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Milei y Macri aceitan el vínculo pero siguen los reproches por la gestión y los recelos con el entorno

Milei y Macri
Javier Milei y Mauricio Macri

Hace unos diez días, Marcos Peña le escribió por WhatsApp a Santiago Caputo. Nunca se vieron cara a cara, y no recuerdan haber intercambiado mensajes antes de que el asesor de Javier Milei se hiciera cargo del gobierno junto al presidente. Dicen que hubo alguna conversación protocolar en abril, antes de que el ex jefe de Gabinete publicara su libro El arte de subir y bajar la montaña, y que el amigo del presidente aún tiene fresca en su memoria aquella reprimenda de Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto por una cuenta suya de Twitter en la que años atrás criticó a Mauricio Macri y su entonces jefe de ministros lo mandó a controlar a través de los dos consultores ecuatorianos.

Esta vez, Peña, que concentró la estrategia comunicacional y política del gobierno de Cambiemos así como ahora ese rol está en manos de Caputo, lo contactó cuando vio el revuelo que se había producido en las redes y en los medios por la imagen de la portada de su libro destrozada por el asesor estrella de la Casa Rosada con un cuchillo romano, una escena que algunas de las visitas que pasaron por su despacho, en el primer piso de la Casa Rosada, vieron atónitos en vivo y en directo mientras el consultor se pavoneaba, risueño.

“Le escribió e intercambiaron unos mensajes. Fue una pequeña apuesta por la paz, jaja”, respondieron amigos de Peña, que cada tanto habla con Macri. “Fue en buenos términos”, confirmaron cerca de Caputo. El ex jefe de Gabinete activó su WhatsApp con el consultor para evitar que la difusión de esa imagen con el libro destruido por él mismo -la subió a una de sus cuentas de X- escalara a un nivel de mayor confrontación, y se convirtiera en un blanco para los ciber militantes libertarios que convirtieron a las redes sociales en un antro agresivo y vulgar.

El jueves, el gobernador Alberto Weretilneck publicitó en su cuenta oficial un encuentro que mantuvo en su oficina de Río Negro con José Mellado, el intendente de Ingeniero Jacobacci: en primer plano se ve, sobre el escritorio, el libro de Peña. En perfectas condiciones. Weretilneck tiene una relación muy aceitada con Caputo.

Alberto Weretilneck con el libro de Marcos Peña en su escritorio (X: @Weretilneck)
Alberto Weretilneck con el libro de Marcos Peña en su escritorio (X: @Weretilneck)

El consultor principal de Milei se divierte. En su entorno aseguran que es lo suficientemente audaz como para no medir consecuencias. También, que el respaldo por parte de Milei es absoluto, a pesar de las versiones que circularon en las últimas semanas de un supuesto enojo por parte del presidente por una información que, en teoría, le habría acercado un empresario de primera línea.

“No lo conocen a Javier: a veces él (Santiago) lo tiene que parar a él”, explicaron colaboradores del asesor presidencial. Caputo no tiene el vínculo personal, histórico y familiar, y el peso de Karina Milei, a la que también le reconocen un pragmatismo y una decisión apabullantes: “No le importa a quién deja en el camino”, confió en estos días un dirigente político que la frecuentó. Pero el asesor tiene una injerencia fenomenal en casi todas las áreas de gobierno -muchas de ellas, muy sensibles-, decenas de funcionarios que le reportan, el manejo de la comunicación y la estrategia digital y política, y negocia cara a cara con integrantes de la Justicia, del sindicalismo, el empresariado y el Parlamento. La carrera de Ariel Lijo a la Corte Suprema, por ejemplo, lo tiene bien atento.

“Les ganamos en redes. Les ganamos en las urnas. Les ganamos en las ideas. También les vamos a ganar en rosca. Con fe y con esperanza, la libertad avanza”, escribió el asesor, provocador, el viernes por la noche en una de sus cuentas de X -administra y alterna en al menos seis en esa red social-.

El poderío interno del consultor es una las principales preocupaciones de Macri, que el ex presidente expuso públicamente en su reaparición como titular del PRO de las últimas semanas y que el pasado lunes volvió a cenar con Milei en Olivos: fue la segunda cena en quince días, una señal de que el vínculo entre ambos transita sin sobresaltos, a pesar de los reproches del ex jefe de Estado por el rumbo de la gestión cotidiana en diversos rubros de la administración libertaria.

El líder del PRO cree que Caputo obtura cualquier tipo de convergencia de gestión. Y tiene dudas sobre la estrategia electoral que el consultor analiza para el 2025: “Que nos vengan a convencer por qué los necesitamos”, es una de las frases que le adjudican.

El consultor Santiago Caputo, entre Javier Milei y Mauricio Macri (REUTERS/Agustin Marcarian)
El consultor Santiago Caputo, entre Javier Milei y Mauricio Macri (REUTERS/Agustin Marcarian) (Agustin Marcarian/)

“Mauricio está para conocerse con Javier”, explicó, sin embargo, un macrista de pura cepa esta semana. La proliferación de reuniones entre ambos tiene que ver con la permanencia de Macri en Buenos Aires -durante el primer semestre del año viajó con mucha frecuencia por el exterior, y de hecho volvió en una visita exprés al país para participar del pomposo pero intrascendente Pacto de Mayo en Tucumán, en julio-, y con la decisión del presidente de empezar a centralizar el vínculo con su antecesor, al que en privado llama “presidente”, para evitar operaciones y cortocircuitos con parte de su entorno.

Más allá de la sucesión de encuentros entre ambos, Macri sigue con intranquilidad la gestión diaria. “No se mueve nada, las áreas están cooptadas por la anterior gestión”, dijeron a su lado.

