El telescopio Webb ha observado cuásares donde no deberían estar. Algo falla en la teoría de los agujeros negros
El telescopio espacial James Webb ha observado cuásares solitarios en el universo temprano, un descubrimiento que desafía las teorías actuales de cómo se formaron los agujeros negros supermasivos después del Big Bang.
Un poco de contexto. Un cuásar es una región extremadamente luminosa en el centro de una galaxia recién nacida, alimentada por la acreción de gas y polvo de un agujero negro supermasivo. Son los objetos más brillantes y calientes del cosmos, y nos sirven de faro para estudiar el universo temprano.
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Los astrónomos creían que los primeros cuásares se habían formado en zonas con alta densidad de materia oscura, por lo que estaban rodeados de muchas galaxias. Sin embargo, el telescopio espacial James Webb ha observado cuásares antiguos que parecen encontrarse en regiones con pocas galaxias vecinas, lo que no encaja con los modelos cosmológicos actuales.
Por qué es importante. La presencia de cuásares solitarios descubierta por el telescopio Webb desafía la idea de que estos objetos se formaran en las regiones más densas del universo temprano.
El hallazgo sugiere todo lo contrario: que los agujeros negros supermasivos pueden crecer en entornos menos densos. Sin embargo, los modelos cosmológicos no contemplan mecanismos de formación que encajen con esta idea. Una vez más, el Webb ha puesto en duda lo que sabemos del universo.
El hallazgo, en detalle. Un equipo del MIT aprovechó la potencia del telescopio espacial Webb para observar las débiles luces que nos llegan desde el universo temprano, 13.000 millones de años atrás en el tiempo.
Liderados por la astrónoma Anna-Christina Eilers, los investigadores distinguieron cinco cuásares antiguos, algunos en campos densos, con más de 50 galaxias cercanas, y otros en regiones casi vacías. La existencia de cuásares en áreas con pocas galaxias circundantes puso sobre la mesa la duda de cómo pudieron crecer tan rápido sin suficiente materia para alimentarse.
Las conclusiones. El estudio sugiere que los cuásares no se encuentran necesariamente en las regiones de mayor densidad del universo temprano. Algunos parecen estar en medio de la nada.
El hallazgo parece implicar la existencia de procesos desconocidos que permitieron a los agujeros negros crecer rápidamente tras el Big Bang.
Y ahora qué. Los investigadores planean buscar galaxias que podrían estar ocultas por el polvo cósmico alrededor de los cuásares solitarios. Si no las encuentran, confirmarán sus sospechas: tendremos que ajustar las teorías de cómo se formaron las estructuras más masivas del universo temprano.
Imagen | NASA-JPL, Eilers et al.
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