Confesiones: el único motivo por el que Morena Beltrán se alejaría de su profesión y el día que Sofía Martínez quiso dejar el colegio
Son amigas y comparten oficio en el periodismo de deportes. En esta charla cargada de complicidad, Morena Beltrán y Sofía Martínez se confiesan acerca de sus prejuicios con los futbolistas, las dificultades que superaron en sus infancias, sus experiencias cubriendo el último mundial de fútbol celebrado en Qatar, la importancia del amor y el compañerismo, y su mirada sobre sus propias carreras.
“No quería salir con un jugador de fútbol porque tenía el prejuicio de que no sé si podía proyectar algo con un futbolista. En general tienen una fama un poco complicada, de mujeriegos”, reveló Beltrán quien actualmente está en pareja con Lucas Blondel, jugador de Boca Juniors. “Yo me llevaba bien con los varones, con las chicas, por ahí, no lograba conectar. Yo era más del palo de la camiseta de fútbol, de ir todo el día al club y quedarme jugando al hockey. Ellas estaban más en la onda en que te empieza a gustar ir a bailar, usar la remera a un hombro o hacer cosas en las que yo todavía no estaba. Me llegó un poco más tarde, quizá. Entonces, no conectaba desde ese lado”, confesó Martínez.
Morena Beltrán: —¡No me sale no darte un abrazo! Sos muy buena abrazadora, además…
Sofía Martínez: —¡Además! Me gusta que reconozcas mis virtudes… La particularidad que tenemos es que tenemos un gran vínculo, que somos amigas. Te conozco, pero no te conozco tanto en profundidad, quizás.
MB: —Bueno, a mí lo que más me maravilla de vos y lo que más admiro entre varias cosas, es esa manera natural que tenés de conectar con la gente. No sé si es algo que te sale natural, si lo laburás, si lo heredás, ¿a qué se lo atribuís?
SM: —Primero, gracias, porque creo que es un gran halago. Yo siento que lo más importante de la vida son los vínculos y me parece que es lo que a mí más me maravilla de la profesión. El poder conocer otras historias en las entrevistas; que, de repente, una persona con la que estás hablando te saque un recuerdo de lo más íntimo que tiene en su corazón, guardado bajo siete llaves, y no lo habla ni con algunos de sus amigos o no lo habló con nadie que conoce de toda la vida y, de repente, como si fuese un regalo, te lo entrega y te lo cuenta. Y eso me parece lo más maravilloso que tiene el hecho de ser periodista o de tener una entrevista: poder hablar y conocer la vida del otro. Yo creo que mi vida en realidad tiene sentido por los vínculos.
MB: —Vos tuviste un hate enorme en el mundial (de fútbol en Qatar), ¿te lo esperabas?
SM: —Obvio que no, de ninguna manera. Más allá de que era mi primer mundial, ¿el tuyo también?
MB: —Sí.
SM: —Bueno, nuestro primer mundial. Yo iba con todas esas sensaciones. Por un lado, la alegría inmensa de estar yendo a cubrir un mundial y la oportunidad tan grande de hacerlo en el canal que lo transmitía. Yo era consciente de la cantidad de gente porque estuve toda la vida del otro lado y sé lo lo que pasa en nuestro país, en un mundial. Entonces fui con todo ese temor de: ¿Cómo me saldrá, estaré a la altura, conseguiré la información, podré ser clara, precisa y estar informada? Y sabiendo que iba a estar en zona mixta pensaba si los jugadores, al no conocerme, iban a frenar. Y en el primer partido con Arabia Saudita, estaba esperando y teníamos la peor noticia de todas, que era la derrota de la Selección. Y yo dije: “Chau, acá no va a hablar nadie”, porque era muy probable que no hablaran. No se sabía. De repente veo a Leo (Messi) que viene caminando y pienso: “¿Frena o no frena?”. Antes pasan algunos jugadores, sin hablar. Entonces viene Leo y justo ese día, porque ellos te ordenan, me había tocado estar primera. Y él viene directamente a dar la cara, a hablar como habló. Entonces vino y se me puso adelante, como diciendo. “Bueno, acá estoy”. Y de repente… se te viene el mundo abajo. Preguntar en la derrota es difícil.