Macri sigue con especial interés varias áreas que Milei no tiene ninguna intención en supervisar: está concentrado solo en el rumbo de la macroeconomía, es decir, en la ejecución del programa por parte de Luis “Toto” Caputo.

Al ex presidente le molesta que no se incorpore a cuadros técnicos de su escudería. Hay rubros que lo fastidian de manera particular. Uno de ellos es, por ejemplo, el área de Transporte. En especial, la ANAC. Cerca de la intervención, que responde al secretario Franco Mogetta, sospechan de insistentes versiones, públicas y privadas, que dan cuenta de la intención del macrismo de avanzar en ese rubro.

Cerca de Macri arrastran también cierto fastidio por la administración del Belgrano Cargas, cuya cúpula, que había tejido un vínculo fluido con ex funcionarios del riñón macrista, fue desplazada sorpresivamente hace algo más de un mes. Se habían reducido las pérdidas operativas de la empresa.

Transporte está bajo la órbita de Economía, es decir de Caputo, el ministro que tiene una relación familiar y cercana con el consultor presidencial. Mogetta, por caso, tiene sobre sus hombros la supervisión del asesor. En el macrismo hay cierto recelo además con el ministro Federico Sturzenegger, que hace diez días declaró, tras la reaparición pública del ex presidente: “Lo que Macri no logró en cuatro años, Milei lo hizo en meses”.

Sturzenegger, ex presidente del Banco Central durante la gestión de Cambiemos, le envió un mensaje privado a Macri con un pedido de disculpas. También lo hizo público.

Los Gobernadores de JxC en  el salón sur de Casa Rosada, antes de ingresar a la reunión con él Presidente portada
Los Gobernadores de JxC en el salón sur de Casa Rosada, antes de ingresar a la reunión con el Presidente

Entre los gobernadores del PRO, que volvieron a tener un diálogo muy fluido con Macri, también existe una creciente preocupación por la impericia en la gestión. A esta altura, pareciera un sello de la administración libertaria. Un modus operandi.

Los gobernadores todavía esperan que se convoque a los ministros de Economía provinciales a una reunión en Hacienda para empezar a delinear los reclamos de cada uno de los distritos, tal como se había prometido. En las provincias aliadas sobrevuela un notorio malhumor porque dicen que el tratamiento que se les da a ellos es igual al del resto de los mandatarios del peronismo que no acompañaron al gobierno en el tratamiento de la Ley Bases y el paquete fiscal. Es una queja que arrastran desde el inicio de la gestión: “Nos ponen a todos en la misma bolsa”.

Las quejas van desde la compensación por el pacto fiscal del 2017 a la deuda por las cajas jubilatorias o por los certificados de pago de las deudas de las obras que se traspasaron de la nación a las provincias. “No se mueve nada”, aseguraron desde una gobernación del PRO.

En los próximos días se verá, por caso, el nivel de tensión entre la Ciudad y Milei, cuando la nación deje de transferir los fondos por los subsidios al transporte público de colectivos. A mediados de semana se reunieron Mogetta y Gabriel Sánchez Zinny, un funcionario porteño que responde a Jorge Macri pero que reporta directo a su primo Mauricio. El jueves, además, está previsto que el jefe de Gobierno se encuentre en la Corte Suprema con “Toto” Caputo por el incumplimiento del fallo en el goteo diario por coparticipación. El ministro es amigo personal de Horacio Rodríguez Larreta, mala palabra en la sede porteña de la calle Uspallata.

“¿Tendremos que prepararnos para ir a la guerra?”, se preguntó en la semana un alto funcionario de la Ciudad.

La administración porteña no tuvo un buen arranque. El primer semestre fue caótico. Recién ahora la gestión empezó a ordenarse, en medio de una crisis socioeconómica generalizada que obligó al ex intendente de Vicente López a redoblar esfuerzos: un 10% de los jubilados porteños está en una situación crítica, la Ciudad cortó 800 millones de pesos por mes a cooperativas sociales -según trascendió, no acreditaban el destino de esos fondos- pero los módulos de comida crecieron de 40 mil a 60 mil, y empezaron a repartirse no solo en los barrios más carenciados, del sur, si no más cerca del corredor de la avenida Rivadavia.

A la crisis social y económica se le suma la política en vísperas del inicio de las conversaciones más serias de cara a las elecciones del año próximo, que tienen en la Ciudad una atención especial, no solo por la renovación de las tres bancas del Senado, si no porque se trata del bastión del PRO, de la familia Macri.

Mauricio Macri, Jorge Macri y Osvaldo Jaldo
Mauricio Macri, Jorge Macri y Osvaldo Jaldo

El jefe de Gobierno no oculta sus intenciones de ser presidente. Lo dice a viva voz. Dejó trascender, incluso, que Ignacio Torres y Rogelio Frigerio son sus principales competidores internos. Habrá que ver qué piensa el ex presidente, que tuvo siempre una relación oscilante con su primo, de cercanía pero también de competencia, heredada de la disputa eterna entre Franco y Tonino Macri.

La posible confluencia entre La Libertad Avanza y el PRO para el 2025 es un tema tabú que recorre despachos oficiales, en Casa Rosada y en el Parlamento. Esta semana trascendió, tras la cena en Olivos, que Milei podría pensar en Macri como su candidato principal al Senado para el año próximo. Pareciera extraño que el ex presidente acepte esa opción. La actividad legislativa además lo aburrió siempre.

En la cúpula del PRO quieren un acuerdo global, político y electoral, pero también de gestión. En ese contexto, la figura de Diego Santilli, cada segundo más libertario, volvió a sonar en estos días. El diputado está cansado del Congreso. Pero en su entorno dicen que solo podría desembarcar en el gobierno en el marco de un plan más amplio. Es decir, no cortarse de manera unilateral, como hizo Patricia Bullrich cuando se sumó como ministra.

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