Lit Killah, entre el futuro de su música y el recuerdo de la convivencia con Rusherking, FMK y Tiago PZK: “Extraño esa época”
Lit Killah deja por un rato su traje de rapero y luce como Mauro Monzón, el pibe de 24 que nació en la ciudad bonaerense de González Catán y que torció su propio destino el hip-hop, primero con el skate, luego con el rap. Se acomoda en su silla y mira por la ventana mientras desde abajo, en un rincón de Parque Saavedra, sube el rumor de pibes de colegio público que gritan y corren con los guardapolvos puestos bajo el tenue sol del otoño, sin sospechar que en este departamento está uno de los ídolos de su generación.
Un volumen del I Ching, un libro de fotos de Los Beatles, algunos ejemplares de su colección de funkos -Vito Corleone, John Lennon, Indiana Jones, Freddie Mercury-, autitos a escala y cuadros que destacan las altas métricas de sus canciones en los sistemas de streaming, le dan marco de hogar a la base de operaciones de su sello MAWZ -tal es el título de su primer álbum de estudio-, donde convocó a Teleshow para charlar sobre el devenir de su música mientras está poniendo a punto su tercer disco, que verá la luz en algún momento de 2024. Hace poco volvió de un camp de composición y le sirvió para delinear mejor los contornos de sus nuevas canciones, cuenta.
“Estuve seis días ahí haciendo temitas para terminar el álbum nuevo, así que estamos súper encaminados”, agrega. En los meses previos salieron “LuXxX” (junto a su amigo Tiago PZK), “FaceTime” y “Carta de despedida” (con Milo J como voz invitada y la producción de Ronny J, estadounidense que en su cv de colaboraciones junta nombres como Eminem y Kanye West, entre muchos otros); los tres en una onda de sensual y r&b que Lit decidió volcar hacia el disco.
“Estamos viendo qué hacer con los singles. El primero que yo presenté como el primer corte del álbum es ‘Carta de despedida’, porque le vimos la estética más parecida a todo lo que venía. Pero creo que ‘LuXxX’ también entra en el álbum. Y con ‘FaceTime’ estamos viendo qué onda”, dice. “Lo que estoy tratando de hacer es ir por cosas que la gente no está tan acostumbrada a escucharme, y a la vez sí. Tirando notas un poco más difíciles o cantando un poco más melodía; al mismo tiempo rapeando, pero sin autotune. Rapeando como lo hacía en la época del freestyle. Estoy yendo por un lugar híbrido”, insiste este ícono de la primera ola del trap en Argentina sobre su nueva estética.
—¿Qué te llevó a ir para ese lado?
—El año pasado casi no saqué nada porque tenía planeado hacer un álbum más volcado al reggaetón. Hice muchos camps y salieron muchas canciones, 30 o 40 entre Estados Unidos, acá, en todos lados. Y llegué a la conclusión de que realmente las hacía como para poder concretar colaboraciones muy, muy grandes que yo podía tener con artistas de afuera y no perdérmelas. Porque siempre me decían: “¡Ey papi, mándame un tema!”. Mi música era un poco más experimental, quizás, entonces nunca tenía un tema para mandarle a un reggaetonero de esos históricos. Entonces se me ocurrió hacer un álbum de reggaetón. Pero terminé encontrándome con que no era lo que me gustaba hacer, no era lo que me representaba. Entonces tiré todo a la mierda, todas las canciones esas y dije: “Voy a empezar de cero otra vez”. Por eso casi no saqué nada el año pasado, volví a empezar y ahora ese rebranding es este álbum que estoy haciendo ahora, que va por la estética y las temáticas que yo quiero representar.
—O sea que descartaste algo por ahí más comercial para jugártela por algo más personal.
—Claro. Yo siento que el reggaetón al ser, entre comillas, lo más comercial, también es donde más difícil es destacar. Porque ya todo el mundo hace reggaetón. Y el género es bastante cuadrado, no es tan abierto como para hacer melos flasheras o… Podés, pero es más difícil. Entonces sentía que todo lo que yo hacía en un reggaetón se me hacía genérico, se me notaba genérico. Cuando quería hacer algo para flashearla, notaba que ya estaba muy lejos de ser reggaetón y que quedaba mejor con otro beat. Entonces fui por hacer algo que me guste más a mí. Creo que lo principal es eso y, una vez que me guste a mí, creo que ahí la gente va a conectar incluso más.
