Música/Espectáculo

Cultura Profética: “En Puerto Rico, 4 de cada 10 personas escuchan a Bad Bunny y las otras 6, a nosotros”

Cultura Profética
Cultura Profética se presentará en Buenos Aires el próximo viernes 24 de mayo en el Movistar Arena (Foto: Gentileza prensa)

“Estamos todos regados”, dice Willy Rodríguez, cantante y bajista de Cultura Profética. Y se refiere a que somos dos computadoras desde Puerto Rico, otra desde Brasil, otra en Costa Rica y la restante en Buenos Aires. Algunos de los miembros del histórico grupo boricua -además de Willy, están los guitarristas Omar Silva y Eliut González, y el tecladista Juanqui Sulsona-, se conectaron para conversar con Teleshow en la previa a su próximo show en la Argentina: será el próximo viernes 24 de mayo en el Movistar Arena para renovar el romance con el público reggaero local.

“El 16 de este mes cumplimos 28 años de carrera y para nosotros es una gran dicha sentir que a esta altura nos quedan sueños por cumplir, ciudades por conquistar. Es muy bonito decir esto y no simplemente estar viviendo de la nostalgia, que es lo que pasa con los proyectos que tienen tantos años”, reafirma el vocalista, que en esta sesión de Zoom se hace llamar “VersoTerso”, tal es su nickname en todas sus redes sociales, el cual tomó del título de una de las canciones más combativas que escribió.

“Yo voy a seguir insistiendo para que hagamos una gira por Asia. Hasta que no pase eso, no voy a parar”, aporta Omar a la hora de hablar de sueños pendientes. “Venimos de tocar por primera vez en Canadá, y justo después fue El Gran Combo de Puerto Rico -histórica orquesta de salsa, activa desde los años 60- a presentarse en el mismo venue que nosotros. Y nos hicieron saber que la gente todavía hablaba del concierto nuestro, que fue increíble. Y se siente lindo. Por cierto, yo aspiro a ser como El Gran Combo, que son eternos. Ellos aun todavía siguen llenando lugares, siguen partiendo por todo el mundo. Son la bandera musical de Puerto Rico, aunque nunca pegaron como Bad Bunny, por ejemplo. Y eso pa’ mi es el mejor sueño, poder mantenernos en lo que amamos”, completa Willy.

—Ya que mencionan a Bad Bunny, ustedes conviven con el reggaetón desde siempre. ¿Qué les parece el boom mundial de esta música creada en su país?

Eliut González: —Pasó por distintas etapas, desde el underground a un momento en que se llamó rap and reggae por la influencia del hip-hop y el reggae. Nuestra primera experiencia grabando fue en un disco que se llama El Bando Corrupto, en el que también están Nicky Jam, Daddy Yankee y varios de aquella primera ola. Son nuestros compatriotas y, aunque hacemos algo muy diferente, siempre hemos convivido muy bien, con mucho respeto entre colegas. De chamaquitos hemos tocado en todas partes de la isla y vimos la evolución del género. Que fue muy marginado, porque aquí hubieron senadores que trataron de ponerle leyes para vetarlo. Pero ahora los políticos los usan en las campañas. Ellos vienen desde el ghetto viajando al mundo, dándole trabajo a muchísimos colegas. A veces vemos muchos hate cada vez que hacemos alguna colaboración con esos artistas, pero creo que ellos no entienden esa historia. Y sin el reggae, no hay “tón”; sin el reggae, no hay reggaetón. Crecimos desde ahí, venimos desde allá abajo juntos. Para nosotros es más normal de lo que la gente se puede imaginar.

Juanqui Sulsona: —En las playas de Puerto Rico, durante los fines de semana, se puede observar un fenómeno muy nítido, que lo puedo decir porque usualmente voy: de cada 10 personas, 4 escuchan a Bad Bunny y 6 a Cultura Profética. Y no te estoy mintiendo, no lo digo porque yo sea de la banda, puedo dar fe de que mucha gente hace eso. Es comprobable. Hay un paralelo ahí: el relax en la playa, fumando, descansando, desconectando, recargándo para la semana, escuchando Cultura… Acompañamos a que la gente la pase bien.

