Juan Carlos Baglietto: “Mis hijos son la versión mejorada de mí”
La Familia Baglietto ha logrado capturar la esencia de la música y transmitirla con fuerza en cada una de sus actuaciones. Consolidada como un referente en el ámbito artístico, su dedicación se refleja en la pasión con la que abordan cada proyecto. Juan Carlos Baglietto, figura central de la familia, inspira tanto a sus seguidores como a sus colegas por su capacidad de interpretar con sentimiento genuino y profundidad artística. Con una carrera que abarca varias décadas, ha logrado posicionarse como un pilar en el mundo de la música.
Desde sus comienzos en Rosario, Juan Carlos logró transmitirle a su familia el amor por el arte, pero sin que sea una obligación y ellos han sabido compaginar individualmente sus talentos, permitiendo que cada miembro mantenga su estilo particular sin perder su personalidad. En la conversación con Teleshow, los tres desbordan pasión y autenticidad en cada una de sus expresiones y se emocionan de compartir El Principito, la obra sobre el clásico literario, que subió a escena en el Teatro Ópera.
Los Baglietto unidos por el arte
—¿Acá no están todos, no?
—Juan Carlos Baglietto: No, somos más, ellos son dos de los cuatro hijos que tengo. Falta Fermín que tiene 19 y Clara que es “La reina”, “La diosa” Clara que tiene 15 años.
—¿Y no la incorporaron a Clara en El Principito?
—JCB: No, no, todavía no se decidió qué va a ser. Por ahora está acumulando purpurina y con la cabeza puesta en un viaje de intercambio que va a hacer a Londres. Y Fermín también, tocando, produciendo, haciendo cosas.
—Joaquín: Desde muy chico Fermín también produce, graba. Capo total. Siempre decimos que cuando nace uno nuevo, cómo decís vos, papá…
—Julián: Se va actualizando el modelo (risas).
—JCB: Es cierto, mis hijos son la versión mejorada de los Baglietto.
—¿A ustedes la música de su papá y sus compañeros de la trova rosarina les gustaba?
—JCB: Sí, pero llevó un rato. ¿No, chicos?
—Joaquín: Yo qué sé, todos fuimos adolescentes y todos decíamos en un momento que ya no queríamos ir a verlo tocar porque te embolabas. Pero cuando sos un poco más grande, cada vez que lo ves cantar, me pasa, es como que tomó un valor mucho más allá.
—Julián: En casa sonaba música todo el tiempo, y de todo. Desde Caetano Veloso hasta Ketama, hasta tango, a veces folclore, siempre mucha música. No solo en casa, sino fuera de casa. Los planes eran ir a un show, a una gira, ir a lo de un amigo músico que viniera a casa, siempre en torno a la música.
—JCB: Tuvieron una crianza así los más chicos. Lo que pasa es que ellos vivieron todo un momento como de excitación en el cual a mí me interesaba que ellos supieran de qué se trataba realmente. Yo lo cuento siempre, no es una anécdota muy pirotécnica, ni muy novedosa, pero mi viejo era ferroviario, pero yo no sabía qué hacía. Yo no sabía si el tipo se sentaba en una ventana, miraba para allá y qué hacía. ¿Qué actividad tenía, cómo era exactamente su tarea de ferroviario. Entonces con ellos desde muy chicos, los cuatro, nos hemos ido de gira juntos para que vivan desde dentro lo que es. Para que un poco entiendan que si bien es el mejor trabajo del mundo, tiene rigurosidad. Es una actividad que exige respeto, que exige disciplina y compromiso.
—Julián: Y más cómo se comprometía él, claro. Mi viejo nunca se abstuvo solo a sentarse en la banquetita y cantar. Me refiero que siempre estuvo y también se ocupó de su empresa y su laburo también fue el otro lado de ser músico, fue siempre en relación a qué pasa atrás del escenario, a la puesta en escena, a las luces, a la estructura.
—¿Baglietto padre es de esos que dicen “escuchen esto porque está buenísimo lo que acabo componer”?
—JCB: No, ha sido más al revés. Ellos me han mostrado más música que yo a ellos.
—Julián: Hacíamos otras cosas juntos, como cocinar juntos, ir a comer algo y compartir tiempo. Pero desde el lado musical, nosotros somos más de mostrarle a él cosas que nos gustan. Y a él le copa después, por ahí. O no le copa y hay cosas de hoy que no le entran.