Estas canciones que cambiaron el rumbo, al menos por ahora, en la música de Lit Killah serán parte de su lista de temas de su show del próximo sábado 25 de mayo en la Ciudad Cultural Konex, en el marco del Movistar Fristyle. Será su primera presentación en Buenos Aires después de muchos meses sin mostrarse en la ciudad y lo hará con su banda completa. A la vez, se deshace en elogios para con Milo J, la nueva gran estrella del rap local.
“Cuando estaba haciendo ‘Carta de despedida’ dije que era un tema para sacar yo solo, pero que si tenía que meter a alguien, solo sería Milo. Porque, a mi gusto, es de los que mejor escribe ahora, sus letras son puro sentimiento. Nos juntamos y nos mostramos canciones que estábamos haciendo, pero quedó ahí, no pasó nada. Y muchos meses después, él me dijo: ‘¿Te acordás de esa canción que me mostraste una vez? Estoy para meterme’. Tiene un estilo único, un flow tremendo y lo que más me gusta de la dupla que hicimos es que yo tengo un registro muy agudo y lo de él es muy, muy grave”, dice.
—Hablando de colaboraciones, me mencionaste tus retiros a los camps de composición. ¿Qué llevás vos en tu cabeza y cómo se modifica eso cuando compartís con otros artistas?
—Mi cabeza funciona mejor cuando sé que estoy yendo a un lugar para algo. Por ejemplo, no es lo mismo estar en el estudio, que sabes que vas y tenés cinco, seis horas para hacer un tema y después te vas a tu casa, que estar en un lugar en el que desde que te despertás hasta que te dormís estás craneando música. Eso te permite una evolución y un progreso mucho más rápido. El primer día capaz te sale algo más o menos porque estás entrando en calor, en el segundo va tomando forma, al tercero haces un buen tema; al cuarto, alto tema. En el quinto día te sale el mejor de todos y para el sexto ya es: “Tirame el beat y hago cinco temas en diez minutos”. Me sirve para bajar a tierra ideas, conceptos, todo en sí. Por eso me gusta hacerlo para los discos, es donde termino de reacomodar en mi cabeza el rompecabezas.
—¿Entrenas tu flow? ¿Rapeás solo en tu casa porque sí?
—Sí, por épocas. Si estoy solo, la verdad que no rapeo. Me divierte rapear con los pibes. Ahora el Tiago (PZK) se manijeó y mandó su video a la Red Bull y quedó. Entonces va a competir y nos dijo: “Che, ayudenme a practicar” y caímos con un par a la casa a tirar freestyle. Cuando hay un contexto de cypher, se arma algo lindo, ahí lo hacemos. Pero si no, la verdad que no rapeo mucho, como que estoy en otra. Para componer, depende. Por ejemplo, “Carta de Despedida” fue prácticamente un freestyle, pero la mayoría de mis temas, no. De un freestyle puedo sacar las melodías y capaz alguna que otra barra. Después me gusta sentarme a corregir, a escribirlo bien, a tratar de buscarle la vuelta, recortando las mejores terminaciones y dándole forma.
—La época de “Los de la casa”, cuando conviviste con Rusherking, FMK y Tiago, ¿fue la más productiva?
—Sí, 100%. Lejos, para todos fue así porque era una retroalimentación todos los días. También había algo de sana competencia. Capaz yo no estaba haciendo música y venía Tiago y me decía: “Amigo, mirá este tema que hice”. Y me mostraba dos temazos. Y venía Duki y decía: “Guacho, miren este tema”. Y me mostraba unos re temas. Y venía el FMK y mostraba un tema mejor. Uno como artista y con su ego de artista, dice: “Uh, bien ahí los pibes, están haciendo alta música. No me puedo quedar atrás. Voy al estudio a hacer un tema re piola y se lo voy a mostrar”. Y así entre todos íbamos mostrándonos los temas, esforzándonos para hacerla mejor. Además estábamos todos los días tirando freestyle, también.
—Te sirvió, entonces, porque varias veces contaste que armaste el proyecto porque te sentías algo oxidado.
—Sí, mi idea siempre fue esa y reclutar a los mejores para que vengan a vivir conmigo. Con FMK éramos amigos hacía mucho tiempo y Tiago era con el que más me estaba juntando ese año. Después se terminó sumando Rusher, que también lo conocía, pero se terminó formando el grupo. Siempre busco las herramientas para ponerme focus. Es normal como artista sentir altibajos y a veces tener más o menos ganas para crear. Yo sabía que lo tenía que hacer para reflotar mi carrera y cuando vi la oportunidad de hacerlo, durante la pandemia, lo hice sabiendo que eso me iba a empujar para adelante. Siempre, constantemente, busco ese tipo de empujones.
—¿Extrañás algo de ese momento?
