Laura Esquivel, con la sensibilidad a flor de piel: “Me estoy acercando a la esencia de la niña que fui”
Todo comenzó como un juego, como cualquier niña que se para frente al espejo y se pone a cantar y a bailar. Así, con mucha música y casi sin saberlo, Laura Esquivel se volvió una artista. En su mundo de videos VHS y tardes de meriendas después de la escuela, la nena que era imitaba a sus cantantes favoritas y su voz comenzaba a enriquecer toda su casa. “Yo soy de la generación que miraba mucho MTV y Much Music. En esa época teníamos esos programas de música y yo no me cansaba de mirar los videoclips. Era fanática y recuerdo que mi mamá me los grababa en casetes para poder volver a verlos”, comienza contando la actriz en una entrevista con Teleshow.
Es un miércoles de primavera, y bajo la sombra de unos frutales repletos de mandarinas, Laura se divierte posando para el fotógrafo. Entre las tomas, y un café con leche que bebe pausado —“siempre se me enfría”, aclara— la artista se desliza entre su infancia, su paso por la popularidad y este presente que ella misma cultiva día a día.
“A los siete años empecé. En realidad, es cuando me di cuenta de que me gustaba cantar. Mi mamá me llevó a clases de canto y desde ahí no paré. Pero toda mi vida, siempre jugué en casa y me crié con las artistas que sonaban en ese momento. Celine Dion es mi musa de la música. Pero bueno, empecé jugando como todos los niños”, repasa sobre aquellos inicios en su carrera.
—¿Cómo te sentís en esta etapa de tu vida?
—Estoy muy contenta y agradecida porque la vida, después de varias batallas que me tocó atravesar, me ayudó a dar el paso de producir mi trabajo. Estoy contenta también de ser la productora del proyecto, porque también puedo tomar las decisiones artísticas y manejar los tiempos, sin que otros puedan decidir al ciento por ciento. Creo que también me acerco más a la Laurita que era yo antes de empezar a trabajar. Antes de ser conocida. Me estoy acercando ahora más a la Laurita que, básicamente, se quería divertir y quería cantar, a la esencia pura de la niña que fui.
—¿Qué pensás que les gusta a tus seguidores de vos, más allá de tu arte, de tu música?
—¡Uy, qué tremenda pregunta! En realidad siento que ellos deberían decirlo, podría poner una cajita en Instagram y decir: “Chicos, qué les gusta?”. Porque es una linda pregunta (Risas). Lo que trato de hacer, en realidad, es ser genuina. Para llegar a la gente que me sigue hace tantos años y también a la gente nueva que, capaz, está volviendo a mí y a lo que estoy haciendo ahora. A personas que capaz antes no les gustaba lo que hacía y, de repente, ahora sí. Quiero ser sincera con el mensaje que tengo para ofrecer, quiero ser súper real. Ya no aguanto dividir mi vida personal de la laboral en el sentido de cómo me muestro, cómo soy o lo que comunico. Quiero ser de la misma manera en mi casa y acá. No quiero asumir ni roles ni personajes. Quiero ser yo, porque siento que sino, la vida se te va y no hay nada más lindo que ser genuino. Tengo como una cuestión de que quiero ayudar a las personas que capaz pasaron o están pasando por un proceso difícil de su vida, sea cual sea. Desde mi lado, fue la ansiedad, los ataques de pánico, saber si realmente esto era lo que quería hacer de mi vida, porque hubo momentos en que dudé de eso. Entonces yo sé por todo el proceso que pasé. Y en ese tiempo, me hubiera encantado que un material como mi música me hubiera acompañado, por eso quiero ofrecerlo. Así como a mí se me dio esa ayuda, poder darla está buenísimo.
—¿Cómo sobrellevaste la alta exposición cuando fue el boom de Patito Feo y vos todavía eras muy chica?
