La emoción de los veteranos de Malvinas y el espectáculo de los aviones militares: la trastienda del desfile militar por el 9 de Julio
El intenso frío no amilanó a miles y miles de argentinos que no se quisieron perder el regreso de los desfiles militares para celebrar el Dia de la Independencia sobre la avenida del Libertador y a través de más de 4 kilómetros y medio.
El público empezó a llegar desde antes de las 9 y quiso acercarse hasta la esquina de Austria y del Libertador donde se ubicó el palco donde estaban el presidente Javier Milei, su hermana Karina Milei, sus padres y todos los integrantes del Gabinete nacional. Allí también estuvo la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien ayer se ausentó del acto en Tucumán donde se firmó el Pacto de Mayo con 18 gobernadores.
Antes de la llegada de Milei, fueron ovacionados el vocero presidencial, Manuel Adorni, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien se puso una campera de estilo militar para presenciar el acto que puntualmente comenzó a las 11 con el sobrevuelo de distintas formaciones de la Fuerza Aérea. También Villarruel, que se acercó caminando durante unos 200 metros, recibió gritos de aliento de la gente que estaba detrás de los vallados.
Sobre la plaza Eva Perón, enfrente del palco, había hombres, mujeres y niños que en su gran mayoría exhibían banderas argentinas. Algunos desplegaron las que los identificaban como militantes libertarios. Muy cerca de allí, intentando pasar inadvertido, se podía ver al diputado Ricardo López Murphy, quien está distanciado de Milei.
No había todavía demasiado calor popular para combatir las bajas temperaturas. Esporádicamente alguien gritaba “Viva la Patria” y el resto le contestaba con un “Viva”. Abundaban los equipos de mate y los bolsos para improvisar un picnic mientras aguardaban el comienzo del evento.
Uno de los últimos en sumarse al palco que estaba a la derecha del principal fue el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley. Lucía un gorro con visera, en medio de un importante despliegue de seguridad.
Uno de los momentos que provocaron más aplausos de los asistentes fue cuando los aviones Hércules C 130 sobrevolaron la zona. También el paso de un escuadrón de helicópteros despertó el fervor del público.
Habían pasado apenas algunos minutos cuando se produjo la llegada de Milei al lugar, lo que provocó la primera gran explosión en la multitud. Se vio al Presidente muy distendido y abrigado con guantes negros que en ningún momento se sacó. En el palco principal ya lo esperaba el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, junto a su esposa, María Belén Ludueña.
Al primer mandatario lo recibieron al grito de “Presidente” y luego se escuchó el “Milei, querido, el pueblo está contigo”. El mismo cántico se volvió a entonar cuando a las 13.35 se dio por culminado el acto que sirvió para fortalecer el vínculo del Gobierno con las Fuerzas Armadas.
Luego del paso de los aviones llegó el desfile de los excombatientes de Malvinas. Fue allí donde se vivieron unos de los momentos más emotivos. Antes de empezar a marchar, Alfredo Paniagua, quien en las islas integró una de las escuadrillas de la Fuerza Aérea, le dijo a Infobae que el acto lo vivía como “un reconocimiento y un honor”, mientras se le escapaban unas lágrimas. Había llegado desde Benavidez y empujó la silla de ruedas de su compañero Gustavo Castillo.
El despliegue de cerca de 7.400 efectivos de las diferentes fuerzas cinco años después del desfile que organizara Mauricio Macri el mismo día fue todo un gesto de la importancia que el Poder Ejecutivo le otorga a las fuerzas de seguridad en su mandato.
También su actitud de subirse a un tanque TAM 2C, los que el ministro Petri mandó recientemente a modernizar, junto a Villarruel cuando faltaba poco para la finalización del acto ofició como símbolo del acercamiento.
Jorge Videla también formó parte de ese primer grupo. Arribó desde Bell Ville, Córdoba, en una combi con varios ex combatientes más. “Esto es algo histórico, un gesto que esperábamos desde que volvimos de las Islas”, le dijo a este medio visiblemente conmovido. Videla combatió en Bahía Fog y también en Puerto Argentino y sostuvo que “participar de este acto es lo que nos debían desde hace 42 años”.
El pasaje de los ex Combatientes estuvo signado por varias interrupciones porque varias veces se pararon frente al palco principal. El Presidente saludó a varios con efusividad y el puño cerrado. Y le retrbuyeron con regalos, al igual que a Villarruel. Les dejaron banderas (que durante un rato colgaron de la baranda), gorros y hasta un pedido en un papel. La locutora del acto tuvo que pedir que no frenaran tan seguido para agilizar el desfile, que se terminó extendiendo por más de dos horas y media.
Al Presidente se lo vio distendido y sonriente casi todo el tiempo. Habló varias veces en voz baja con Macri. Para combatir el frío y que estaban de espaldas al sol en la mitad del acto les acercaron tazas con té, café y churros.
Incluso, a pedido de uno de los fotógrafos de la Casa Rosada, los dos se animaron a ensayar un simulacro de brindis chocando las dos tazas .En ese palco también estaban en las filas de adelante los ministros del Gabinete con excepción de la titular de Capital Humano, Sandra Pettovello, y del de Salud, Mario Russo y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Más atrás, entre otros, se ubicaron el vocero Adorni, el secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo, el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, la diputada Juliana Santillán y el subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo “Lule” Menem.
La multitud volvió a entusiasmarse con la marcha de los regimientos de Granaderos a Caballo y de Patricios. Todavía faltaba un rato para la mayor ovación de la mañana. El Presidente y su Vice se bajaron del palco cuando habían comenzado a encolumnarse los TAM 2C (tanques argentinos medianos) que hace muy poco volvieron a las filas del Ejército luego de ser reparados y modernizados.
Con la ayuda de los conductores de la unidad militar ambos se subieron. Antes de sentarse en el interior del vehículo arengó a la multitud con su tradicional “Viva La Libertad Carajo”. Villarroel sorteó con estoicismo la dificultad de ubicarse a su lado. El trayecto fue corto, apenas media cuadra, pero se transformó en el pico del fervor popular.
Ya quedaban pocos minutos para que terminara el acto. Milei volvió al palco y se abrazó con casi todos lo que estaban allí. Por último desfilaron la Gendarmería Nacional y la Policía Federal Argentina. Cuando se fue el jefe de Estado, poco después de las 13.40, la avenida del Libertador se transformó en una gigantesca vía peatonal.