De una juventud a pura rebeldía a ícono de la escena nacional: Julio Chávez, el actor de carácter fuerte que no le teme a la fama
Julio Chávez desde joven, mostró un interés profundo por las artes escénicas, lo que lo llevó a estudiar teatro con maestros de renombre y a forjar una carrera destacada tanto en el ámbito teatral como en la televisión y el cine. Es, además, artista plástico y formador de actores de teatro, y este domingo 14 de julio cumple 68 años.
Julio César Hirsch, es su verdadero nombre. Inició su carrera teatral en los años 70 y desde entonces ha participado en numerosas obras que lo consolidaron como uno de los actores más destacados de nuestro país. Criado en el barrio de Saavedra, en una familia de origen judío, su madre era profesora de piano y su padre comerciante. Desde pequeño, Julio mostró un interés por las artes, influenciado por su entorno familiar. Durante su adolescencia, se formó en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, donde empezó a moldear su talento bajo la guía de reconocidos maestros del teatro argentino.
¿Cómo fueron los años 70? “Muy tristes. Porque además yo empezaba a salir al mundo, tenía 15 años. Vivir acá era zafar: zafar del coche Falcon; zafar de esto, zafar de aquello; zafar de las listas (negras). Algo que he sentido mucho: no sé por qué soy un criminal. A veces ahora, ante cómo nos hablan los medios y algunos políticos, yo digo: “¿Con qué derecho me estás hablando con ese tono? ¿Quién te creés que sos?”. Es muy fuerte ver que una población está siendo maltratada, de muchos lados y de muchas maneras. Decís: “Escuchame una cosa, atorrante o atorranta, ¿encima me retás? ¿Con qué derecho ese tono?”. Un tono de reto: “Y ahora vas a tener que pagar. Y ahora vas a tener que esto”. ¿Pero qué es eso? Para colmo, después hay que opinar y ponerse de un lado o del otro. Terminás siendo soldado de gente que te está maltratando”, contó el propio actor tiempo atrás en una nota a solas Tatiana Schapiro en Infobae.
La juventud del actor fue un período turbulento, marcado por su rebeldía y búsqueda de identidad. “Cuando tenía 17 años, era un enfant terrible que cursaba en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. En el informe de fin de año, mi maestro, Luis Agustoni, fue demoledor: ‘No te voy a evaluar como actor, pero como persona, cambiá o no vuelvas a este lugar’”, confesó en declaraciones a la prensa. Este duro golpe lo llevó a abandonar temporalmente el teatro y buscar otras opciones, incluyendo la medicina y un trabajo administrativo en una clínica. Sin embargo, una noche, solo en su trabajo, se cuestionó su verdadero propósito y decidió regresar al Conservatorio, donde su cambio de actitud le valió el reconocimiento de su maestro.
Chávez ha sido abierto sobre su proceso creativo y su visión del arte. En varias entrevistas, ha destacado la importancia de la autenticidad en la actuación y la necesidad de explorar la profundidad emocional de cada personaje. “Para mí, el teatro es un espacio de verdad y de encuentro con el otro. Es un lugar donde nos despojamos de nuestras máscaras y nos mostramos tal cual somos”, comentó en una entrevista.
También habló sobre los desafíos económicos y la percepción pública de los artistas. “Cuando a mi padre le dije que iba a ser actor, me preguntó de qué iba a vivir. No quiero ser careta en ese sentido, y a mí no me preocupan los poetas, porque soy un artista. Nunca me pregunté de qué comen los poetas, y estoy seguro de que los poetas deben pensar sobre los actores”, reflexionó. Además, criticó la falta de reconocimiento y apoyo a los artistas menos conocidos, comparando su situación con la de otros profesionales como filósofos, arqueólogos y científicos.
En este contexto, Chávez mencionó la Casa del Teatro, una institución que brinda apoyo a artistas en dificultades: “Si Jorge Martínez está en la Casa del Teatro, enaltezcamos a la Casa del Teatro, que es el lugar que nos puede cobijar con mucha dignidad. Hay muchos actores y actrices que nadie conoce que de golpe están diciendo que lo peor que puede pasar es que terminen en la Casa del Teatro. ¿Cómo voy a hablar mal de la Casa del Teatro?, cuando es un lugar que además Linda Peretz se ocupa mucho de ella”.
