Madrugada de terror para Gino Bogani: ladrones encapuchados entraron a su casa de Recoleta y se llevaron un botín millonario
Gino Bogani (81), uno de los mayores exponentes de la alta costura argentina, fue sorprendido mientras dormía en su casa del barrio porteño de Recoleta por al menos cuatro delincuentes vestidos de negro, con guantes y el rostro tapado, que se llevaron varios relojes de alta gama (”Bulgari, Rolex y Cartier”) cuyo valor aún no fue estimado, alhajas, una notebook, 5.000 euros, 8.000 dólares y 400.000 pesos.
Fuentes policiales informaron a Infobae que el robo, que se conoció en las últimas horas, ocurrió la madrugada del 6 de mayo pasado en la casa y taller que tiene sobre la calle Rodríguez Peña al 1000, en la zona más coqueta de la Ciudad de Buenos Aires.
Los delincuentes ingresaron a la propiedad en la que está el domicilio y el taller de Bogani. Fue alrededor de la 1 que irrumpieron los ladrones. Iban vestidos de negro, con el rostro tapado y usaban guantes, según contaron las fuentes consultadas.
“Bogani fue sorprendido mientras dormía por cuatro encapuchados, quienes le exigieron dinero y pertenencias de valor”, describieron los investigadores lo que sucedió esa madrugada.
“Revolvieron todos los ambientes de la casa y del taller y sustrajeron relojes de alta gama de las marcas Bulgari, Rolex y Cartier por un valor que aún no se ha estimado. También se llevaron alhajas, una computadora marca Apple y dinero en euros, dólares y pesos”, ampliaron las fuentes del caso.
Las fuentes policiales remarcaron que no hubo heridos y que uno de los empleados llamo al 911. La denuncia se radicó en la Comisaría Vecinal 2B a las 5.15 de ese mismo 6 de mayo, una vez que se fueron los sospechosos. Por lo que, se estima, estuvieron al menos cuatro horas en la casa del diseñador.
“No estaba violentada la puerta de ingreso y luego se confirmó que ingresaron con llaves”, añadieron las fuentes del caso. Y agregaron que entraron por el taller y de ahí fueron a la vivienda.
También han destacado que no hubo heridos y que el caso es investigado por la División Robos y Hurtos de la Policía de la Ciudad, en una causa de la Fiscalía Nacional Criminal y Correccional N°24, a cargo de Marcelo Retes, secretaría única de María Andrea Fernández.
Bogani y la moda
Pionero de la alta costura en la Argentina, Bogani posee una trayectoria de más de 60 años. Fue invitado especial para desfiles en Washington en 1973 y 1975 y del 1° Congreso internacional de la Moda, en La Habana en 1986, junto a Versace, Rabanne y Pucci.
Entre otras celebridades vistió a María Luis Bemberg, Pinky, Mirtha Legrand, Norma Aleandro, Graciela Borges y Susana Giménez. En 2009 lanzó su primer perfume y en 2013 tuvo una retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta.
Para el Teatro Colón, diseñó el vestuario de La Cenicienta (2012), Cascanueces (2014), El elixir de amor (2015) y Un tranvía llamado Deseo (2019).
Es Cavalliere de la República Italiana y recibió la Orden del Mérito en grado de Commendatore. En 2022, cerró en el Malba la Semana de la Alta Costura celebrando con 79 mannequins y 180 vestidos sus seis décadas con la moda. Ese mismo año fue distinguido por los Premios Konex con el Diploma al Mérito, por la disciplina Diseño de Indumentaria.
Lo curioso es que Bogani jamás quiso ser modisto ni diseñador, incluso asegura: “Palabras que odio”. Eso sí, solo viste a “mujeres con cerebro”.
Nacido en medio de la guerra
Nacido en África “por casualidad”, su madre Alma, italiana, pasaba una temporada en Libia cuando conoció a su padre, Francesco, “un militar en misión, no por opción”; en un cementerio cercano durante la ceremonia del Día de los Muertos.
Alma estaba de seis de meses de embarazo cuando fue sorprendida por uno de los tantos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. “Su intuición la llevó a un refugio y una viga la salvó del destrozo que provocó la primera bomba perforante”, relató Bogani en una nota con Infobae: “27 personas murieron alrededor de ella. Literalmente, vivió el horror”.
Alma estuvo “enterrada entre escombros y cadáveres” durante 16 horas y media, lo que Francesco tardó en llegar de Bengasi, en un sidecar y al grito exigente de “¡No dejen de excavar!” a los rescatistas ya desanimados. “Mamá, y yo en su vientre, fuimos los únicos sobrevivientes. Así que imagínate, la vida ya me había signado”, deslizó.
El alumbramiento no resultó más romántico, pero no menos cinematográfico. “En el momento del parto hubo ocho explosiones cercanas”, recordó. Así fue que llegó a este mundo por la puerta de Trípoli, la ciudad de los aromas, que en aquel entonces no era de naranjos sino de “pólvora e inmundicias”. 35 días después, Francesco Bogani, negado a que su hijo creciera entre esquirlas, lideró el regreso a “la bella Italia”.