—El primer recuerdo que tengo, que es con el que más caminé en mi vida, fue con fortalecerme y armarme la típica coraza dura para que nada me frene de seguir viviendo. Entonces, por un lado siento que fue la única herramienta que tuve de chiquita, a mis 13, 14 años que empecé a vivir con lo mediático y a ser más conocida. Me puse esa coraza resistente para que nada me afectara, aunque en realidad sí me estaba afectando; pero cada vez me fortalecía más y me endurecía más por fuera. Pero en algún momento esa coraza se rompe. Me lo imagino como un objeto de cerámica, que se endurece y se seca tanto que, al final, se rompe toda la estructura. Entonces, en un momento creo que fui yo la que me autosalvé, o me guardé, de alguna manera, para no caer. Cuando caí me apoyé mucho en mis papás.
—¿Te acordás cuál fue ese punto de quiebre que te hizo caer?
—Siempre me di cuenta que tuve una personalidad ansiosa, nerviosa, capaz mucho más sensible que la de otras personas. Entonces desde chica tuve varias anécdotas o situaciones en las que sentí ansiedad. Pero el momento donde para mí todo se desmoronó fue un día en que estaba en mi casa. Ya era más grande, tenía 23 años y estaba viviendo sola. Me acuerdo que me empecé a sentir muy mal, tenía sensaciones raras, y dije: “Tengo que llamar a mi papá”. Lo llamé y le dije: “No sé qué me está pasando, hace bastante que estoy así y necesito que me des una mano, que me ayudes”. Me acuerdo que vino a buscarme y tuvimos una charla sobre lo que me estaba pasando, yo estaba muy angustiada por la ansiedad y por los ataques de pánico. Entonces me recomendó a un médico, colega suyo, porque mis dos papás son médicos, y fui a verlo. Le conté todas estas sensaciones que tenía. Así que la otra ayuda que tuve fue haber ido al consultorio de un psiquiatra, a quien aprecio mucho también, porque fue muy amable conmigo. Yo tenía mucho miedo de ir a verlo, porque todavía sigue estando muy estigmatizado el tema de tomar medicación psiquiátrica, y me acuerdo que sentí mucha culpa. “¿Cómo puede ser que con la familia que tengo y los valores que me dieron yo esté tan rota?”, pensaba. La tercera ayuda fue empezar a hacer terapia, de la mano de este médico que me abrió las puertas para hacerlo con otra especialista. Y otro eslabón muy importante en mi vida fue mi pareja, Facundo (Cedeira). Él fue muy clave. Es una persona muy luminosa, que llegó a mi vida casi sin querer.
—¿Cómo es la vida con Facundo?
—El 10 de octubre cumplimos siete años de novios, ¡y de convivencia! Porque nos conocimos en octubre y a los cuatro meses él ya se empezó a quedar en mi casa y empezamos a convivir. Nosotros somos muy clásicos: soñamos con la familia y, en algún momento, con hijos, si la vida lo permite. Obvio, también con nuestra casita, con nuestro quincho, con las reuniones en familia. Nos gusta compartir mucho las profesiones. Si bien él hace comunicación, y a la vez le gusta mucho la política, hace varios años que está poniendo el alma por ese lado. A veces creo que la política y lo artístico se comunican. Las dos cosas son parecidas por los tiempos: a veces tenés que remarla, poner lo mejor de vos e ir para adelante. Y aun así, a veces las cosas no salen. Coincidimos en algunas aspectos, como por ejemplo, en ayudar al otro.
—¿Te gustaría acompañarlo en el trabajo político?
—Yo no estoy bajo ninguna bandera política. Si bien él está en el radicalismo, yo no estoy en ningún lado porque en mi casa no se hablaba tanto de política. Entonces estoy muy aprendiz, me gusta ayudar. Muchas veces lo acompaño porque sé lo importante que es para él todo lo que hace y todo lo que ayuda. En esos momentos me sentí honrada de acompañar el proceso que está haciendo.
—¿Cómo siguen tus proyectos con la música?
