La estrategia de Francos para deshacer la impronta de Posse en el Gobierno: enfoque en la política y descentralización de las empresas públicas
Desde el principio del gobierno libertario, Javier Milei y sus asesores más cercanos repitieron mil veces en privado que uno de los errores principales de Mauricio Macri había sido hacer foco excesivamente en la gestión, en lugar de ocuparse de lo que ellos consideran abismalmente más importante: la macroeconomía. De la mejora en las cuentas públicas, decían, derramaría una mejora sustancial y generalizada en el resto de la administración del Estado, que les resultaba secundaria en el orden de prioridades.
La realidad echó por tierra con esas ideas, sobre las que recapacitaron durante los últimos meses, y que se precipitó con el prevenible el choque de trenes en Palermo. La marcha atrás en esa doctrina anti-gestión es tal que esta mañana, después de la conferencia inaugural de Guillermo Francos como nuevo jefe de Gabinete, un funcionario del entorno del Presidente admitió que con su ascenso buscarán agilizar la gerencia de los asuntos públicos, que se encontraba a todas luces fosilizada.
Hay más incógnitas que certezas sobre los cambios de nombres y de estructura que imprimirá Milei sobre el Gobierno. Que, además, se implementarán recién cuando regrese de Estados Unidos. Pero Francos, junto al nuevo secretario del Interior, Lisandro Catalán, que seguirá trabajando bajo su ala, ya empezaron a delinear con el asesor presidencial Santiago Caputo, que tuvo un rol central en el desplazamiento de Posse, los lineamientos de la reestructuración.
Uno de los temas que irritaban a Javier y Karina Milei sobre el modo en que Posse llevó a cabo su breve mandato fue la cantidad de áreas que absorbió a lo largo de los seis meses de gobierno libertario. Aunque la consintieron, porque confiaban, en los últimos meses empezaron a escuchar los llamados de atención que les llegaban desde los ministerios por la falta de celeridad y de interlocución con el jefe de los ministros. “Abarcaba demasiado, y no sabía cómo manejar este bicho”, dijo un colaborador del jefe de Estado, en una manera de decir que Posse actuó más por inexperiencia que por malevolencia.
En lo sucesivo, Francos buscarán dar marcha atrás con la creación de la enorme estructura que armó Posse bajo la Jefatura de Gabinete, y una de sus primeras tareas será descentralizar. “Hay ocho secretarías, muchas van a volar”, dijeron en Balcarce 50, aunque aclararon que no necesariamente se removerán como si fueran bloques a otras áreas. En cambio, algunas podrían disolverse, para que otros sectores del organigrama absorban sus funciones. “No se trata de mover ravioles sino de hacer la cosa más eficiente”, dijeron. Por lo pronto se cree que las secretarías de Simplificación y Transformación del Estado pasarían a formar parte directamente del futuro Ministerio de Modernización que liderará Federico Sturzenegger, hasta ahora asesor ad honorem, que se dedicará desde la nueva cartera, que aún no se conformó pero sí se anunció, a la reforma del Estado y la desregulación.
Además, está prácticamente confirmado que Francos ya decidió deshacerse de las 23 empresas públicas que dependen de la Jefatura. Sus titulares de los directorios serían despedidos, aunque nadie quiere hablar de nombres hasta que no vuelva el primer mandatario. Las miradas están puestas en Mauricio González Botto, que lidera la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado. “Estamos analizando cada caso, pero no vamos a dudar cuando sea el momento de decidir”, se limitaron a contestar en la convulsionada sede gubernamental esta mañana.
Uno de los objetivos de fondo al reestructurar la Jefatura será darle a Francos la posibilidad de dedicarse de lleno, principalmente, a la política. Una impronta exactamente opuesta a la de Posse, que se veía a sí mismo como el CEO de una empresa y evadió cada vez que pudo los pedidos para que se involucrara en las negociaciones políticas con propios y ajenos.
También será trasladada la Agencia Federal de Inteligencia, que Posse se había anexado y donde había apostado a Silvestre Sívori, que también fue despedido entre sospechas de espionaje ilegal entre los propios, una versión que nadie admite en voz alta pero que por lo bajo se refrenda sin dudas. Ahora, la AFI pasará a depender nuevamente de la Presidencia, como era hasta que llegó Milei, y dicen que el Presidente aún no decidió a quién nombrará en ese delicado sillón. De más está decir que será alguien de su extrema confianza. También quedó en la mira el secretario de Asuntos Estratégicos, Jorge Antelo, ex brigadier retirado que tuvo roces con el desplazado ex jefe de la Casa Militar, Alejandro Guglielmi, y que era resistido por Bullrich.
En cambio, el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, que trabajó codo a codo con Francos, seguirá en el cargo. “Es un cuadro muy valorado, mostró su voluntad y capacidad para trabajar con la ley”, lo elogió un asesor de la primera línea del Ejecutivo. “Cochi”, como lo llaman, aceptó el ofrecimiento de continuar.
En Gobierno echan todas las culpas a Posse, con quien se mostraban molestos por adelantarse a informar antes que la Oficina del Presidente, anoche, que permanecería en el Gobierno en un cargo a confirmarse. Después de esa jugada de última hora, no se descarta que finalmente salga eyectado por completo, deslizaron en Balcarce 50, visiblemente irritados con la movida. Por lo pronto, más allá de los detalles, el objetivo de Francos será dar marcha atrás con todo lo que hizo Posse. En Gobierno nadie tomaba responsabilidades por los errores que le endilgaban a un funcionario que sostuvieron por seis meses.