El fuerte debate que se armó en Survivor: quieren comerse unas gallinas y una participante vegana rompió en llanto
Hace una semana que la tribu norte en la isla de Survivor Expedición Robinson (Telefe) dejó de tener huevos, lo que llevó a sus integrantes a considerar la posibilidad de matar a sus dos gallinas ponedoras para mejorar su alimentación. La discusión, sin embargo, se complicó debido a la presencia de una participante vegana.
Fue en un momento en que la mayoría de los integrante de la tribu se encontraban juntos cuando Inés aseguró que “tenemos dos gallinas, y es preferible que la comamos entre seis personas y no entre trece”, comenzó su relato, teniendo en cuenta los próximos pasos en el ciclo, ya que se acerca la unificación de los dos grupos. Para dar contexto a sus palabras expresó: “Hace una semana no ponen huevos, dejaron de cumplir la función por la cual las tenemos acá y tenemos hambre”.
La participante expresó: “Ya cumplieron su ciclo, hace más de una semana que no ponen ni un huevo. Lamentablemente nadie se encariñó como para tenerlas de mascotas tampoco, y cada vez que las vemos, no vemos dos gallinas, vemos dos pollos con el humito que les sale arriba cuando están adentro del horno”. Sin embargo, el hecho de que en el grupo haya una integrante vegana llevó también a que se le consulte sobre los pasos que intentan dar. Fue en ese punto que la propia Inés aclaró: “Yo creo que ni siquiera hay que hacer una votación porque ya sabemos cuál es la decisión grupal, pero sí hablar con ella y planear cómo hacer la cosa. De última, que una la acompañe por allá a la vuelta”, como forma de que no se encuentra cerca al momento de tener que matar a los animales.
Fue en ese punto en el que Malena también se mostró de acuerdo: “Que no presencie nada, que no sea testigo de nada”, para luego aclarar cómo se sentía: ”Nunca en la vida me pasó de mirar a un animal y sentir hambre, es muy fuerte, pero es algo que nos está pasando a todos. Estamos como re salvajes en ese sentido,pero el hambre es una cosa de locos. Yo miro a las gallinas y tengo que mirar a otro lado porque de verdad me las quiero comer”. Sin embargo, aclaró; “Yo no me animaría a tomar la iniciativa y matar a las gallinas, pero si los chicos lo quieren hacer,yo comería.
Fiorela, la integrante con una alimentación distinta del resto, que defiende la vida animal, afirmó: “Las gallinas están libres, están felices, y no aparecen en la cajita que les armamos, no sé si no les gustó, no sé qué pasó, pero andan por ahí, se meten adentro de nuestro refugio, caminan, dejan las plumas. Ahora voy a buscar dónde es la casita que se hicieron ellas porque claramente en algún lado van a poner sus huevos”.
Llegaría entonces el tiempo en que Inés y Malena se encuentren con Fiorela para hablar sobre la propuesta del grupo: “Todos queremos lo mismo, pero hay un tema que nos frena, que la última palabra la tenés vos”.
Pensando tanto en ella como en el grupo, Fio expresó: “Yo siempre voy a decirles que ustedes hagan lo que tengan ganas de hacer, lo que vayan a hacer en base a la felicidad y el hambre. Siempre digo que tenemos otras posibilidades de comida y me parecería una crueldad animal matar a dos seres que están acá, que les dieron de comer y que les dieron huevos, que fueron productivas para ustedes. Y no me gustaría que en el momento en el que dejan de ser productivas el ser humano las mata”, para luego quebrársele la voz debido a la congoja que tenía.
El dilema moral en torno a las gallinas ilustra las tensiones que pueden surgir en situaciones de supervivencia extrema y la importancia de comunicar y considerar los valores y las creencias de todos los miembros del grupo antes de tomar una decisión que impacte su convivencia y bienestar.