MB: —Por la manera en que me formé, antes me bullyineaban mucho por la forma en que hablaba, mi léxico, mi manera de expresarme. Por eso me fui, básicamente, de mi nicho, que era Twitter. Lo re abandoné. Antes era una fanática.
SM: —¿Recordás algo que te dijeron y te dolió?
MB: —Más que algo puntual, es lo constante. Es todo el tiempo. Y escribo: “Uy, qué golazo de Messi” y tiene 3000 retweets. Si quiero detallar algo táctico, que para mí hizo la diferencia en el partido de Argentina y Chile, tiene diez retweets. No lo hago obviamente por la métrica, pero en ese tuit me comí 20 puteadas por la manera en que lo redacto o por el foco que le doy. Entonces pienso, si lo que para mí es atractivo, al otro no solo no le interesa, y encima me termina pesando que me putee, digo: “Uy, boludo, ya fue”.
SM: —Quiero saber de vos varias cosas: ¿cómo te enamoraste de Lucas Blondel? Si se puede contar…
MB: —Es que medio que la construcción de pareja con Lucas en varias cosas me movilizó mucho porque era bastante prejuiciosa. O sea, yo no quería saber nada con salir con un futbolista.
SM: —Ah, ¿no querías saber nada?
MB: —Mi expareja también juega a la pelota. Cuando lo conocí, no sabía que jugaba a la pelota, también lo hacía en Segunda División y eso un poco te da tus reservas, como que no estás expuesto.
SM: —¿Pero cuál era tu prejuicio con el jugador de fútbol?
MB: —No quería salir con un jugador de fútbol porque tenía el prejuicio de que no podía proyectar algo con un futbolista. Tienen una fama un poco complicada, de mujeriegos. En general, si encontrás a una persona de 27 años que no tenga hijos y que esté en este ambiente, es difícil. Es como que su vida empieza mucho más temprano, también, porque a los 16, 17 años está debutando; tenés que tomar un montón de decisiones re importantes para tu vida, para la vida de tus viejos, de tu familia. Se casan re chiquitos… Y eso de que son mujeriegos, en general, también está. Yo recién había salido de una relación y me flasheaba mucho el hecho de abrirme una historia nueva. Fueron muchas cosas que me removieron al salir con Lucas. La mayor inseguridad de nuestra relación cuando realmente nos dimos cuenta que estábamos muy enamorados y que proyectábamos juntos, fue preguntarnos qué pasaría si a vos te sale irte.
SM: —¿Te lo preguntó o vos lo dijiste?
MB: —Como que al principio yo le dejé en claro que yo no me iba.
SM: —¿Vos le pusiste ese punto?
MB: —En mi cabeza siento que fue así. Al principio estaba muy negada, para mí laburo es todo, es como que también me identifico. Creo que también me perturba un poco de identificarme tanto, tanto, tanto con las cosas. Al final tu capital y lo que te hace tan vos, es cómo sos. No es ni tu trabajo, ni tu pareja, ni cosas que vos reflejes… Es cómo sos vos. Y obvio que para mí en eso el amor es re importante, es hermoso, y me recontra imagino siendo madre, me imagino siendo madre con él. Entonces digo: “Mi trabajo cuando sea madre va a ser complicado ejercerlo tan como hacemos nosotras porque hay que ponerle mucho cuerpo”.
SM: —¿Pero ser madre dentro de poco o cuando?
MB:—No, yo no querría ser madre antes de los 30.
SM: —¿Cuántos años tenés?
MB: —25. También vas proyectando todo y va encastrando. ¿No te pasa, amiga, que decís: “Qué difícil es encontrar a alguien que esté recontra en la misma sintonía que vos y que realmente sientas que el otro siente mucho por vos y viceversa?”. Y como que siento que esas cosas, no sé… por ahí hay una vieja chota, romántica. Pero creo que no es fácil encontrarlo y me encanta que me pase.
SM: —Yo coincido con esa mirada de la vida. Y me encanta pensar en una persona que pueda ser capaz de acompañarte, de hacer tu vida más feliz. Como decías, el tema de la individualidad, de poder vivir sola pero compartir la vida con alguien. Eso le da un valor agregado a un proyecto. Es clave que la otra persona se de cuenta de lo que te hace feliz, te gusta y te ayude, te empuje a su manera para ir logrando esos objetivos y se ponga feliz con vos. Y si eso no está, es inviable todo. En cuanto al amor, me parece que uno se da cuenta de eso en la mirada.
