Una mentira que los unió de manera fugaz y un divorcio que causó depresión: la historia de amor de Leonardo Favio y María Vaner
La historia de amor entre Leonardo Favio y María Vaner es una de las más brillantes y recordadas del cine argentino. Se conocieron en 1957 durante el rodaje de El Secuestrador y volvieron a encontrarse en 1959 en la filmación de En la ardiente oscuridad. Sin embargo, el romance no floreció hasta el final de esta última película, cuando coincidieron en el mismo hotel durante el Festival de Cine Internacional en Mar del Plata.
En ese momento, Favio, cautivado por Vaner, le mintió diciendo que era director de cine y que iba a filmar su primera película. Esta mentira tenía una razón poderosa: se había enamorado perdidamente de ella. A pesar de esta pequeña falacia, el romance entre ellos los convirtió en una de las duplas más intensas y emblemáticas de ese momento en nuestro país. La pareja no solo compartió su vida personal, sino también su pasión por el cine. Por entonces, aquella joven actriz se convirtió en una musa e inspiración constante para él, que la dirigió en sus primeras películas.
Favio, de 21 años, era conocido por su carácter explosivo y su estilo informal; Vaner, de 24, era una intelectual a punto de terminar un amorío con Sergio Renán, con quien tenía discusiones frecuentes y empezaba a sufrir episodios de lipotimia. En El Secuestrador, María y Leonardo protagonizaron escenas pasionales que dejaron una profunda huella en el protagonista. Incluso él mismo confesó haberse excitado en exceso durante una escena sobre un ataúd.
La convivencia fue un punto de inflexión para ambos. María influenció profundamente a Favio, acercándolo a la música de Vivaldi y a la literatura. A pesar de haber completado solo el segundo grado de la Primaria, Leonardo demostró ser un autodidacta con gran talento intuitivo. Juntos comenzaron a idear lo que sería Crónica de un niño solo, película que él dirigió en 1965, marcando su consagración como director. Vaner estuvo a su lado en esta y en su siguiente película, El romance de Aniceto y la Francisca. Durante ese tiempo, tuvieron dos hijos: Luis y Leonardo.
La relación se deterioró cuando Favio, inmerso en la preparación del guion de Juan Moreira, sufrió una sobredosis de tranquilizantes. En ese momento, la pareja vivía en Montevideo y Santa Fe, en Capital Federal, y decidió separarse: el director quedó profundamente afectado. En su dolor, comenzó a componer y cantar, dedicándole a María la famosa canción Ella ya me olvidó. Antes la había llamado: María, no hay guerra y eres mía, según contó el periodista Néstor Romano en su libro Las anécdotas del mundo del espectáculo.
“Ella, ella ya me olvidó. Yo, yo la recuerdo ahora. Era, como la primavera. Su anochecido pelo. Su voz no olvida el beso. Y junto al mar, la fiebre. Que me llevo a su entraña. Y soñamos con hijos. Que nos robó la playa. Ella, ella ya me olvidó, eh, eh. Yo, yo no puedo olvidarla. Yo… Yo no puedo olvidarla…”, es parte de la melodía que sigue sonando desde su lanzamiento en 1968 hasta el presente.
María, por su parte, buscó consuelo en el ambiente bohemio de los bares hippies y conoció a Marian Skubin, un modelo yugoslavo. Sin embargo, esa relación también terminó en medio de una profunda depresión que la llevó a internarse en una clínica. Favio, mientras tanto, encontró un breve consuelo en Elsa Daniel, a quien le dedicó la canción Elsita. Esa mujer también estaba lidiando con sus propios problemas emocionales tras su ruptura con el director Rodolfo Kuhn.
En septiembre de 1967, Leonardo Favio conoció a Carola Leyton en una confitería de Buenos Aires. La joven platense aceptó salir con él y, esa misma noche, sellaron su destino juntos. Carola le dio dos hijos más a Favio: Nicolás y María Salomé, y estuvo a su lado durante los momentos más difíciles de su vida, incluidos los años de censura y prohibiciones por sus ideas políticas.
Ese mismo año, el artista dirigió su tercera película, El dependiente, una obra aclamada por su estilo ascético y su narrativa sencilla pero profunda. Pasaron siete años hasta que logró filmar Juan Moreira (1973) y después Nazareno Cruz y el lobo (1975).
Tiempo antes, en 1968, su carrera musical despegó con éxitos como Fuiste mía un verano y Quiero aprender de memoria. A pesar de su popularidad como cantante, Favio nunca abandonó su verdadera pasión por el cine. Entre 1975 y 1976, dirigió Soñar… soñar, considerada su obra menos lograda.
Tras la dictadura militar, Favio regresó triunfalmente al cine con Gatica, El Mono (1990), considerada su obra maestra. Aunque ocasionalmente se presentaba como cantante, Leonardo prefería recluirse en su casa, a la que solía llamar su “búnker”, ubicada en la calle Pasteur. En 1993, se casó con Carola en una ceremonia civil en la calle Uruguay, con sus hijos presentes.
Vaner, por su parte, tuvo una carrera marcada por altibajos y relaciones amorosas fallidas. A pesar de sus esfuerzos en el cine y la televisión, no pudo igualar el brillo de sus primeros años ni el éxito sostenido de su hermana Norma Aleandro. Su relación con Favio, llena de amor y conflicto, fue finalmente apaciguada con los años, aunque ese divorcio significó un quiebre en su carrera. A eso se sumó una amenaza de muerte de la Triple A, que la obligó a volver en 1974 a España, donde ya estaban por el mismo motivo Héctor Alterio, Luis Politti y Marilina Ross, entre otros argentinos.
Regresó al país en 1983 y, al año siguiente, protagonizó Heroica de Buenos Aires, de Osvaldo Dragún, además dio clases de actuación, canto y danza. El cine volvió a convocarla para En retirada, de Juan Carlos Desanzo, y Darse cuenta, de Alejandro Doria, ambas de 1984, en una lista que incluye Adiós, Roberto, Los insomnes y Sentimientos: Mirta, de Liniers a Estambul. En televisión se lució en Valeria y Alas, poder y pasión; y planeó guiones que no llegaron a realizarse.
Mientras filmaba el mediometraje Ciudad invisible, de Pietro Silvestri, María Vaner falleció el 21 de julio de 2008 a los 73 años en Buenos Aires, luego de una lucha contra un cáncer de pulmón. Sus restos fueron sepultados en el Panteón de la Sociedad Argentina de Actores del Cementerio de la Chacarita.
Leonardo Favio grabó 16 discos, dirigió 13 películas y actuó en 26. El prestigioso cineasta y músico falleció el 5 de noviembre de 2012. Estaba internado desde hacía varias semanas en el Sanatorio Anchorena y murió como consecuencia del agravamiento de un cuadro de afecciones crónicas que sufría desde hacía años y que en los últimos tiempos había provocado un marcado deterioro en su estado general de salud. Tenía 74 años.
Esta intensa historia de amor, marcada por el arte, la pasión y las dificultades, sigue siendo una de las más recordadas en el mundo del cine argentino.