Universidades: tras la escalada de tensión, el Gobierno intentará acordar con los gremios y contener a PRO para sostener el veto
Como durante aquella cruda semana de agosto en la que sufrió tres derrotas consecutivas en el Congreso, el Gobierno volvió a jugar al filo del abismo, esta vez, con el presupuesto universitario. Javier Milei dejó escalar el conflicto con las autoridades de las casas de altos estudios y los gremios, por un lado; y el malestar de sus aliados de PRO, por otro, al punto de verse obligado a poner en marcha un operativo de contención de último momento para blindar el veto del Ejecutivo a la ley de Financiamiento Universitario. El plan, ahora, está condicionado a la voluntad de otros y pende de un hilo.
Después de la marcha universitaria, activó un operativo para apaciguar la ira de sus aliados y seducirlos. Santiago Caputo se comunicó con Mauricio Macri y lo recibió en sus oficinas fuera de la Casa Rosada para escuchar sus planteos. En el entorno del ex presidente habían dejado trascender que estaba incómodo y a punto de pronunciarse en contra del veto de Milei -lo cual bastaría para que naufragara-, así que Milei envió a su consultor a prestarle una oreja a sus reclamos. El asesor estrella del jefe de Estado no le dio respuestas concretas -como otras veces- pero sí le mostró predisposición (aunque luego, dicen, resintió la filtración de esa conversación a la prensa).
En paralelo, también el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, reveló que se había comunicado con el ex jefe de Estado. En su caso, por teléfono. Como en otras ocasiones de necesidad, reconoció públicamente el rol de soporte de Macri. Y esta vez incluso admitió un error: aclaró que no estaba seguro de que fueran ciertas las declaraciones críticas hacia el Gobierno que habían sido atribuidas al ex mandatario y que él mismo había contestado con dureza el día anterior. Francos se encuentra apartado de las negociaciones finas por el tema, pero monitorea las conversaciones que lleva su segundo, Lisandro Catalán, y se ocupa de los mensajes ante los medios, excepcionalmente. Ayer hizo lo propio para recomponer con el PRO.
Además de estas señales políticas, el Gobierno aplicará medidas económicas. El titular de Economía, Luis Caputo accedió a introducir cambios en la redistribución de partidas para el Presupuesto 2025, que sus funcionarios de Hacienda y Finanzas, Carlos Guberman y Pablo Quirno, presentarían en la Comisión de Presupuesto el martes que viene. Será un gesto para PRO, luego de que Macri les recordara a dirigentes propios en una reunión, anteayer, que el tema de la educación es una bandera fundamental para él. Pero también para los cinco radicales díscolos que ya acompañaron el veto de Milei para la suba de haberes jubilatorios, y para los partidos provinciales, que tendrían en esa medida una justificación para acompañar al Gobierno la disposición de una mejora en las erogaciones para el año próximo.
Mientras tanto, la jefa de Capital Humano, Sandra Pettovello, prepara una convocatoria a los gremios universitarios para hacerles una nueva oferta de mejora salarial. Los cinco sindicatos del sector ya habían rechazado, en la previa de la marcha, la suba del 6.8 por ciento que les había propuesto el Gobierno, con el argumento de que les había llegado demasiado cerca de la marcha y de que no cumplía con la exigencia de un plan de financiamiento al menos hasta fin de año que tuviera en cuenta la pérdida superior al 40 por ciento de los ingresos desde enero.
Fiel a su estilo misterioso, Pettovello mantiene en reserva la fecha en la que llamará la mesa -la última vez la convocó con sólo cuatro horas de antelación- y se guarda los detalles de la propuesta. Pero, según deslizan en el oficialismo, sería en los primeros días de la semana, y consistiría en una cifra superadora (no dijeron si incluiría proyecciones para los próximos meses).
Las puntadas finales a la malla de contención política se aplicarán mañana en la reunión de la mesa de coordinación legislativa de Francos con el jefe de la bancada de PRO, Cristian Ritondo y algunos de sus soldados que se celebra desde hace un mes en la Casa Rosada, todos los lunes. Y el martes, el Presidente junto a su mesa chica evaluarán el estado de situación en la mesa política de la mañana. Por la tarde, el bloque de PRO se reunirá para unificar posturas, a favor o en contra del veto. Y la sesión para tratar el veto tendría lugar el miércoles, una vez que el presidente de la Cámara baja, Martín Menem, la convoque formalmente tras el pedido de la UCR, Unión por la Patria y Encuentro Federal. Para entonces, la Casa Rosada espera tener una respuesta clara de parte de sus aliados, que hasta ahora no transmitieron su decisión final.
Si votan a favor, implicará que la convocatoria de Santiago Caputo a Macri logró, a priori, una tregua en la discusión que llevan hace meses. En ese caso, los macristas que se pronunciaron en contra el Gobierno quedarían pedaleando en el aire. Uno de ellos fue el ex secretario de la Presidencia de Macri, Fernando de Andreis, que el viernes por la tarde salió fuerte a despacharse con un tuit alusivo a la metáfora del escorpión y la rana para quejarse de los ninguneos de Milei.
Mientras cede con promesas de fondos y favores políticos, el Gobierno cuida la narrativa libertaria. Ayer cerca de Pettovello y en la Casa Rosada se ocuparon de dar a conocer, a través de distintos canales, tanto por redes como de voceros oficiales, que el funcionario del área elegido para dar la batalla mediática sobre el tema, Alejandro Álvarez; el diputado nacional Santiago Santurio, cercano al secretario de Educación, Carlos Torrendell; y Agustín Romo, jefe del bloque de legisladores bonaerenses de LLA habían sufrido agresiones de militantes en una actividad que ellos mismos organizaron en la Universidad de La Plata, copada desde hace veinte años por el kirchnerismo, donde la militancia es fervientemente opositora. Los tres responden, en distintas medidas, al jefe de la estrategia de comunicacional de Milei, Santiago Caputo, y no fue casual que programaran la actividad dos días después de la marcha universitaria, cuando los ánimos estaban muy lejos de enfriarse.