—JCB: Será generacional, pero para mí, la música, las canciones tienen que tener un costado artístico importante. Tienen que tener un valor artístico, tienen que tener poesía, tienen que tener melodías. Creo mucho que no se puede usar la música de excusa. Si vos querés decir algo, es muy importante el cómo, no solo el qué. Sino no hubiera prosperado la música de protesta. Había que validar ciertas cuestiones en pos del fin superior, ese que tenía que ver con reivindicar determinadas cosas y no validar cualquier porquería.
—¿A qué te referís?
—JCB: Yo no valido los mensajes misóginos, los mensajes machirulos ni los mensajes sobre drogas. Cosas que son jodidas.
—Joaquín: Estoy totalmente de acuerdo, pero bueno, eso siempre existió. Hay cosas que a vos no te gustaron, pero siempre está la posibilidad de elegir.
—¿Por qué sumergirse otra vez en El Principito, por alguna razón en especial?
—JCB: ¿Sabes lo que pasa? No hay un solo Principito. No hay una sola obra literaria. El Principito se resignifica con el tiempo y en las distintas edades en las que vos lo leas. Es un libro aparentemente para chicos donde hay un ser sobrenatural que anda por ahí rompiendo las pelotas, pero es muchísimo más que eso. Entonces, dependiendo de cuál sea tu edad, tu estado de ánimo, tu condición, o lo que fuese, tiene un significado nuevo. Por ejemplo, hoy para hablar y meternos en la obra, El Principito tiene una vuelta de tuerca muy importante en relación a la versión que hicimos hace 21 años. Por ejemplo, en esta versión queda mucho más claro que El Principito es el “yo,niño” del aviador y que el aviador es el autor. Además, en esta versión, se pone de manifiesto la relación casi paternal que tiene el aviador con el jovencito. En este caso es un adolescente, no es un niño, al cual el aviador no lo entiende. Como pasa con los padres y los adolescentes, hay que vivir un proceso y después se cae en la cuenta de “che, la pucha, tenía razón”. Con esta historia pasa eso, independientemente de que tiene una actualización. La obra en sí está traída al presente de una manera muy hermosa. Si bien los personajes son los mismos, tienen una actualización no solo desde lo visual, no solo desde lo estético, también desde lo verbal y desde lo local.
—Julián: Sí, desde lo local también y desde lo musical. En mi caso, que soy el director musical, y Joaco que está actuando como hombre de negocios. La idea fue traer un poco a la actualidad problemáticas de hoy en día, a ritmos sonoros y estilos. Antes “El vanidoso” era como un tema más big band de jazz y ahora es un reguetón. Después “El Rey” antes era un tema más clásico con Wallace, ahora es un tema más rockero. Buscamos acercarlo un poco más a la actualidad, más allá de que la obra tiene muchísimos años y a pesar de eso sigue siendo re vigente.
—¿Te acordás cuando la leíste?
—Julián: Sí, claro. Lo leí de chiquito y lo volví a leer antes de hacer este trabajo que hice para refrescar la historia. El Principito es una historia que tiene un montón de años y lo leés hoy y es re actual.
—Joaquín: Y no solo nos tocó a nosotros leerlo, sino que también lo vivimos. Hace 21 años era mi viejo el aviador. Yo tenía ocho años, creo.
—JCB: Claro, algo así era. Iban a verme al teatro. Joaco, que es una persona muy sensible, lloraba en todas las funciones.
—Julián: Tomó un significado mucho más fuerte ahora. Las vueltas de la vida. Yo la vi cuando era chico y cómo iba a imaginar a ese niño ahí mirándola 20 años después.
—¿Y qué pasó cuando surgió la idea de volver con el musical?
—Joaquín: Yo me tiré a la pileta. No tengo ningún problema. A mí me encanta actuar, pero no me considero tan actor. Sí me considero mucho más músico, pero así y todo es una faceta mía que me encanta explorar. Mi personaje es el hombre de negocios.
—JCB: Hoy ese personaje es más Elon Musk.
—Joaquín: Por eso la actualización con problemáticas más de hoy en día, de negocios, es más una persona de criptomonedas. Hoy en día es más de miedo. Y el reguetonero es una persona valiosa, pero también como influencer, YouTuber se vuelve loco.
—¿Y vos Julián, como director, es un problema estar con todos los Baglietto?
—Julián: Problema… en realidad cuando llegó la noticia, fue una gran noticia. Pasó a ser un problema cuando dije que sí (risas). Pero está buenísimo como desafío. La verdad que a mí me hizo muy bien. Me puso en un lugar en el que no estoy acostumbrado a estar y me parece que es importante arriesgar como para aprender y para crecer. En mi caso me ayudó a aprender mucho de cada ritmo. Hay un merengue, hay un reguetón, hay canciones más de comedia musical, hay rock. Pasa por un montón de estados. Entonces yo como productor tuve que amoldarme a todas esas facetas, a todos esos ritmos y el resultado es que hoy ya lo estoy viendo materializado. Es hermoso porque también todo eso que hice de repente está ahí. Es un orgullo total.