MB: —¿Y vos te ves siendo mamá?
SM: —¡Recontra! Los sobrinos nunca son lo mismo, pero no me quiero perder nada de ellos. Me gusta estar presente, me gusta llevarlos a hacer planes, me gusta llevarle regalos y que se maravillen. El otro día les llevé una camiseta del Real Madrid firmada por los jugadores… Si bien son detalles materiales, generan un código entre nosotros que me gusta construirlo. Me gusta ir a ver al más chico hacer deporte, estar para los actos de fin de año, para sus cumpleaños… Y nosotras dos creo que somos parecidas en muchas cosas, que nos gusta el fútbol, que somos periodistas deportivas y que tenemos una edad parecida, y también que tenemos un vínculo con la familia, con los hermanos. A veces te cruzo en un recital y estás con tus hermanos, casi que me siento uno más de ellos.
MB: —¡Sí, sí, sí!
SM: —Y por ahí te digo: “Vamos a comer un asado, pero no solo con vos, sino con toda tu familia”, porque me parece que son todos una masa. Mis viejos siempre estuvieron atrás mío. Yo en el colegio tuve algunos… No te digo algunos líos, pero de chiquita, era muy apegada a mi mamá, me costaba tener amigos. El deporte me ayudó a conectar. Cuando empezás a hacer deporte y te empiezan a elegir en el “Pan y queso”, ahí decís: “Ah, bueno, ya podemos hablar”. Y después me pasó que las que eran más amigas mías, se cambiaron de colegio. Y yo ahí tuve una re crisis. Y como que se quedaron como muy amigos míos mi papá, mi mamá, mi hermana, sobre todo, que vivía conmigo, que me dijo: “Vení” y me integró a su grupo de amigas. Eso también me salvó.
MB: —¿Esto te pasó de más grande?
SM: —Sí, en el secundario.
MB: —¿Tu hermana cuantos años tiene?
SM: —Ella tiene cuatro años más que yo y, al día de hoy, es algunas de mis mejores amigas son las que eran sus amigas del colegio. Eso fue una generosidad enorme de mi hermana. ¿Viste que a veces a tu hermana más chica la querés en tu grupo de amigas y a veces no? Como que separás o unís…
MB: —Eso que dijiste del colegio, ¿fue traumático?
SM: —Yo quise dejar el colegio. Yo le decía a mi mamá: “Lo doy libre, lo doy libre”. Pasa que la estaba pasando re mal. Era un colegio chico y familiar. Y con el director, que había sido profe de Educación Física, tenía buena onda porque siempre fui muy del palo del deporte. Entonces me sacaba del aula para decirme: “¿Y, cómo estás?”, haciendo un trabajo más de apoyo. Y me re ayudaron, la profesora de inglés también…
MB: —¿Y hoy mirás en retrospectiva y sabés por qué en ese momento te costó conectar o esto de separarte de tu vieja y conectar? Porque hoy la verdad no veo que te cueste hacer sociales y amigos.
SM: —No, hoy no me cuesta. Para nada. Yo me llevaba bien con los varones, con las chicas por ahí no lograba conectar. Yo era más del palo de la camiseta de fútbol, me encantaba ir a lo de mi abuela, ir todo el día al club y quedarme jugando al hockey. Y por ahí las chicas estaban más en la onda en que te empieza a gustar ir a bailar, la remera a un hombro, hacer cosas en las que yo todavía no estaba. Me llegó un poco más tarde, quizá. Entonces, no conectaba desde ese lado. A veces son grupos de colegio. Yo creo que a veces es una lotería el grupo que te toca. Si encontrás gente que más o menos curte lo mismo o no. Y a mí se me fueron mis más amigas y quedé recalculando.
MB: —Pasa esto cuando sos chico de con qué te sentís identificado. Y yo creo que en mi caso tuve la fortuna, o tenía que ser así el destino, de que lo último que me gustó en mi paso por la secundaria fue el fútbol. Uno va probando y va explorando y de manera inconsciente va a ver qué es lo que le gusta, o qué es lo que atrae, y te vas generando tus propias prácticas. Entonces yo volvía a casa contenta porque había hablado con mis compañeros y sabía más formaciones que ellos, o sabía más del mercado de pases o sabía si la jugada había sido offside o no. O cuántos goles hizo… Y siento que también cuando te metés en un lugar que te gusta, y que muchas veces intentaste explorarlo a fondo, una vez que estás ahí, querés hacerlo al 200%. Y también creo que la vida un poco te va llevando a que no podés vivir a 200. ¡A 200 chocás, flaca!