Cultura Profética
De izquierda a derecha, Eliut González, Juanqui Sulsona, Willy Rodríguez y Omar Silva, miembros fundadores de Cultura Profética (Gentileza prensa)

Desde 2021 Cultura Profética se está dedicando a editar versiones instrumentales de sus discos clásicos: primero con Sobrevolando y, el año pasado, La Dulzura. “Queremos demostrar cómo los arreglos sobreviven solos. Si bien hacen al detalle para apoyar a lo que dicen las letras, tienen otra poética, sin palabras, con un peso propio. A la vez, hay muchas particularidades que a veces se pierden porque se fija la atención en la letra. Al ser yo cantante, cuando escucho las canciones me autocastigo, voy diciendo: ‘Oh, ¿por qué hice esto? Quisiera haberlo hecho mejor’. Entonces prefiero escuchar los instrumentales para sentir la vibe de la canción. Por otro lado, las compartimos para que la puedan cantar en el karaoke con la música oficial, y no con una hecha en midi. Y también para los que quieran samplear y hacer cosas nuevas a partir de lo nuestro”, justifica Willy.

—¿Y con la música también les pasa que la escuchan sin las letras y piensan que la tendrían que haber hecho de otra manera?

Willy: —Sí, un poco. Hay alguno que otro tema que sabemos que lo grabamos muy rápido, que hubiésemos querido hacerlo con otra velocidad, otro tempo. Por ejemplo, un clásico nuestro es “Donde no alcanza mi verso”, que parece casi un merengue, está a las millas. Y ahora lo hacemos un poco más lento.

Omar: —“Suelta los amarres” o “Enciende la gente“, también. En el disco están súper rápida.

Willy: —“Baja la tensión” la hicimos bastante aguantada. Yo lo necesitaba para lograr cantar bien y tocarla, pero ya con el tiempo la hacemos mucho más rápido. Tenemos la dicha de que en vivo podemos hacer lo que queramos.

Eliut: —Es probable que sigamos sacando versiones instrumentales de los discos, a la gente les gustó mucho y ya nos piden que hagamos la de M.O.T.A. y la de Diario.

Willy: —El problema es que no tenemos los instrumentales de todos. Es casi definitivo que del primero (Canción de alerta, de 1998) no tenemos nada. De Diario y M.O.T.A. tenemos que rescatar algunas cositas. Son discos que fueron grabados hace tiempo, en cinta y fueron digitalizados en su mayoría, pero no está todo. Estamos en un proceso de reorganizar toda la discografía y viendo si aparecen todos los tracks.

En paralelo a estas reversiones también editaron los singles “Fuiste cruel”, “Solo un eco” y “Para mí” que serán parte de un futuro disco, el primero desde 2019. “Estas tres canciones cuentan con el aura de las otras que ya tenemos listas. Estamos haciendo todo un disco con una cuestión conceptual de fondo que, yo digo de broma, es como de emo (risas). Están en un punto emocional bastante denso, pero a la vez es muy lindo, porque es muy liberador”, adelanta el cantante.

“‘Fuiste cruel’ y ‘Solo un eco’ son canciones lindas, esperanzadoras, pero vienen del lado de: ‘Uf, esto no funcionó, ¿qué es lo que viene ahora para mí?’. Y todo lo que estamos trabajando va por ahí, están en esa misma atmósfera. El disco saldrá el año que viene. Van a salir algunos sencillos más este año, posiblemente dos. Pero en 2025 estamos obligados a que salga todo. Ya tenemos los temas, es cuestión de meternos a terminar de grabarlos”, detalla Willy.

—¿Qué lugar tiene el reggae hoy en día en la música del mundo? ¿Cuál es la misión que tienen hoy?

Willy: —Errol Brown, ingeniero histórico de Bob Marley y que también trabaja con nosotros, nos dice a cada rato que quizás el reggae no despunta entre tanta música que hay, y mucho más en estos tiempos que todo está tan saturado. Pero que nunca va a morir porque es música de raíz, música sincera. Además, ha influenciado a la música popular por todos lados: tu escuchas el hip-hop de hoy y el bajo y la batería del reggae están ahí. Lo mismo en el trap. El lugar del reggae siempre va a ser el de la fibra humana, sigue estando en las casas, en la persona que decide poner su reggaecito clásico para ir al trabajo chill, o para el tráfico de la vuelta a la casa. O, como dijo Juanqui, en la playa. Sigue siendo parte de las vivencias personales. Quizás no está en las radios, quizás todos no dan conciertos gigantes. Pero se mantiene en el tiempo. Nuestro aporte es seguir haciendo música comprometida, que aunque hagamos canciones que puedan pegar o no, queden para la posteridad, como algo lindo para el futuro.

Juanqui: —En conclusión, no tenemos que volvernos cristianos como Daddy Yankee para poder seguir vendiendo conciertos (risas). Nos va a seguir inflando el pecho tocar esta música en vivo, hecha con instrumentos de verdad, con esa interacción de familia que tenemos sobre la tarima. Es algo que nos va a dar mucho trabajo y mucha vida.

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