—¿Quiénes te acompañan?
—Julián: Están involucradas algunas otras personas, por ejemplo, Adrián Charras, que es mi socio, mi compañero, aparte de compañero de ruta. Hemos tocado juntos. Él está haciendo las mezclas. Después está Eduardo Frigerio, que es la persona que hizo la música original de la obra, que también estuvo viviendo acá. Nos pusimos de acuerdo en reversionar toda esa música. Algunas músicas las compuse desde cero y otras, la mayoría, fue agarrar esa música que estaba ahí y llevarla para algún otro lado. El equipo de gente es enorme, no somos nosotros solamente, no es solo un proyecto familiar.
—JCB: Excede a las tres personas que ves aquí. Hay un equipo muy grande de gente, la producción es muy grande, la puesta escénica es muy grande, la puesta técnica, los actores, bailarines, coreógrafos, videasta, director, escenógrafo, coreógrafa. Es un equipo muy grande de gente y es un gran proyecto. Podríamos hablar de la magnificencia de la puesta o de la cantidad de metros cuadrados que tienen las pantallas de LED, pero la verdad es que eso no es lo importante. Lo importante es la obra en sí. Lo importante es que en un momento como de hastío, descreimiento y que se plantea creer en las cosas que no se ven, la obra plantea seguir teniendo la inocencia de creer en aquello que no se puede ver, claro. Lo intangible. Está cargada de emoción.
—Joaquín: Toca muchas, muchas fibras. Lo bueno es que es súper amplio. Te emociona. Puede ser alguien joven o alguien más grande. Abarca un montón de edades y es re lindo emocionarse. Permitir emocionarse a esta altura de la vida no es poca cosa. Está ahí para disfrutarla.
—JCB: La obra tiene un valor muy importante que es cohesionar, que es unir gente de distintas generaciones. Es una obra absolutamente popular. Con esto me refiero a que no está dirigida a ningún público en particular ni a ninguna edad específica. Es una obra que atraviesa todas las condiciones, las edades y que sirve para de pronto unir las voluntades de gente de distintas edades. Es una obra para la familia en la que los padres pueden llevar tranquilos a sus hijos más chicos sabiendo que no se van a aburrir.
—Julián: Sí, además, en una época que todo es tan instantáneo, sentarse un rato a ver una obra no le va a hacer ningún daño a nadie, menos esta obra. Todo el tiempo te mantiene súper expectante y súper pendiente. Es algo que te cautiva y te lleva al viaje. Literal, va a parecer un segundito que estuviste ahí.
—¿Cuál es tu personaje favorito, Joaquín?
—Joaquín: Sin duda El Zorro, que interpreta Roberto Catarineu, que es un actorazo histórico. Así, palabras mayores y es uno de los personajes que más me emociona. Bueno, cuando la vean se van a dar cuenta. Es muy linda la línea que baja y su relación con El Principito es espectacular. Es casi imposible no emocionarte, estar al borde de las lágrimas.
—¿Vos coincidís con tu hermano?
—Julián: Completamente. Estaba pensando en eso y no quiero spoilear nada. Es algo que lo tienen que vivir. Emociona tanto eso, tanto la interpretación de Catarineu, cómo está construido el personaje y la canción que se le puso a ese personaje que es muy emocionante y muy linda. Es el momento preferido para mí.
—JCB: Coincido con ustedes en que El Zorro es un gran personaje, pero hay otros que me gustan también y mucho. Luis Rodríguez Echeverría hace un Principito que es único, total. No nos conocíamos y cuando empezamos no sabía ni quién era. Perdón, sabía que era actor, pero no lo conocía y se fue construyendo una relación que es muy potente y muy emocionante. Recién ahora nos estamos pudiendo sostener la mirada porque es difícil sostener la mirada de alguien que no conocés.
—Julián: Y está haciendo un gran laburo, pero en parte actuar se trata de eso.
—JCB: No es como estar actuando con alguien que conocés completamente. En mi caso en particular, que yo no soy actor y yo juego a ser actor, para mí es una gimnasia.
—Julián: Eso que está diciendo mi viejo es total, el personaje del Principito es acertadísimo en manos de Luis.
—JCB: Este Principito es el verdadero y eso es mágico.
Fotos: Bautista Araya