SM: —¿Dónde crees que tenés puesta la ambición? ¿Qué querés?
MB: —Uno de mis mayores desafíos es de qué manera reciclás tu ambición. Y entender… A mí lo que me pasaba era todo una vorágine. Yo no había terminado la facultad y ya había entrado en ESPN. Pasó todo en períodos muy cortos. En primer año ya me había metido a escribir en un portal de noticias al que le había pedido si me aceptaban por Twitter. Había empezado a hacer hilos, quería descubrir la aplicación, siempre sentía que podía encontrar algo más. Entré al canal, empecé a analizar, después era SportsCenter entero, después era SportsCenter y F Internacional, y después era 90 Minutos de Fútbol… Entonces dije: “Flaca, no va a ser todo el tiempo un desafío atrás del otro”. Ese fue mi gran desafío: no desanimarme y, también, entender que es muy fina la línea esa de estar contento, a quedar conforme o estar en una zona de confort. Porque yo obvio que pienso también en cuánta gente querría haber entrado a ESPN a los 20 años, conducir un noticiero, estar en el programa más exitoso de debate de la televisión, estar en transmisiones… Lo pienso y digo: “Soy una desagradecida si no valoro todo esto”. ¿Vos tuviste otros laburos hasta que llegaste al de hoy?
SM: —Sí, yo era productora de Guido Kaczka.
MB: —¿Y vos en tu corazón sabías que no era lo tuyo estar detrás de cámaras?
SM: —En realidad yo quería dedicarme al proyecto deportivo. No sabía si adelante de cámara, escribiendo en un diario o laburando en un club, pero en ese momento yo tenía claro que estaba estudiando periodismo deportivo y que en algún momento quería hacerlo. Después, laburé mucho con Guido (Kaczka), como cinco años, siendo productora y me parece que ese fue el gran cambio de mi vida, porque me enseñó a trabajar. Y lo que es laburar haciendo algo diferente, darle un valor agregado a las cosas, una vuelta de rosca, no hacer lo establecido, no hacer lo que todo el mundo hace, porque el valor y lo que te va a diferenciar y por lo que te pueden llegar a contratar o por lo que te pueden llegar a elegir alguien, es porque interesa lo que vos estás mostrando y por qué lo haces diferente a… No sé, en nuestro rubro (Enrique) Macaya Márquez, Juan Pablo Varsky, los que quieras mencionar. Pero, ¿por qué te van a elegir a vos? ¿Qué tenés de distinto? Bueno, esa vuelta de rosca me la enseñó siempre él, durante todos los días, haciendo su programa. Su pregunta siempre era la misma: “¿Hoy qué hay?”. Y no le podías decir lo mismo que ayer ni que la semana pasada. Todos los días tenía que laburar la creatividad y decir: “Bueno, ¿hoy qué inventamos para que sea entretenido?”. Y me parece que en definitiva el deporte también es entretenimiento.
MB: —¿De quién te da orgullo haberte ganado el respeto?
SM: —Me han felicitado por un estilo de periodismo que está más vinculado a lo emocional o a los vínculos, que es lo que hablábamos antes. Me ha escrito algún jugador al que le copa, pero no en plan chamuyo, sino en plan: “Che, me gusta el periodismo que hacés”. Me acuerdo cuando pasó lo de Messi que se me acercó Juan Pablo Varsky y me felicitó. Me felicitó Mariano Closs, también, y mis compañeros que saben. Cuando volví del Qatar, Pablo Suca, un compañero, me dijo: “Yo vi que tenías el mundial en la cabeza e hiciste todo pensando en eso y volviste con mucho crecimiento. Así que te felicito”. Entonces me parece que eso también tiene mucho valor.
MB: —Bueno, yo también te felicito.
SM: —Yo te quiero mucho, un montón.
Fotos/Gustavo Gavotti y Candela Teicheira.