “¡Chau, Venezuela!”, dijo. Tiró un beso y se golpeó en el pecho a la altura del corazón. “Hasta la próxima, ¡chau!”, cerró, ahora sí, la faena. De espaldas a la multitud, miró a su banda, los aplaudió y dejó el escenario con los puños en alto. Hasta siempre. Esta historia tiene una final triste que se resume en el accidente cerebrovascular que el músico experimentó minutos después de este momento de éxtasis y lo mantuvo inconsciente durante más de cuatro años hasta su fallecimiento, ocurrido el 4 de septiembre de 2014.