—Todo, sí, extraño esa época. Yo creo que va a ser difícil de superarlo porque en el mundo no existe algo así. ¿En qué país se juntan las potencias de ese lugar a estar en una casa, a vivir, a compartir y a hacer música? No existe. Porque así como vivíamos nosotros, también estaba Duki todos los días, también estaba Emilia, estaba María (Becerra) todos los días… Y hacíamos una joda y caía el Biza, caía Tini… No hay ni un artista que nombremos que no haya pasado por la casa. Artista o streamers, todos. Siento que la casa fue el corazón para que termine de unirse toda la escena. Creo que es difícil que se repita algo así, pero no imposible. Y tampoco es algo que puedas mantener por mucho tiempo.
Desde hace poco más de dos años que Mauro está de novio con Tuli Acosta, la ganadora de la última edición del Bailando (América), quien además despunta como cantante. De hecho, Lit tiene una aparición importante en el videoclip de “Cuarto rojo”, su última canción. “A mi me gusta colaborar en videos, en los de los pibes aparecí en mil. Pero cuando la Tuli me dijo de estar en el suyo, obviamente le dije que sí, pero me da vergüenza actuar. La verdad, parece que no, pero soy bastante tímido en esas cosas. Igual, tanto no había que actuar porque hacíamos de pareja, entonces fue la excusa perfecta. Casi como si no lo hubiese hecho. Me gustó haber sido parte de un tremendo tema que sacó. Me gusta compartir este proceso con ella que siento que va a crecer mucho porque tiene guardados unos temas increíbles… Y esperemos que sea algún tema nuestro, pronto”, desliza.
—¿Le pasás data o consejos de música?
—La ayudo mucho al decirle que no se frustre ni que se la bajen cosas que le van a seguir pasando y que son normales. Como por ejemplo, ir al estudio y que no te salga nada. A veces pasa que estás tres días y no se te cae una idea, pero no me frustro, ya conozco el circuito. En la música no la ayudo mucho, la verdad, porque ella es súper segura, sabe lo que quiere y tiene la mentalidad de artista. Escribe sus letras, también. Ella canta lo que escribe y cada día que viene a casa me dice: “Mirá lo que hice hoy” y cada letra es mejor que la anterior. Es muy piola: baila, canta, escribe, la parte estética de su imagen la tiene re clavada también. Cumple con muchos requisitos, así que le tengo mucha fe.
—Una faceta tuya es la de streamer donde siento que combinás tu capacidad de freestyler con la de tu humor, que lo tenés siempre a tiro.
—Sí, siempre fui rápido para decir boludeces (se ríe). Después, cuando tengo que hablar en serio, me pongo a tartamudear. Cuando streameo no fuerzo ningún personaje, pero sí me hago un poco el boludo porque está bien ese jueguito y hago más chistes, más salidas… Mi cabeza siempre está pensando en cuál es el próximo chiste, pero porque soy así y desde chico, en la escuela, en mi barrio, en todos lados. Antes de hacer freestyle, era de responder rápido con boludeces y el free obviamente me dio un training en el que me tiran algo y al toque devuelvo con algo que rima. Y no estoy rapeando, pero la gente se vuelve loca con eso. “¡No, qué rápido que es”. Yo lo tiro como me sale, de una. Ni me doy cuenta. Empecé a streamear, de casualidad, en la pandemia y porque no podía hacer nada. Se me fue de las manos porque me fue mucho mejor de lo que creía, al punto de que hay gente que me cruza por la calle y capaz no escucha mi música, pero me quiere porque les saqué una sonrisa en momentos difíciles.
—Una de las canciones que salieron este año y en la que aparecés es “Tu don”, de Khea, junto a Bhavi y Asan. ¿Cuál creés que es tu don?
—Yo siento que mi don es aprender rápido. Aprendo muy, muy, muy rápido las cosas. Para que te des una idea, de no rapear, empecé a hacerlo y a los seis meses me hice conocido por la rima de la brisa que le tiré a Duki (“Dice brisa, pero vos está limpiando los palabrisa’ / Mientras que la brisa para cuando me escucha rapear”). Seis meses antes de eso, yo andaba en skate y no me dedicaba a rapear. Y así con un montón de cosas. De guachín, con la compu del gobierno (Conectar Igualdad) empecé a hacer diseño gráfico y en dos semanas ya tenía una página con la que empecé a vender diseños, como si fueran altos diseños. En ese sentido, me tiro flores. Porque me funciona. Pero si no me interesa algo, no lo aprendo ni en pedo. Esa es la contra que tiene ese don. Solo me pasa con lo que me apasiona y me interesa.
Fotos: Diego Barbatto/ Franco Fafasuli