‘Alien Romulus’ es una potente secuela a la altura de los clásicos de la saga, pero un par de detalles le arrebatan la gloria
Este post no contiene spoilers
'Alien: Romulus' es, en cierto sentido, una secuela perfecta para devotos de la saga. Todos los ingredientes formales y esperables de la franquicia están aquí, incluyendo la familiar estructura de personas atrapadas en una nave o estructura cerrada con uno o varios xenomorfos que los van eliminando uno a uno. Desde la primera 'Alien' así han funcionado las películas del bicho, y así debe ser, con elementos ineludibles en la batidora: facehuggers, huevos y baba, ácido en vez de sangre, boca pequeñita dentro de boca grande, carreras por pasillos, humanos artificiales, retrofuturismo informático y una corporación malvada.
En cierto sentido, parece que Fede Álvarez ha decidido hacer la montaña rusa definitiva de 'Alien' y para elaborar el guión (en colaboración con su compinche habitual, Rodo Sayagues) tenía una lista de la que iba tachando todos los ingredientes, que se suceden en la pantalla a tal velocidad que quitan el aliento. 'Alien: Romulus' es clarísimamente la obra de un fan (quizás por primera vez en la serie) que no quiere renunciar a hacer la película de 'Alien' por excelencia, la suma máxima de todos sus elementos. Se percibe ya desde los posters, casi una colección de cromos con momentos icónicos y que dejan bien claro que aquí no se quiere revolucionar la franquicia, sino rendirle pleitesía.
Fede Álvarez es un director especialmente dotado para un trabajo así. Recordemos que su magnífica 'No respires' es prácticamente una película de la serie pero sin naves espaciales. Lo que consigue aquí (como en aquella y en 'Evil Dead') con un guión cerradísimo y una puesta en escena muy estudiada es que las set pieces fluyan de forma muy natural: los escenarios van cambiando de forma, de dimensiones, de características, y se van modificando los participantes, la gravedad, las amenazas, todo de forma natural y con un ritmo prodigioso.
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Para entendernos: 'Alien: Romulus' parece una película de verdad, y no una serie de secuencias de acción diseñadas en un despacho y pegadas una detrás de otra por un editor sin visión creativa. Aunque dentro de la obra de Fede Álvarez queda por debajo de 'Evil Dead', 'No respires' e incluso 'Leatherface', su sello sigue notándose en un extraordinario sentido del ritmo que no tiene nada que envidiar a directores de género que manejan presupuestos mucho más abultados
Es cierto, la película tarda en arrancar quizás algo más de la cuenta (aunque va en consonancia con la serie: la chapa marine del principio de 'Aliens' no es precisamente lo más digestivo del mundo), y los personajes no son lo más carismático de la saga, con la excepción de ese hallazgo que es el sintético defectuoso, pero no importa. Una vez entramos en harina, la película fluye a las mil maravillas, todo puntuado con el magnífico empleo de las herramientas que tiene Fede Álvarez a su disposición, de las limitaciones presupuestarias a un uso del sonido (y los silencios) muy de las primeras entregas de la franquicia y absolutamente inaudito en el cine actual.
Y luego el tramo final. Que por supuesto, no vamos a desvelar, pero es donde claramente Fede Álvarez ha invertido más de su cosecha, rivalizando con los giros cataclísmicos de 'No respires' y 'Evil Dead'. Un soberbio tramo final que, este sí, mira cara a cara a los clásicos de la serie y redime al conjunto de absolutamente todas las pegas que se le puedan poner a sus dos primeros actos.
Un par de problemas
Sin embargo, lo que impide a la película alcanzar la gloria y medirse con las grandes entregas de la franquicia, son un par de detalles que la hacen bajar un par de peldañós. El primero de ellos es la necesidad de plegarse al guiño fácil y a la reverencia a la cohorte de tuiteros que lo único que ven interesante en una película es la posibilidad de escribir un hilo citando referencias a otras películas.
El guión está salpimentado, por ejemplo, con frases extraídas de otras entregas de la serie. Algunas que entran mejor, pero otras, como la cita gratuita a una de las dos o tres frases más merecidamente icónicas de la saga, se sienten completamente artificiales. Hay también cierta necesidad de citar y dar coherencia al resto de las películas de la serie, incluidas las complicadísimas de encajar 'Prometheus' y 'Covenant'. A veces funciona mejor y a veces, no tanto.
Aunque sin duda lo peor en este sentido es la presencia absolutamente injustificable de un elemento procedente del inicio de la franquicia, ejecutado además de forma más bien mediocre. Rompe completamente con el encanto analógico de la película y lo trabajadísimos que están los efectos prácticos y se siente absolutamente gratuito. Pero sobre todo, se percibe como un ingrediente innecesario y como una posible interferencia del estudio, que sabe que, desde el punto de vista del marketing, estas son el tipo de cosas que venden.
Y finalmente, un inconveniente algo más intangible: las películas de la serie 'Alien' son muy diferentes entre sí, y a menudo dejan translucir cierto sello autoral. Cada una es de su padre y su madre, podría decirse, y todas comparten un ADN imposible de expresar en un power point para ejecutivos de Disney: se trata de cierta asfixia existencial, cierto ahogo por la inmensidad y, sobre todo, por la crueldad del cosmos. Es lo que ha hecho que muy a menudo se compare las películas de 'Alien' con las ficciones de Lovecraft.
Todas consiguen mirar a los ojos ese abismo de un modo u otro: de los diseños aterradoramente inhumanos de Giger en la primera película a los escenarios de óxido y hierro de 'Alien 3', pasando por las disquisiciones sobre el origen de la vida en 'Prometheus' o la negación del yo a través de la psicología del clon en 'Resurrection'. Pero a Romulus se le escapa esa magia (aunque acaricia ese horror puro en el tramo final, que sin embargo es una pieza más cercana a las inquietudes de Álvarez que a las de la serie). Quizás sea una película demasiado ocupada en complacer a los espectadores que van a comprobar si la película es lo suficientemente no-sorprendente como para complacerles.
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En cualquier caso, son problemas en parte inevitables y que no desmontan del todo los indiscutibles hallazgos de una película imprescindible para devotos de la serie. Buen ritmo, ideas que literalmente nunca se habían visto en la serie, generosas aportaciones al lore, buenos e ingeniosos malabarismos para encajar en la continuiodad y un uso monumental del sonido convierten a 'Alien: Romulus' en una de las películas de terror del verano.
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