—Estamos planificando cosas, no solo acá en Argentina, sino también para visitar otros países. Creo que la vida me dio esa oportunidad.
—En Italia te adoran…
—¡Sí! Me abrazan un montón. Es re lindo. Siento que en muchas cosas somos muy parecidos con los italianos. Tenemos toda esa cuestión del pasado de los inmigrantes… Así que la idea es salir a tocar, llevar música y, obviamente, presentar mi disco. Yo escribo mis canciones, hago las letras y la música. También comparto autoría con mi productor musical, Marcelo Núñez, que es un gran amigo de muchos años y muy buena persona también, y con otros compositores que se van sumando. Tener otros oídos y otros profesionales, que estén siempre, hace que todo brille mucho más. La idea del disco fue empezar a volcar en canciones lo que yo quería contar, mi experiencia propia.
—¿La actriz sigue estando en vos?
—Sí, claro, sigue estando. La actriz siempre está. En estos últimos meses, que estuve filmando mis videoclips oficiales, siempre que puedo meto algo de dirección y de actuación. Ahora me está gustando mucho la producción y la dirección. Estoy aprendiendo muchísimo, siento que me estoy empapando de otras áreas, pero la actriz siempre está. Hay un videoclip de la canción “Un día a la vez”, que es de mi disco, donde yo tenía la idea fija que quería ser como una corredora amateur. Y correr en una pista de atletismo. Y bueno, armé el guion con el director y al final lo hicimos, lo logramos. Esa cosa de meterme en roles me encanta y lo que más me gusta, capaz del lado del canto, es poder expresar lo que estoy cantando y conectar. Para mí el canto es la parte más vulnerable de lo artístico. Para mí el canto, la voz, es muy sensible.
—Parecés una persona muy sensible
—Yo siempre estoy nerviosa. La voz para mí es estar desnuda, es como re vulnerable. Te entrego mi alma para que conozcas cada sonido, cada susurro o cada grito. Es muy poderosa y siento que, cuando reflexiono, me doy cuenta de que muchas veces en la vida, los padres, y capaz yo misma cuando sea madre, y el mundo está acostumbrado a callarnos. Entonces la voz se empieza a achicar cada vez más. Cuando encontrás la posibilidad de abrir y empezar a expresar, a encontrar tu voz, ya está. Para mí la comunicación es de las herramientas más importantes que tenemos los seres humanos. Después, obviamente, tendremos que seguir buscando la honestidad, el hecho de ser buenos con el otro. Pero la comunicación es muy importante.
—¿Durante mucho tiempo te guardaste cosas que después terminaron saliendo por algún lado?
—Totalmente. Es re importante hablar, hay que expresar todo, hay que sacarlo para afuera. Y eso es muy bien recibido por el público. Mi último show en La Trastienda fue hermoso.
—Hace poco se hizo un revival de novelas viejas, con el Cris Morena Day, ¿te imaginás un homenaje a Patito Feo?
—Sí, me lo imagino porque yo también fui fan de otros artistas, de otras series y a mí me encantaría verlos. Creo que también es una forma de recordar quién eras vos de chiquito, como revivir esa emoción que sentías. A mí me emociona porque ya no está la costumbre de poner a las 18 la novela de la tarde y verla con tu abuela o con tu tía, con tu mamá, con tu papá, tus hermanos, tus amigos. Es como revivir una etapa de tu vida. Había como una cosa de ir, de tomar la leche y de ver el programa. Es lindo entonces revivir lo que a veces la vida te recuerda. La vida es hermosa, pero no es tan fácil. Entonces volver a cuando eras chiquito y estabas en un lugar donde te sentías contenido y cuidado, trae un buen recuerdo. En ese caso, ¡bienvenido sea el patito feo! Allí estaré para revivir las emociones de la gente, principalmente porque también es la mía. Porque quieras o no, yo era chica también en esa época. O sea, reviviré mis emociones, claro que sí.
Fotos/RS Fotos.