La Tierra rota cada vez más lenta y los días son cada vez más largos. Tenemos un sospechoso: el deshielo
El día no tiene 24 horas exactas al milisegundo, ni mucho menos. Lo que es más, la duración de la rotación de nuestro planeta ni siquiera es estable, ha ido prolongándose poco a poco a razón de milisegundos por siglo, extendiéndose de forma que, a lo largo de millones de años la duración del día ha incrementado unas pocas horas. La principal responsable hasta ahora era la interacción gravitatoria con una Luna alejándose.
Ahora hay algo más alterando esa relación.
Nuevo influjo. Un nuevo estudio ha señalado al cambio climático como posible responsable de una aceleración en el ritmo al que se alargan los días. Dicho de otra forma, la velocidad de rotación de la Tierra se decelera a un ritmo cada vez más intenso.
Cambio en la distribución. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? La relación entre cambio climático y duración de los días no es intuitiva en principio, aun sabiendo que está mediada por el derretimiento de las grandes capas de hielo de los polos.
Este derretimiento hace que grandes masas de agua hasta ahora concentradas en los polos se redistribuyan a latitudes más bajas. Esta redistribución de las masas afecta al momento angular del planeta: puesto que este último debe mantenerse constante, la velocidad de rotación debe alterarse.
Como una patinadora sobre hielo puede moderar la velocidad a la que gira alterando la distribución de su masa (girará más rápido si concentra su peso cerca del eje de rotación y más despacio si, por ejemplo, extiende una pierna), la Tierra girará más despacio si la masa del agua se aleja de los polos y se desplaza al ecuador.
En Xataka Hay una razón por la que las agujas del reloj giran como lo hacen. Podrían hacerlo perfectamente al revés
Cuestión de milisegundos. El equipo combinó observaciones con reconstrucciones de las variaciones en la masa terrestre para el periodo entre el año 1900 y el presente. Estimaron que, durante el siglo XX, la duración del día se alargaba a razón de entre 0,3 y 1 milisegundo por siglo. Sin embargo, en lo que llevamos de siglo XXI, esta velocidad de cambio habría pasado a 1,33 milisegundos por siglo, con un margen de error de ±0,03 milisegundos.
Según los resultados del estudio el efecto del cambio climático podría ir en incremento, hasta tal punto que podría superar al alejamiento de la Luna como principal causa del incremento en la duración de los días. Según estas mismas estimaciones, este incremento podría alcanzar los 2,62 milisegundos por siglo para el año 2100 (con un margen de error de ±0,79 milisegundos).
Efectos tangibles. Un cambio de esta magnitud es imperceptible para el ser humano como tal. Sin embargo no lo es para nuestras infraestructuras en la era digital. Hoy por hoy, sistemas como el GPS deben mantener un férreo control sobre el tiempo, tanto es así que deben incluso tener en cuenta cambios relativistas derivados de la velocidad a la que orbitan.
Este tipo de cambios podrían ser relevantes por tanto en sistemas que requieren este tipo de precisión al milisegundo. En la práctica, hoy en día contamos con los segundos intercalares para ir ajustando nuestros relojes a estos cambios. Los segundos intercalares funcionan como una suerte de años bisiestos, solo que en lugar de introducir días, introducimos segundos. A más pérdida de velocidad, más frecuentes tendrán que ser estos intercalados.
Aprovechando la IA. Para realizar el trabajo el equipo recurrió a las llamadas redes neurales informadas físicamente. Se tratan, explican, de herramientas basadas en la inteligencia artificial (IA) capaces de aplicar las leyes físicas al generar algoritmos de aprendizaje automatizado. Los detalles del trabajo pueden consultarse en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Cambios en el eje. El estudio de los efectos del cambio climático sobre la rotación de la Tierra se complementó con un segundo, este publicado en la revista Nature Geoscience, sobre otros cambios en estas dinámicas.
Según el equipo responsable del estudio, el eje sobre el que rota la Tierra estaría cambiando ligeramente, como consecuencia también de cambios en la distribución de la masa terrestre, no solo a nivel superficial, sino también a nivel interno
Esto implica que los polos geográficos podrían cambiar como lo hacen los magnéticos. Eso sí, a velocidades más bajas: unas decenas de metros por siglo.
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Imagen | NASA
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