China está viviendo un evento sin precedentes. Una ciudad de 19 millones de habitantes sigue oficialmente en verano
En tan solo dos meses, y podríamos irnos mucho más atrás en el tiempo, se han dado las siguientes noticias: una DANA en Valencia genera la mayor catástrofe en lo que va de siglo en España, Andalucía y Cataluña ganando la partida al cinturón del café, la Antártida se pone más verde que blanca y las casas a pie de playa comienzan a perder su valor. El común denominador es un viejo conocido que ahora está haciendo de las suyas en China, donde una gran ciudad no se quita de encima el verano.
El verano interminable. Guangzhou, una de las mayores ciudades de China con casi 19 millones de habitantes, está atravesando un verano insólito que parece no tener fin. A pesar de encontrarse en noviembre, la ciudad sigue oficialmente en la estación estival, ya que las temperaturas no han bajado lo suficiente como para marcar el inicio del otoño. Este fenómeno ha llevado a romper un récord histórico de duración del verano, un hecho que no hace más que destacar el impacto tangible del cambio climático en la región.
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235 días de verano. En 2024, Guangzhou ha alcanzado un total de 235 días de verano, superando el récord anterior de 234 días registrado en 1994. Oficialmente, el período estival comenzó el 23 de marzo y, según las previsiones meteorológicas, continuará al menos hasta el 18 de noviembre.
Este fenómeno se define, no por el calendario, sino por las temperaturas: el otoño solo se declara cuando la temperatura promedio durante cinco días consecutivos cae por debajo de los 22 °C. El problema: la temperatura actual en Guangzhou es de 24.9 °C, lo que representa un incremento de 1.2 °C sobre las medias históricas.
Anticiclón y calentamiento global. El principal sospechoso detrás de este verano excepcionalmente largo no es otro que la debilidad del anticiclón siberiano, una vasta masa de aire frío que regula los patrones climáticos en el hemisferio norte. Este año, el efecto ha sido anormalmente débil, lo que ha reducido la llegada de vientos fríos a la región de Guangzhou.
El fenómeno, a su vez, está vinculado a otro viejo conocido: el calentamiento global, que altera los patrones climáticos tradicionales, intensificando las temperaturas y prolongando las estaciones cálidas.
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Eventos extremos y más. Empieza a ser normal, según los expertos. Y es que, la provincia de Guangdong, donde se encuentra Guangzhou, ha sido escenario de varios fenómenos climáticos extremos en los últimos años. En abril, la ciudad fue azotada por un tornado que causó al menos cinco muertes y dejó a decenas de personas heridas. Además, la región ha enfrentado inundaciones severas, evidenciando su vulnerabilidad ante el clima extremo.
No solo eso. El aumento de las temperaturas también ha supuesto una presión significativa sobre la infraestructura energética. Contaba el Guardian que en 2022, una ola de calor prolongada llevó a un uso récord de sistemas de aire acondicionado, lo que provocó importantes apagones debido a la sobrecarga en las redes eléctricas. Otra vez, desafíos que subrayan la necesidad de fortalecer la infraestructura para adaptarse a un clima cada vez más extremo.
La “transición” china. La situación lleva a la gran pregunta: ¿qué ocurre con la transición energética en China? La nación ha realizado avances significativos en la instalación de energías renovables, liderando a nivel global en el desarrollo de infraestructura solar y eólica. Sin embargo, la preocupación por la seguridad energética ha ralentizado dicha transición del país hacia fuentes de energía más limpias.
Plus: la dependencia del carbón, aunque menos deseada, sigue siendo una prioridad para garantizar el suministro energético ante las crecientes demandas, especialmente en ciudades como Guangzhou.
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Elefante en la habitación. Qué duda cabe, el caso de Guangzhou refleja un patrón mucho más grande y ampliamente hablado por aquí: el cambio climático, impulsado por la mano del hombre, está intensificando fenómenos extremos en todo el planeta. Es más, hay estudios recientes que confirman que muchos desastres, como las olas de calor, sequías e inundaciones, serían improbables o incluso imposibles sin el calentamiento global. Este fenómeno no solo afecta la vida cotidiana, sino que también pone a prueba la resiliencia de las ciudades y sus infraestructuras.
En definitiva, el prolongado verano que está viviendo la ciudad asiática no es ni mucho menos un hecho aislado, sino una manifestación clara, otra más, del impacto del cambio climático en los ciclos estacionales y en la vida diaria de millones de personas. Un fenómeno que subraya la urgencia de tomar medidas globales para mitigar el calentamiento y adaptarnos a un futuro donde, este y tantos otros eventos extremos que están teniendo lugar, serán cada vez más frecuentes y devastadores.
Imagen | Sergei Gussev
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