Si bien ha disfrutado de una carrera exitosa, Julio no ha estado exento de escándalos. Enfrentamientos con colegas, desacuerdos con directores y declaraciones polémicas han marcado algunos momentos de su vida profesional. Por ejemplo, enfrentó peleas públicas con Benjamín Vicuña y Facundo Arana durante la producción de Farsantes. En ese momento, Chávez intentó bajar el tono de la disputa, reflejando su perspectiva sobre los desafíos de trabajar en equipo.
El actor también habló sobre la presión que implica mantenerse relevante en una carrera tan competitiva. “La fama es una compañera difícil. Te da mucho, pero también te exige y te aísla”, reflexionó. A pesar de esto, su pasión por el arte y su habilidad para reinventarse le han permitido superar obstáculos y continuar brillando en cada proyecto que emprende.
Carrera Teatral
Julio Chávez ha construido una carrera teatral impresionante con personajes memorables que han dejado una huella profunda en la escena argentina. Entre sus trabajos más destacados se encuentran:
•“Potestad”: en esta obra de Eduardo Pavlovsky, interpreta a un hombre que lucha con su identidad y los recuerdos perturbadores de la dictadura militar en Argentina.
•“Yo soy mi propia mujer”: dirigida por Agustín Alezzo, Chávez se mete en la piel de Charlotte von Mahlsdorf, una travesti alemana que sobrevivió al régimen nazi y a la Alemania comunista.
•“La de Vicente López”: interpreta a un hombre que se enfrenta a las contradicciones y desafíos de la vida cotidiana en Buenos Aires.
•“El Vestidor”: era Norman, el asistente de un actor envejecido durante la Segunda Guerra Mundial, explorando la relación entre ambos.
•“Red”: En esta obra de John Logan, Chávez interpreta al pintor abstracto Mark Rothko, explorando su relación con su asistente y su lucha por mantenerse fiel a su visión artística.
Trayectoria en el Cine
El interprete ha tenido una notable presencia en el cine argentino. Entre sus películas más importantes se encuentran:
•“Un Oso Rojo” (2002), dirigida por Adrián Caetano, donde interpretó a un exconvicto que busca reconectar con su hija.
•“El Custodio” (2006), de Rodrigo Moreno, que le valió el premio al Mejor Actor en el Festival de Berlín.
•“El Otro” (2007), dirigida por Ariel Rotter, por la cual ganó el Oso de Plata en Berlín.
Éxitos en Televisión
En televisión, ha sido parte de exitosas producciones que le han permitido llegar a un público más amplio. Entre sus trabajos más memorables se encuentran:
•“Epitafios” (2004-2009), donde interpretó al detective Renzo Márquez.
•“Tratame Bien” (2009), donde interpretó a José Chokaklian en una ficción sobre la terapia de pareja.
•“El Puntero” (2011), una serie dramática que le valió múltiples premios, incluyendo el Martín Fierro.
•“Farsantes” (2013-2014), donde interpretó a Guillermo Graziani, un abogado con una vida personal tumultuosa.
•“El Tigre Verón” (2019-2020), donde interpretó a un líder sindical.
A pesar de su éxito, Chávez no se siente completamente integrado en el mundo del espectáculo. “No, soy muy cholulo del medio. No me siento parte de lo que llamamos ‘el medio’. Y tengo una sensación de cholulismo con el medio. Puedo pasar por antipático o por soberbio, pero tengo pudor frente a los colegas. Cuando me topo con alguien conocido, siento mucho pudor. Siento pudor frente a las cámaras y las luces. Me da vergüenza”, manifestó el actor.
Sin embargo, se siente plenamente comprometido con su trabajo en el escenario. “Me siento parte del trabajo del actor, parte del problema de la escena, pero no me siento parte del medio porque tengo una especie de admiración, que tal vez es frívola. Cuando me topo con un colega, tengo la sensación de que me quedaría mirándolo o mirándola como una persona ajena del medio. Diría: ‘¡Mirá vos lo que tiene puesto, cómo habla o cómo come!’”, comentó en alguna oportunidad.
Julio Chávez es, sin duda, un actor multifacético que a cada paso sobre el escenario o set de filmación deja una huella imborrable. Su capacidad para interpretar una amplia gama de personajes y su dedicación al oficio lo convierten en un referente imprescindible en la escena cultural de su país. Su historia es un testimonio de perseverancia, talento y amor por las artes escénicas, consolidándolo como una figura icónica del espectáculo argentino.